DOCUMENTOS SOBRE EVA DUARTE DE PERON 


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María Eva Duarte de Perón / Evita. Argentina 1919-1952

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HISTORIAS, ANECDOTAS y TESTIMONIOS 

Evita en el Hogar de Tránsito Nº 2, hoy Museo Evita, Lafinur 2988, Buenos Aires

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De Néstor Ferioli, periodista y escritor, autor del libro La Fundación Eva Perón, editorial Centro Editor de América Latina, 108 páginas, Buenos Aires, Argentina, año 1990:

En 1951 se habían graduado en la Escuela de Enfermería, una de las obras más queridas por Evita, 5.000 enfermeras que prestaron servicio tanto en el país como en el exterior.

La única limitación para ingresar en la Escuela de Enfermería fue la edad: las aspirantes tenían que tener entre 18 a 34 años.

Fue el médico sanitarista Ramón Carrillo quién visionó la importancia de la creación de la Escuela de Enfermería. Su plan, titulado " Plan analítico de Salud Pública ", publicado en 1947 por la Secretaría de Salud Pública de la Nación trata de las causas, consecuencias y efectos a fin de superar los graves problemas de salud que afectaba a la población: defunciones de lactantes, tuberculosis, enfermedades venéreas, salud mental, discapacidades. Curar a los enfermos y atacar a los factores socioeconómicos que causan la enfermedad ( falta de una nutrición adecuada, condiciones de trabajo peligrosas y la ignorancia de la higiene básica ). Enfermeras profesionales son indispensables para su éxito. Teresa Adelina Fiora, importante e inteligente colaboradora, junto con el apoyo de un equipo médico que incluía al Dr. Jorge Albertelli, el médico de Evita, organizaron la Escuela de Enfermería. Durante el primer año se estudiaba Higiene y Epidemiología; Anatomía y Fisiología; Semiología; Patología General y Terapéutica; Defensa pública y desastres. En el segundo año Primeros auxilios; Enfermería médico - quirúrgica; Obstetricia; Ginecología, Pediatría; Dietética y Medicina Social. Los estudios de postgrado requerían dos años más.

Las enfermeras egresadas de la Escuela de Enfermería integrada a la Fundación Eva Perón acompañaron a los médicos y trabajadores sociales de todo el mundo, algunas incluso dieron su vida por servir a la humanidad. En 1949, un terrible terremoto azotó al país hermano de Ecuador. El personal médico de la Fundación voló en avión a la vecina nación para ayudar. A su regreso a Buenos Aires el avión se estrelló. Entre los muertos figuraban dos enfermeras muy apreciadas por Evita, Amanda Allen y Luisa Komel. La Ciudad Infantil, la Ciudad de la Infancia, llevaría en su honor el nombre de Amanda Allen.

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De María Sáenz Quesada, profesora universitaria, investigadora, publicista, Premio Konex de platino 2004, escritora, autora del libro La Libertadora, editorial Sudamericana, 480 páginas, Buenos Aires, Argentina:

Uno de los problemas a resolver de la Libertadora era el futuro de la Fundación Eva Perón.

El vicealmirante Walter von Rentzell había sido nombrado por el presidente de facto Gral. Eduardo Lonardi, debido a su prestigio profesional y también por su amistad con el hermano del presidente, el contraalmirante Alberto Lonardi.

Como interventor de la Fundación Eva Perón, el marino hizo un prolijo inventario del estado de bienes del organismo y le recomendó al presidente de facto Gral. Pedro Eugenio Aramburu no disolverlo sino mejorar su funcionamiento.

Walter Enrique von Rentzell ( h. ) recuerda que su padre debió enfrentarse con la intención de algunos caracterizados militares antiperonistas ( " gorilas " ) que querían terminar con todo lo que oliera a Perón y que tuvo que entregar un millar de pelotas de fútbol marcadas con el nombre de la institución al embajador Palacios para que las regalara en el Uruguay, en la Argentina la marca indeleble de la Fundación Eva Perón las hacía " inservibles ".

Aramburu le pidió a von Rentzell que se abocara a la tarea de disolver la Fundación. " Para esa tarea no se necesita un almirante sino un contador ", contestó el marino, y presentó la renuncia.

Finalmente, el 2 de enero de 1956 fue disuelta la Fundación.

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De John Barnes, periodista y escritor, corresponsal del Newsweek y del Sunday Times, autor del libro Evita, la biografía, editorial Thassália, 323 páginas, Barcelona, España:

Cuando Perón llegó al poder, en Argentina sólo había cincuenta y siete hospitales, y a finales del año 1949, el número se había elevado a ciento diecinueve, todos ellos con la marca distintiva de la Fundación Eva Perón. Sus escuelas de enfermeras entrenaban unas mil trescientas enfermeras por año, que inmediatamente iban a los barrios miserables o al campo a abastecer de personal capacitado las clínicas que estaban abriéndose a razón de una por semana por todo lo largo y lo ancho del país. Evita dirigía su propia Cruz Roja, y de esta manera enviaba ayudas de urgencia y equipos médicos al lugar en que se produjera algún desastre, no sólo en Argentina, sino en toda América Latina.

