Leone Tommasi y el Monumento a Evita
El 17 de julio de 1952, el parlamento de la República Argentina aprobó la Ley Nº 14.124 que creaba la Comisión Pro Monumento a Eva Perón, impulsada por las diputadas Delia Parodi, Celina Rodríguez y Dora Matilde Gaeta y las senadoras Juanita Larrauri e Hilda de Castiñeiras.
El proyecto para la construcción de un mausoleo le fue confiado al talentoso artista italiano Leone Tommasi.
Leone Tommasi ( 1903 - 1965 ) nació en Pietrasanta, Italia, y además de brillante escultor está considerado un eximio acuarelista.
Ya a principio de la década del ´50, Tommasi había viajado a la Argentina para realizar las importantes esculturas que se ubicaron en el frontispicio de la Fundación Eva Perón.
El gran artista diseñó un monumento de 170 metros de altura que demandaría 42.000 toneladas de material y que estaría coronado por una grandiosa estatua hueca y forrada en bronce de 45 metros de altura, El Descamisado. En su parte inferior estaría la tumba de Evita. Toda su base estaría cubierta de frisos conmemorativos de las gestas peronistas.
El destacado anatomista español Dr. Pedro Ara, que embalsamó el cuerpo de Evita, realizando una imputrescible obra maestra, le propuso al Gral. Perón embalsamar otros seis cuerpos, dos vestidos de granaderos y otros cuatro, de descamisados, que oficiarían de cortejo de Evita en el mausoleo. La idea no fue aceptada por Perón.
Al producirse el golpe de " La Libertadora ", en 1955, un furioso comando militar antiperonista irrumpió en el atelier del escultor Tommasi y procedió a decapitar con picos y mazas las estatuas de Evita y Perón. No logró ubicar los frisos que se hallaban en las paredes del comedor de la cantera de Henraux, donde trabajaba el maestro Tommasi. Las estatuas mutiladas fueron arrojadas al riachuelo, y recién en la década del ´90 fueron rescatadas del irracional y vandálico suceso. En Italia, los operarios toscanos de la cantera de la Henraux almuerzan diariamente bajo la protectora mirada de Evita
Las imágenes muestran a las estatuas denominadas Los Derechos del Trabajo y La razón de mi vida. ( fotos Gentileza del Archivo General de la Nación ). La imagen color muestra a las estatuas decapitadas que descansan en los jardines del Museo Histórico 17 de Octubre, Quinta San Vicente, en San Vicente, provincia de Buenos Aires. ( foto Gentileza del fótografo Sr. Miguel Zuanich ).
El Museo Histórico 17 de Octubre es un bello espacio de 18 hectáreas rodeado de fresnos, tilos, nogales y cedros, fue el lugar de descanso y esparcimiento de Evita y Perón. El cuidado de los rosales constituía una de las tareas preferidas de Evita. En su chalet principal se conservan muebles, uniformes, condecoraciones, ropa y objetos que pertenecieron a la pareja.
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José Pablo Feinmann, licenciado en Filosofía, docente, escritor y crítico, afirma:
Que la vida se termina no es la única de sus leyes. Tiene otras. Lo que hace grandes a los seres humanos es que conocen las más dolorosas y siguen adelante, pese a todo, con la certeza de la finitud y la sed de la inmortalidad.
Cuando se es joven todo es posible. La vida no tiene límites. Por eso es posible jugársela a cara o cruz. Evita lo hizo.
Un cáncer la mató y muy posiblemente la quemó la militancia, un fuego que era demasiado para ese frágil cuerpo. Meter un volcán en una porcelana, a quién se le ocurre.
Murió joven. Morir joven es morir sin la aspereza de los años, sin que a uno se le arrugue la cara o las ideas, o la fidelidad a las primeras promesas. Envejecer tiene, entre otros, el costo de la decadencia.
Los líderes políticos, envejeciendo, hacen política día tras día, y se opacan con los años los brillos unánimes de los orígenes. Todos o casi todos somos puros al comienzo. Pero, ¿ quién no ha sentido que traicionó sus sueños jóvenes ? O, al menos, no todos. Pero sí algunos y no desdeñables.
Bien, el que muere joven muere sin contradicciones. Morir joven es morir sin dejar de ser, por falta de tiempo precisamente, lo que uno es. No es seguro ni cierto que los años entreguen sabiduría. A veces nos vuelven cobardes, nos vuelven cínicos y nos reímos de lo que supimos ser.
Más allá de los homenajes o los recordatorios, los mármoles y los bronces, Evita fue para algo, ella fue para la eternidad.
Imágenes y texto cortesía de mi amigo Carlos Vitola Palermo de Rosario, Santa Fe, República Argentina.