EL MONUMENTO A EVITA
Los restos de Evita fueron depositados en la CGT, en la tarde del 11 de agosto de 1952, mientras los oradores designados para despedirlos preparaban sus carillas. El locutor de Radio del Estado, con su voz engolada, anunciò que a partir de ese instante, "por decisiòn del Ministerio de Comunicaciones, y en momoria de la excelsa personalidad de la extinta, todas las emisoras del paìs silenciaràn sus transmisiones por una hora".
Cumplido el homenaje, iniciò la serie de discursos el Ministro del Interior, Angel Gabriel Borlenghi, quien sorprendiò a todos con frases poèticas: " Llora este pueblo, sì; pero como lloran las montañas que ofrecen a la naturaleza el turbulento caudal del nuevo rìo, cuando las parte el cataclismo. ¡ Eva Peròn !, màrtir del trabajo, eminencia de la justicia, santa de la protecciòn, cielo de los humildes, sol de los desamparados, hada de los niños ".
Por su parte, Alberto Teisaire no quiso ser menos en el terreno de oratoria y leyò este pàrrafo: " A tu conjuro se deshicieron en hilachas las construcciones de la maldad y la arquitectura del odio. Y mientras la luz de tu espìritu se hacìa claridad en la vida de tu pueblo, tu carne se abatìa consumida en la llama de tu propio fervor ". Rodolfo Valenzuela, presidente de la Corte Suprema de Justicia, advirtiò en su discurso que " con el alejamiento de Eva Peròn, los jueces argentinos echamos de menos un còdigo de amor incomparable, un estrado de serenidad y de buen juicio ".
La senadora Juanita Larrauri se dirigiò en terminos màs emotivos: " Jamàs, señora Evita, en la historia del mundo, tantos lloraron con tantas làgrimas una pena tan honda para su corazòn ".
Y, finalmente, le tocò al titular de la Càmara de Diputados, Hèctor J. Càmpora, rescatar del olvido el clàsico discurso de despedida, cargado de lugares comunes y frases hechas. Una de ellas decìa: " Juremos proseguir las enseñanzas y la obra al borde mismo de su tumba, de la mujer argentina por antonomasia, cuyo corazòn debiera conservarse para darnos la ilusiòn de que escuchamos los latidos que acompasaron su ascensiòn a todas las azules idealidades ". La muerte de Evita desencadenò un verdadero certamen de homenajes, al que no serìan extraños los funcionarios estatales y menos aùn los legisladores oficialistas de todo el pàis. Los primeros en adelantarse a proponer que " una ciudad importante lleve el nombre de la ilustre extinta " fueron los diputados de Buenos Aires. La rama femenina del Partido Peronista enviò un memoràndum al Gobernador Carlos Vicente Aloè, en el que se solicitaba el nombre de Evita para la ciudad de La Plata. La campaña dio resultado y el 8 de agosto la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, aprobò, por acuerdo de ambas Càmaras, rebautizar a la capital bonaerense. Esa misma ley, que calificaba a la ciudad de La Plata como " un prodigio argentino ", obligaba tambièn a denominar Eva Peròn a una escuela de cada distrito provincial, y a un aula en cada una de ellas.
Adhirièndose a los homenajes, la Universidad de Buenos Aires decidiò imponer en la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, y en el Colegio nacional Buenos Aires (ambos a su cargo) la utilizaciòn de La razòn de mi vida como texto obligatorio. Segùn esa disposiciòn, el libro de Evita servirìa a los alumnos de tercer año para lectura, ejercicios de ortografìa y sintaxis; a los de cuarto, como ejemplo literario; a los de quinto, como repaso; y a los de sexto, para monografìas y concursos. Finalmente, La razòn de mi vida iba a servir como complemento de los cursos de Historia Argentina, Derecho, Instrucciòn Cìvica y Economìa Polìtica.
Pero la imposiciòn de ese libro no se detenìa allì. Recomendado por los profesores, de acuerdo con las "sugerencias" del Ministerio de Educaciòn, tambièn fue incluido en los programas de estudio de los colegios secundarios estatales,y en no pocos establecimientos de enseñanza privada.
La tirada de La razòn de mi vida llegò a 1.388.852 ejemplares, segùn el testimonio de la empresa editora Jacobo Peuser, y la mayor parte se distribuyò al principio, en entidades de bien pùblico, dependencias estatales y asociaciones culturales y deportivas.
La venta del libro ( la ediciòn popular costaba 9 pesos, y la encuadernada 16 ) era cuidadosamente controlada por funcionarios de la Fundaciòn, quienes recorrìan las librerìas para verificar si se lo exhibìa en forma visible y si la cantidad de ejemplares recibidos concordaba con la cuota asignada.
Al cumplirse el primer mes de la muerte de Evita, el 26 de agosto de 1952, la CGT organizò una gigantesca marcha de antorchas. Silenciosamente, la multitud volviò a desfilar otra vez por las calles cèntricas y desembocò en la CGT, para rezar oraciones " por el descanso del alma de Evita ", cerca de la tumba provisoria.