Después del terremoto de Ecuador del año 1949, en el que murieron ochocientas personas, Evita envió ayuda ( médicos, enfermeras, plasma, equipos médicos, alimentos, ropas, etc. ). De la misma manera, el joven Estado de Israel recibió cargamentos de comida y ropa para sus inmigrantes, y también hizo donativos a una entidad de caridad de Washington, USA, para gran bochorno de los norteamericanos.

Evita construyó hogares para las madres solteras, casas de retiro para los ancianos, parques y centros recreativos, colonias de vacaciones completas, al lado del mar, para los trabajadores. Había también un hotel para las muchachas que llegaban del interior del país a la gran ciudad y no tenían ningún sitio donde alojarse ( como le había ocurrido a la misma María Eva Duarte no muchos años atrás ). Evita hizo construir también orfanatos para los miles de pequeños sin hogar, sin escuela, sin cuidados sanitarios y listos para contraer cualquier tipo de enfermedad.

Para las Navidades, Evita recordaba su propia infancia desposeída y, por medio de su Fundación, todas las centrales de Correos del país entregaban una botella de sidra, un pan dulce ( tradicional de estas fiestas en Argentina ) y juguetes a todas aquellas familias que así lo pidieran el día anterior de Nochebuena. Cada uno de estos paquetes llevaba además una foto de Evita y de su marido con un saludo navideño del presidente y su esposa para sus amados descamisados.

Una de las grandes ilusiones de Evita fue la construcción de una ciudad modelo para niños en las afueras de Buenos Aires. Albergaba pequeñas casas en escala para los pequeños, una iglesia y un Banco, además de tiendas y de lujosos dormitorios, comedores y salas de juegos. Evita llevaba visitantes extranjeros para que la recorrieran, por cierto una de las visitas que más disfrutaba en organizar y acompañar personalmente.

Uno de los enemigos más inteligentes de Evita comentó un día: " Si nosotros hubiéramos hecho por los trabajadores de Argentina sólo una pequeñísima fracción de lo que Evita ha realizado, nunca hubiera existido un Juan Perón, y ella sería aún una actriz ". Pero lo cierto es que nadie había hecho nada de aquello, nadie tenía el derecho de decir orgullosamente, como decía Evita: " Yo paso cada hora del día cuidando y pensando en las necesidades de los descamisados para demostrarles que aquí, en la República Argentina ..., aquel abismo que separaba a las personas del gobierno, ya no existe más ".

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De Jorge González Crespo, profesor, historiador y escritor, autor de Memorias del almirante Isaac F. Rojas, editorial Planeta, Buenos Aires, 601 páginas, 1993:

Aquel 4 de julio de 1913 los cuatro cadetes del tercer año que habían quedado en el ala sur del salón de gimnasia del Colegio Militar decidieron continuar los ejercicios matinales en la barra. Mientras los jóvenes Martini y Tiscornia hablaban agotados por el entrenamiento, Juan Domingo Perón y Filomeno Velazco se encontraban sobre los aparatos, barra fija y paralelas metálicas. Un movimiento brusco sorprendió los reflejos de Perón y su cuerpo cayó pesadamente sobre la barra, apretando violentamente su entrepierna contra ella.

Su compañero Velazco lo ayudó a ingresar en la enfermería del Colegio de inmediato.

Perón, de 18 años, quedó internado por cuatro días bajo observación médica. Este accidente mantenido en secreto durante varias décadas sería la causa de la esterilidad de Perón. Unicamente las anotaciones de la libreta del cadete Perón, del Servicio de Sanidad del Colegio del año 1913, son depositarias del golpe traumático en los genitales. El mayor Alfredo Máximo Renner, ayudante de presidente Perón, manifestó que había escuchado en una oportunidad por relato de Perón sobre su imposibilidad de concebir hijos delante de un testigo calificado, el general Adaro.

A esa conclusión llegó, en su momento, la Libertadora y se cerró el ciclo investigativo.

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De Eduardo Vior, docente, historiador y escritor:

Aunque no hay acuerdo unánime sobre su papel el 17 de octubre de 1945, está claro que Evita tuvo una participación activa, aunque no descollante. Siguiendo sus propios conceptos, fue justamente en esa semana, del 9 al 17, en que, por influjo de las múltiples experiencias vividas se forjó su espíritu. Ella lo dice cuando escribe:

" ¿ Y qué son, para mí, los descamisados ? No puedo hablar de ellos sin que vengan a mi memoria los días de mi soledad en octubre de 1945. Definir lo que es un descamisado sin volver a aquellos días es imposible, como tal vez no pueda explicarse lo que es la luz sin pensar en el sol. Descamisados fueron todos los que estuvieron en la Plaza de Mayo; los que cruzaron a nado el Riachuelo viniendo de Avellaneda, de la Boca y de la Provincia de Buenos Aires, los que en columnas alegres pero dispuestos a todo, incluso a morir, desfilaron aquel dia inolvidable por la Avenida de Mayo y por las diagonales que conducen a la Casa de Gobierno; hicieron callar a la oligarquía y a aquel que dijo " yo no soy Perón "; los que todo el día reclamaron a gritos la presencia del Líder ausente y prisionero; los que encendieron hogueras con los diarios de la prensa que se habían vendido a un embajador extranjero por treinta dineros ¡ o tal vez menos ! ".

Evita fue quien preparó, con la principal ayuda del coronel Domingo Mercante, todo el plan para traer a Perón a Buenos Aires, copar la Policía y el Regimiento 3, y estuvo al tanto del accionar de Cipriano Reyes y su gente en la preparación del movimiento.

Aún no es la vigorosa dinamizadora de la relación Perón - pueblo trabajador del período 1946 - 1952, pero ya se forja la militante consecuente, fanática y totalmente entregada a su causa.

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De Carlos Russo, historiador y escritor:

El desarrollo de la campaña electoral ( diciembre de 1945 - febrero de 1946 ) puso de relieve a simple vista la diferencia entre la vetusta escuela declamatoria, con las reiteraciones retóricas que exhibieron los candidatos de la Unión Democrática, y la claridad contundente, despojada de alegorías que Perón puso de manifiesto en cada uno de sus discursos.

Mientras los unionistas - seguros del triunfo - jugaron con abstracciones sobre la libertad, la democracia y la justicia social ( aunque el programa presentado era valioso ), o se dejaron arrastrar hasta el pantano de las fantasmagorías del nazifascismo con el que buscaban impugnar a Perón, éste se concretó a exponer una secuencia de formulaciones básicamente sociales expresadas con palabras claras que despertaban la emoción popular.

A fines de 1945 decía: " No nos ofenden porque nos digan descamisados; no olvidemos que los descamisados de la vieja Francia fueron los que señalaron un nuevo rumbo a la humanidad ". Parando el golpe de sus críticos hacía transitivo su carisma, lo entregaba intacto a quienes masivamente lo apoyaban. Meses antes con una sonrisa sobradora esquivaba el sambenito de demagogo, que amenazaba con desbordarlo, con esta respuesta: " Hemos sido tildados de demagogos. Y lo triste es que quienes sienten y hablan de esa manera son los que nunca hicieron nada a pesar de haber dicho por demás ".

Con su estilo, nuevo para el oído fatigado por el palabrerío académico, logró que sus adversarios al unísono centralizaran sobre su persona todo el poder del ataque. Sabía que no podrían hacerlo, a riesgo de herir la propia, sobre su incipiente doctrina social. Había comprobado a lo largo de dos años de lucha, que cuanto más virulento fuera el ataque de sus enemigos, más amplio sería el margen de su victoria; cuanto más lo denigraran, mayores serían los réditos que podría capitalizar su política. Dejó que tejieran a su alrededor una trama fastuosa de fábulas porque, al fin y al cabo, con ella no iban a destruirlo mientras pudiera conservar la base netamente obrera que había elaborado. Tenía bien en claro que quienes lo rodeaban estaban hartos de promesas que nunca llegaban a concretarse, descreídos de los hombres y de la política que en ese momento se le oponían. Sin predecir, en 1944, avisó: " Cuando se pierde la fe en el país, no puede predecirse a ciencia cierta cuál será su futuro ".

Después del triunfo electoral ( cuando todavía una marejada de estupor inundaba a los derrotados unionistas ), Perón explicó de un pincelazo los motivos de su triunfo: " Mientras yo le prometí al pueblo hacerlo feliz dándole lo que necesitaba, ellos ( sus adversarios ) se propusieron derrocarme, impedir que gobernara ".

El consuelo de los opositores se limitó, entonces, a esperar el fracaso del coronel. " No podrá cumplir con el programa porque todo lo que ha ofrecido es descabellado ", auguraron en los cenáculos donde se reunían para aguardar el desenlace.

La respuesta, dicha de mil maneras, alentaba con la esperanza y seguridad de que " éste no dura seis meses " fue la evidencia del fracaso, iba unida con el deseo de que Perón no cumpliera con las " desmedidas promesas ", porque de hacerlo habrían perdido, tal vez para siempre, las posibilidades de reconquistar ese electorado.

Para poner en práctica, desarrollar y concretar su ambiciosa política económica y social, Perón creó la infraestructura financiera cuyo epicentro fue la nacionalización del Banco Central de la República Argentina y de todo el sistema bancario argentino.

Esta medida le permitió el acceso a sumas siderales para volcarse en las prioridades de orden social, acrecentadas por las ganancias de la comercialización de los productos tradicionales argentinos ( granos y carnes ) en la época de la inmediata postguerra. Ellas derramaron el cuerno de la fortuna sobre las arcas ya bien provistas del país, aumento que ensanchó el horizonte de las pretensiones políticas del nuevo líder, y abrieron el camino para la realización de las promesas que sus enemigos esperaban ver incumplidas.