El gran homenaje, sin embargo iba a efectuarse dos meses despuès, el 17 de octubre, cuando la central obrera decidiò " dedicar la fecha a la memoria de la señora ". Ese 17 de octubre, el tradicional balcòn de la Casa Rosada, desde donde Evita solìa arengar a los peronistas junto con su marido, permaneciò cerrado. Una bandera argentina con crespones colgaba de ese lugar, detràs de un gran retrato de Eva Peròn. A la tarde fue leìdo uno de los capìtulos de su libro pòstumo e inèdito Mi mensaje, que ella habìa titulado Mi ùltima voluntad. En èl, Evita instituìa como heredero de sus bienes " al general Peròn, en primer tèrmino, y despuès al Pueblo ".
A su vez, Peròn anunciò que la Fundaciòn Evita (nuevo organismo, colateral de la Fundaciòn Eva Peròn) se harìa cargo de la administraciòn de los dividendos de los dos libros de su mujer, y anticipò que las joyas que habìa lucido ( y que le pertenecìan ) iban a ser depositadas en un museo a construirse dentro del proyectado monumento y en caràcter de garantìa - dijo - para los prèstamos a otorgarse a las familias humildes que decidan construir sus viviendas .
La construcciòn del monumento a Eva Peròn habìa sido aprobada por el Congreso nacional, a causa de un proyecto de la senadora Larrauri. Al fundamentarlo, la legisladora exclamò en el recinto: " En estos instantes de grandeza argentina, en que està palpable la obra de Eva Peròn, lo pòstumo serìa un agravio. Queremos levantarle un monumento en vida; queremos verla y que ella se vea perpetuada por nosotros, presente y eterna, contemporànea y a posteridad ".
Tras cinco sesiones de discursos laudatorios, la ley quedò aprobada y se dispuso la erecciòn del monumento en la zona cèntrica de Buenos Aires, con rèplicas en todo en interior. Para llevar adelante esa tarea fue nombrada una comisiòn nacional presidida por Juanita Larrauri, e integrada por Teisaire, Apold, Càmpora, Roberto Dupeyròn y Delia Parodi, la que se reunìa en el Ministerio de Trabajo y Previsiòn. Sus deliberaciones comenzaron en el Salòn Dorado de ese edificio, el 17 de julio de 1952, y sus actas fueron cuidadosamente archivadas.
La idea de la mayorìa era levantarlo en Plaza de Mayo, pero las dimensiones proyectadas eran tan colosales que no parecìa sencillo ubicarlo allì. Càmpora propuso una soluciòn: " Se pueden demoler los edificios de la Intendencia Municipal y de La Prensa. no es muy difìcil hacerlo..." Subiza, en cambio, pensaba en correr la Piràmide de Mayo. " La cambiaron tantas veces de lugar - dijo - que no serìa novedoso que se volviese a hacer." Otros proponìan cambiar el lugar y sugerìan el cruce de las avenidas de Mayo y 9 de Julio.
Finalmente, se eligiò un solar situado en Avenida del Libertador, frente a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. " Este es el sitio apropiado - explicò un arquitecto del Ministerio de Obras Pùblicas - , porque està rodeado de jardines y lucirà en todo su esplendor."
Para la imponente construcciòn se pensò en un escultor italiano, Leone Tommasi, quien habìa proyectado por su cuenta hacer la imagen del " descamisado ". Tommasi esculpiò la cara de Peròn, vestido de obrero, con la camisa abierta y un gesto de lucha; pero esa idea no fue aceptada y se le ordenò modificarlo. El costo de la obra quedò estimado en 150.000.000 de pesos, aunque el Ministro de Obras Pùblicas, Dupeyròn, calculò que " hacer un monumento de 140 metros de altura, con una estatua de 53 metros y 16 figuras de 5 metros de alto cada una, cuesta màs de 400.000.000 de pesos ". Es que el conjunto de la obra era màs grande que la Estatua de la Libertad, y la Basìlica de San Pedro; y casi tan alto como la Piràmide de Keops. Su costo se encarecìa por los 50.000 dòlares que debìan invertirse en màrmol de Carrara.
Cuando los cimientos ya habìan sido colocados y la gigantesca estatua estaba a punto de ser embutida en el encofrado, en setiembre de 1955, se produjo el derrocamiento de Peròn. Ese lugar sirviò, entonces, para hacer una gran fogata con todas las fichas de afiliados del Partido Peronista y con todos los emblemas y afiches del Presidente derrocado.
Texto cortesía de Carlos Vitola Palermo de Rosario, Santa Fe, República Argentina, transcrito por èl de la revista Primera Plana editada por Jacobo Timerman en su nùmero Primera Plana Nº 284 del 4 de junio de 1968.
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