" La primera acción del gobierno para reconquistar su independencia económica - decía Perón en julio de 1947 - fue nacionalizar el Banco Central de la República Argentina. Sería como decir que hemos nacionalizado el gobierno nacional ". En media hora explicó que el banco, en su organización, llenaba las funciones de todos los bancos centrales del mundo: regular el movimiento financiero de los factores que accionaban un mercado, en este caso el argentino. De esta manera, se había transformado en el custodio del oro, de la circulación fiduciaria de la moneda, y era el regulador del crédito y de todos los valores nacionales. Creado en 1935 por el pontífice de la banca inglesa, sir Otto Niemeyer, a imagen y semejanza de las necesidades del Reino Unido, el Banco Central estaba dirigido por un directorio compuesto por ocho miembros, de los cuales solamente dos eran representantes del gobierno argentino y los otros seis de los bancos extranjeros que operaban en la plaza de Buenos Aires. En conjunto, todas estas instituciones guardaban en calidad de depósito, hacia 1945, una cifra que superaba los 3.500.000.000 de pesos; " Como consecuencia - razonaba el presidente -, todo el control del sistema financiero no se gobernaba desde la República Argentina, sino desde los distintos mercados financieros del mundo ". No dejaba de jactarse de haber creado un mercado autónomo regido con criterio nacional y un banco como el Central descansando en el manejo de un directorio netamente argentino.

La medida trajo como consecuencia inmediata la fluidez del crédito, hasta entonces restringido, y la posibilidad de jugar en él. Perón puso los ojos en una institución que a la postre le rendiría dividendos al permitirle cumplir con uno de los postulados más urgentes de su plataforma: la vivienda. Esa entidad era el Banco Hipotecario Nacional, y a ella recurrió movilizando sumas hasta entonces desconocidas en ese rubro.

La clave de uno de los más acuciantes problemas, el habitacional, fue develada por el IV Censo Nacional, verificado en mayo de 1947. Las cifras que arrojó el recuento, referidas a la falencia en materia de casas - habitación, fueron realmente graves. En la Capital Federal - y era un dato mínimo dentro del contexto -, se necesitaban y con relativa urgencia, algo más de 100.000 viviendas, pero en todo el país la cifra llegaba a las 650.000 unidades.

La construcción, a nivel masivo, es dceir la creación de centros urbanos, barrios, etc., estuvo a cargo, desde 1912, de la Comisión Nacional de Casas Baratas, organismo destinado a proyectos de envergadura pero endeble por la falta de financiación y, por supuesto, de medios y recursos oficiales, aunque a pesar de todo cubrió una función importante dejando obras que aún hoy perduran.

Crear una nueva entidad era ocioso. El Banco Hipotecario Nacional, nacido en octubre de 1886 ( gestado en junio del año anterior durante la primera presidencia del general Julio Argentino Roca y autorizado a operar por uno de los primeros decretos del nuevo mandatario, Miguel Juárez Celman ), era el instrumnento " preexistente " capaz de colmar los planes de Perón en materia de vivienda. En 1944, siendo ya vicepresidente, pregonaba: " La vivienda no es una prebenda del hombre que pueda disponer de medios, sino uno de los elementales derechos del pueblo ".

Desde sus orígenes, el Banco Hipotecario Nacional estuvo destinado a efectuar operaciones de crédito hipotecario a largo plazo, aunque entonces despertó la oposición de un núcleo de legisladores. Alegaban que el Congreso ( aprobó la creación el 24 de setiembre de 1886 ) por mandato de la Constitución, podía solamente establecer un Banco Nacional, que funcionaba desde más de una década antes, facultado para la emisión de moneda. Existiendo ya éste, la creación del Banco Hipotecario Nacional era improcedente. Agitaron la tesis primitiva de que las provincias no delegaban en el poder central la facultad de instalar un banco específico de crédito real porque de esa manera se alentaba a franquear los límites constitucionales de la Nación sobre los estados federales. Finalmente, después de un engorroso debate parlamentario, la Suprema Corte de Justicia dictaminó que el Banco Hipotecario Nacional era una " rama " del gran Banco del Estado a que se refería el artículo 67 de la Constitución e indiscutibles las facultades del Congreso para promoverlo.

En el momento de la fundación del Banco Hipotecario Nacional la falta de capitales que incrementaran los bienes raíces era notorio. Las dos últimas décadas del 1800, con el impulso de la riqueza extraída de la producción agrícola - ganadera no fue el espejo más apropiado para reflejar la situación de la propiedad inmueble. La traba más áspera que bloqueaba las operaciones de crédito inmobiliario radicaba, particularmente, en la dudosa bondad de los títulos de dominio, sin contar con la indiferencia con que se computaba el valor exacto y real de la tierra que redundaba, al fin y al cabo, en el respaldo más eficaz de las inversiones.

Una vez solucionado el trajinado desacuerdo entre los que se oponían y apoyaban la creación del Banco Hipotecario Nacional el 13 de octubre Juárez Celman designó presidente a Gregorio J. Gavier, quien falleció antes de hacerse cargo de sus funciones, reemplazándolo, y por cuatro años, el sociólogo e historiador Juan Agustín García, autor, entre otros libros de su copiosa obra, de La ciudad indiana.

El sistema del nuevo banco había sido experimentado desde años atrás por el banco Hipotecario de la Provincia de Buenos Aires sobre el molde del Crédit Foncier de France que a su vez se originó en el mecanismo de las corporaciones germanas emisoras de obligaciones. Como su antecesor el Banco Hipotecario Nacional no funcionaba con dinero en efectivo, sino que recurrió a la cédula hipotecaria. El artículo 4º de su Carta Orgánica lo autorizaba a emitir hasta cincuenta millones de pesos en cédulas de crédito, cantidad que únicamente el Estado, mediante ley, podía aumentar. Además, la ley 1.804, que le diera vida, estableció que la finalidad del banco era " facilitar préstamos sobre hipotecas en base a la emisión de cédulas que se extinguirían por medio de un fondo acumulativo con la garantía de la Nación ", recaudo que le brindó el espaldarazo necesario para su desarrollo.

La primera serie de cédulas - letra A -, fue emitida por un valor de 20.000.000 de pesos, con el 7 % de interés y el 1 de amortización, más igual tasa correspondiente a la comisión del banco. Las operaciones se iniciaron, formalmente, el 15 de noviembre de 1886, en un descascarado edificio de la calle Reconquista al 46 ( tiempo después se trasladó a la planta baja del viejo Cabildo ), con un presupuesto para sueldos y mantenimiento de 8.500 pesos, y el primer contrato hipotecario fue suscripto el 20 de diciembre de ese año.

En 1936, es decir a los cincuenta años de su creación y diez antes de que Perón asumiera el poder, el Banco Hipotecario Nacional había llegado a liderar las instituciones similares, en el orden mundial, administrando una cartera de 1.500.000.000 de pesos, aunque en ese momento estaba frenado en su desarrollo como consecuencia de la crisis económica que arrancaba desde 1929. En 1933 se había ordenado la conversión de la cédulas del 6 por ciento al 5, fijándose un plazo de 36 años para el reembolso del préstamo, con el objeto de evitar crisis como las que sufriera en 1890, 1914 y 1930, que estuvieron a punto de liquidarlo por la cesación de cobranza de servicios y pago de los cupones. El entonces presidente de la entidad, Enrique S. Pérez - ex ministro de Hacienda del gobierno instalado por el general José Félix Uriburu el 6 de setiembre de 1930 -, informó al general Agustín P. Justo sobre el resultado del Censo Hipotecario practicado en 1936. El informe puntualizaba que la deuda hipotecaria al 31 de enero de ese año alcanzaba, globalmente, a 5.100.000.000 de pesos. A su vez la disminución del valor inmobiliario que se soportaba desde 1931 resultaba difícil de vencer, detalle que conformaba una situación dramática para las propiedades que no recuperarían, posiblemente en muchos años, el valor que se les había atribuído. Para la fecha del informe, la proporción de préstamos del Banco Hipotecario Nacional, dentro del esquema general de hipotecas, ascendía al 29,94 %, mientras que en comparación con el censo de 1925, la misma parte había alcanzado un pico sugestivo del 37 %. " Si nos preguntáramos cuál es la resultante económica del retraimiento del Banco - escribía preocupado Pérez - forzoso sería contestar en presencia de las cifras del censo, en la realización de un fuerte número de operaciones particulares a elevado interés ".

En efecto, de las inscripciones asentadas en el registro, de los 5.100.000.000, 1.737 estaban colocados en la plaza al interés del 5 % que correspondían, dolorosamente soportados, a los préstamos del Banco Hipotecario Nacional ( 55.247 en la zona urbana, 788.775.075 de pesos, más 31.321 y 723.000.000 de pesos en jurisdicción rural ). Pero 849.000.000 giraban al 6; 728, al siete y 206 a una tasa absurda del 10 % ". De esa manera las teorías sociales de la vivienda quedaban desvirtuadas y la gran mayoría de la población huérfana de apoyo para obtener su techo.

El plasma del Banco Hipotecario Nacional, hasta 1946, fue la cédula hipotecaria, un precioso elemento financiero codiciado en todos los mercados bursátiles del mundo por ser uno de los papeles de mayor arraigo, seguridad y solvencia. En 1914 - como una prueba del valor que se le asignaba a la cédula hipotecaria argentina - se temió que la declaración de la Primera Guerra Mundial impulsara a los tenedores a desprenderse de ella. Algunos lo hicieron, pero muy tímidamente y recién en 1915. Las Casas Reales de Europa, los inversores internacionales y el ahorro nacional, demandaron los títulos del Banco Hipotecario Nacional convertibles a monedas extranjeras y a oro. Desgraciadamente era un instrumento rígido para los fines que debía cumplir. El gobierno, que regulaba la emisión de las series, no era generoso en cuanto a la cantidad que permitía emitir, retaceándola con el propósito de no " encedular " los mercados y mantener de esa manera el valor privilegiado de los títulos.

Tratando de zafar al banco de la varadura, Pérez aconsejaba dar mayor salida a las cédulas, " pero es indispensable - puntualizaba - remover las causas que impiden que dichos títulos se lancen al mercado en la proporción de años anteriores, para que el Banco distribuya, razonablemente, los medios indispensables para estimular la producción y la organización de provechosas industrias.

Durante 1937, según el ejercicio correspondiente a ese año, se solicitaron 6.006 préstamos, se acordaron 5.331, y se escrituraron 4.268 que suponían una inversión de 66.000.000 de pesos en cédulas. Simultáneamente, regulando la estabilidad de los títulos fueron emitidas cédulas por otros 66.000.000 de pesos, con lo cual la circulación ascendió a 148 millones y el equilibrio pudo salvarse, pero la crisis, en cambio, continuó en vigor.

Esta fue la historia y el panorama que, a grandes rasgos, encontró Perón en 1946. Unicamente con el cambio del sistema bancario podía dar un vuelco absoluto y profundo porque, en realidad, la cédula hipotecaria no era el instrumento más apto para llevar adelante su programa de vivienda.

Tanto el primero como el segundo Plan Quinquenal, planificaciones que rigieron desde 1947 a 1955, definieron los objetivos con respecto al problema, asegurando " a todos los habitantes de país la posesión de una vivienda ". En su condición de propiedad individual - especificaba -, tiene una función social que cumplir, y por ello ha de ser considerada bien de familia, garantizada por el Estado en su condición de tal ".

En ninguno de los nueve años que median entre 1937 y 1945 alcanzó a escriturarse un número mayor de 5.800 préstamos ( por escasez de dinero y retraimiento en el ahorro ). En 1946 los préstamos treparon a 8.275 con un monto de 177.000.000 de pesos. Hasta ese momento los préstamos hipotecarios en vigor ascendían a 101.223 involucrando un capital de 1.677.000.000 de pesos. En el mismo año que se introdujo la reforma bancaria se comprobó que el sistema de prestar dinero directamente agilizaba la construcción y rendía buenos dividendos políticos. Los viejos esquemas eran barridos con el producto del rescate de las cédulas ( 1946 ) que permitieron al banco disponer de 1.500.000.000 de pesos facilitados por el Banco Central.

Expresaba Perón: " Si la vivienda pobre, destartalada y miserable, pudo servir hasta ahora de argumento para efectistas y truculentas disertaciones, y ser tema que confundió a la prensa en enjundiosos editoriales, no constituyó nunca en las alturas del poder una preocupación verdaderamente honrada y patriótica ".

Desde que asumiera la presidencia, el nuevo mandatario propugnó el abaratamiento del dinero, deseo que dio a conocer un discurso pronunciado ante los representantes de la industria y el comercio y en el mensaje al inaugurar las sesiones del Congreso. En consecuencia, el Banco Hipotecario Nacional rebajó el interés de sus préstamos al 2,8 % y se privó de percibir las comisiones del 0,50 ó 0,75, según los casos, lo que significó una pérdida de aproximadamente 14.000.000 de pesos. En ese aspecto, la doctrina social resultaba onerosa.

Es justamente en 1947, con la aprobación de su Carta Orgánica, que el Banco Hipotecario Nacional recibe una masa de solicitudes desconocida a lo largo de sus sesenta años de existencia. Fueron 32.042 que cayeron ante los atónitos empleados y obligaron a prever una movilización de recursos de 903.000.000 de pesos. La estadística informó que con respecto a 1946 se habían hecho 21.637 pedidos más, una cifra que no se alcanzaba a reunir sumando varios años consecutivos. El crecimiento significaba, nada más ni nada menos que el 307 % de aumento en el número de solicitudes y el 316 % en el importe demandado. En cinco años, desde 1938 a 1942, apenas si fueron presentados 26.724 formularios de pedidos, lo que arrojaba todavía un margen de 5.318 a favor de 1947. Pero las cifras reveladas por la estadística para las escrituraciones ( se llevaron a cabo 13.000 en ese lapso ) no destacan la importancia de los préstamos de fomento con marcado acento social porque recién al promediar el año 1947 comenzaron a regir las nuevas disposiciones. Simultáneamente el Banco Hipotecario Nacional se hizo cargo de la Admisitración Nacional de la Vivienda con una cláusula que estipulaba ( artículo 16 de la ley respectiva ): " La Nación resarcirá al Banco, al cierre de cada ejercicio de las pérdidas que arrojen las operaciones de fomento ", que permitió la construcción del grupo de monobloques agregados al barrio Marcelo T. de Alvear, en Juan B. Alberdi y Lacarra ( cuyo comienzo de construcción data de 1945 ); los departamentos que componen el barrio Curapaligüe, sobre la calle homónima y Avenida del Trabajo y el racimo de monobloques al costado de la Avenida General Paz; el barrio " San Martín ", en Merlo; el " Martín Rodríguez ", en la Boca; y el " Villa Concepción ", en San Martín.

El Plan Quinquenal requería que la vivienda fuera adecuada; higiénica ( " limpia para que no albergue gérmenes de enfermedad y sirva para conservar la salud de sus ocupantes " ); confortable ( " como garantía de una vida familiar grata y deseable " ), y fundamentalmente económica ( " para que sus propietarios no tengan que sacrificar sobre lo necesario para poder adquirirla y conservarla " ).

Abastecido por las vertientes de dinero que el Banco Central canalizó hacia el Banco Hipotecario Nacional mediante los cupos asignados, éste llegó a construir 20.000 unidades en 1947. Cabe también recordar que, en enero de 1944, la ciudad de San Juan, azotada por un terremoto, se derrumbó casi en su totalidad. Su reconstrucción, uno de los vértices desde donde Perón atisbó la posibilidad de pasar a primer plano, fue socorrida por el Banco Hipotecario Nacional. A su vez se efectuó una colecta en el orden nacional, cuyo monto se indicaba en un termómetro gigantesco que se instaló en una de las caras del Obelisco y que fue pasto para largas comidillas sobre la suerte final que corrió la recaudación.

Autorizado por la ley 12.865 el Banco Hipotecario Nacional aportó, en 1947, 2.362.650 pesos para viviendas, monto que creció hasta los 23.000.000 en 1948 y 25.000.000 al año siguiente. Con respecto a su función específica, los préstamos escriturados, también aumentaron en 1948 en un 200 % con relación a 1947.

En tres años de gobierno, engolosinado con el balance de su política en el logro de sus objetivos, la muletilla de " Perón cumple " se repitió hasta la obsesión. Por lo menos para la vivienda, tenía un significado.

Durante 1952, toda la actividad económico - financiera giró en torno al eje del Plan Económico una vez que se estimaron cumplidas las metas fijadas por el Primer Plan Quinquenal.

El Plan Económico consistió en una serie de medidas adoptadas para contrarrestar los efectos de la política económica mundial que repercutía insidiosamente sobre la Argentina. Con él, Perón quería lograr tres efectos inmediatos para no perder el equilibrio tan airosamente llevado hasta entonces: el aumento de la producción, el fomento del ahorro nacional y la restricción del consumo de productos superfluos y suntuarios. Por otra parte los acuciantes compromisos de exportación de cereales obligaron a instaurar por algún tiempo el uso de un pan inferior, de miga negruzca, para poder ampliar los cupos de trigo destinado al extranjero.

Si de alguna manera el Plan Económico prescribía reducciones en algunos niveles de la economía, la vivienda por el contrario fue alentada y la inyección de dinero para los créditos fue constante. En 1952 el Banco Hipotecario Nacional llegó a escriturar 41.040 operaciones por 1.989.000.000 de pesos, las cifras más altas que registraba a lo largo de toda su historia, así como los 3.980.940 metros cuadrados de superficie cubierta que reflejaron una actividad inédita en materia de construcción. El año anterior, cuando ya era evidente el ascenso de los niveles constructivos se habían construido 2.397.980 metros cuadrados, es decir que, con respecto a ese año el incremento era del 40 %. Solamente en la provincia de Buenos Aires se otorgaron 18.000 préstamos, lo que permitió cubrir 1.918.966 metros cuadrados.

Hacia fines de 1952 el Banco Hipotecario nacional creó un nuevo tipo de préstamo para la construcción de la vivienda familiar destinada sobre todo a los sectores obreros y de clase media, bautizándolo con el nombre de " Eva Perón ", en memoria de la " Abanderada de los Humildes ", fallecida en el mes de julio.

El nuevo plan representaba una salida accesible para los que soñaban con tener su casa propia. Los montos eran elevados, los intereses reducidos y los plazos de cincuenta años, sin contar con que los trámites se simplificaron a una mínima expresión. Estaba orientado, sobre todo, hacia las necesidades del interior del país y encuadraba perfectamente en los lineamientos del Segundo Plan Quinquenal que para 1953/57 preveía la construcción de 300.000 unidades de vivienda controladas y financiadas por el Banco Hipotecario Nacional.

Para cubrir la demanda que significaría esa inmensa producción de viviendas se esperaba que para 1957 la producción de cemento Portland llegara a 2.500.000 toneladas y los ladrillos alcanzaran el orden de los 3.000.000.000. El mismo año las industrias respectivas deberían abastecer 13.000.000 de metros cuadrados de mosaicos; 110.000 toneladas de chapas, 1.400.000 de artefactos sanitarios y 1.700.000 de puertas, persianas celosías, etc.

Con el otorgamiento masivo de los préstamos " Eva Perón " el Banco Hipotecario Nacional vio crecer desde 1953 hasta 1955 de manera intensa su cartera hipotecaria, sin contar que en el primero de los años, la superficie cubierta llegó a 4.700.000 metros cuadrados rompiendo todos los esquemas considerados hasta entonces.

De todas las gigantescas obras que debían realizarse, la mayoría se llegaron a concretar, como la " Ciudad Evita ", un complejo urbano que debía abarcar 10.000 viviendas en las cercanías de Ezeiza, y de las que llegaron a construirse un 45 %. Su costo estaba calculado en aproximadamente 1000.000.000 de pesos e incluiría desde oficinas públicas, hospitales, estadios de fútbol, una veintena de escuelas y hasta capillas, centros comerciales y colegios para la enseñanza secundaria.

Sucesivamente se fueron inaugurando los barrios " Primero de Marzo " con 177 viviendas; " Barrio 17 de Octubre " con 784 unidades y los monoblocks de " General Belgrano " dotados de 131 departamentos. Otra de las principales obras la constituyó la erección del barrio " Los Perales ", en la zona de Mataderos, un ambicioso núcleo habitacional compuesto por 39 pabellones de planta baja y dos pisos que significaron la construcción de 960 departamentos y 66.000 metros cuadrados de superficie a un costo de 31.000.000 de pesos.

A ellos deben agregarse los 248 departamentos de otro de los tantos barrios denominados " 17 de Octubre ", en la Capital Federal; el barrio " Presidente Perón ", de Rosario, compuesto de 106 viviendas individuales y 10 monoblocks divididos en cuatro edificios de 16 departamentos.

A los pocos meses de inaugurado el " Plan Eva Perón " la afluencia de interesados fue impresionante en el edificio todavía en construcción del Banco Hipotecario Nacional en Plaza de Mayo. En ese lapso llegaron a presentarse 16.000 solicitudes y a fin de 1953, apenas a un año de vigencia, se habían escriturado 9.475 por 500.000.000 de pesos.

El año de la caída de Perón, 1955, es también el de la caída de los índices de construcción. Durante ese año se escrituraron 46.758 préstamos, cifra marcadamente inferior a la de los dos años precedentes y algo mayor a la de 1952. Incluso el promedio de préstamos fue inferior a la de los años precedentes, con 80.000 pesos.

En la Memoria Anual de 1955, correspondiente al ejercicio número 70 del Banco Hipotecario Nacional se lee " El aumento constante del costo de las obras y el de la intensidad de la demanda, decidió a los organismos asesores del Banco a propiciar diversas medidas encaminadas a limitar el monto de los préstamos individuales y corregir el déficit, siempre creciente, entre el volumen de las solicitudes de créditos admitidas y los recursos disponibles para atenderlas. Tales medidas, si bien fueron adoptadas por las anteriores autoridades en forma de resoluciones, no trajeron mucho alivio por la forma en que fueron aplicadas. En efecto, durante los primeros meses del año se facilitó el ingreso de solicitudes de préstamos en número y monto muy superior al de los recursos disponibles. Si se agrega que una parte de esos pedidos no correspondía a los interesados inscriptos en los registros, que aguardaban su turno reglamentario, sino a los que valiéndose de influencias lograban burlar el ordenamiento establecido, se comprenderá que tal política actuó en desmedro de los sectores, por lo general más necesitados, cuyos componentes veían postergados sus legítimos derechos ".

El criterio de las autoridades arribadas con la Revolución Libertadora difirió - es obvio - del que practicaron los directivos del justicialismo en el Banco Hipotecario Nacional. La aseveración del párrafo transcripto no constituyó por cierto una generalidad como para afirmar que los sectores más necesitados vieron postergados " sus legítimos derechos ". Al contrario, fueron esos sectores y en un plazo mínimo los que se vieron más favorecidos por la vivienda, antes inalcanzable, mientras regía el sistema de la cédula hipotecaria.

Sin duda alguna, la vivienda fue una de las más perdurables realizaciones sociales durante 1947 y 1955, a pesar de la sugestiva aseveración, que más bien debe considerarse como un irreprimible deseo de torpedear este aspecto del peronismo.

Era tradición en la Argentina que la esposa del primer magistrado fuera la presidenta honoraria de la Sociedad de Beneficencia. Por eso estaba dentro de los cálculos de María Eva Duarte de Perón que ella sería la continuadora de esa costumbre; pero las matronas de la aristocracia, en manos de quienes siempre estuvo la dirección de la Sociedad, tuvieron la oportunidad de cobrarse la derrota que Perón les había brindado en las elecciones del 24 de febrero de 1946.

" Es muy joven; demasiado joven para ser presidenta ", fue el argumento esgrimido para vetar el acceso al cargo codiciado por la Primera Dama. " ¿ Así que soy joven ? - respondió apelando a su arsenal de ingenio - claro, es un defecto que no me pueden perdonar las viejas " . El espaldarazo no tardó en llegar para Evita cuando realizó la gira por Europa. Aclamada hasta el delirio en España, despertó en Buenos Aires la silenciosa envidia de sus enemigas. A su regreso logró algo que hacía años dormía en el parlamento: la aprobación del proyecto que sancionaba el voto femenino, en setiembre de 1947. Así, lentamente, su nombre, ignorado al principio del gobierno fue cobrando importancia hasta alcanzar una paridad con el del presidente.

A principios de 1948, cuando ya era definitivo el cierre de su ingreso al seno de la " alta sociedad ", deslizaron la idea que llevaría a la disolución de la Sociedad de Beneficencia y la creación de su Obra Social.

El 8 de junio de 1948, con una donación de 10.000 pesos, depositada en el Banco de la Nación, Evita abrió la cuenta bancaria que daría origen a la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón, que reemplazaría a la antigua Sociedad de Beneficencia. A cargo del escribano Raúl Gaucherón estuvo la redacción dela acta constitutiva del nuevo organismo y el entonces ministro de Hacienda, Ramón Cereijo, fue nombrado administrador apoderado. Careciendo en principio de local propio, la Fundación instaló sus oficinas en la Secretaría de Trabajo y Previsión, aunque por lo general Evita resolvía los agudos problemas de su institución en la residencia presidencial. El personal que manejaba los fondos que crecían a ritmo acelerado era reducido, ya que al mecanismo contable lo dirigían los empleados del Ministerio de Hacienda. Veintitrés días después de su creación el patrimonio de la Fundación ascendía a 2.727.763 pesos, suma proveniente de una disposición del gobierno que derivó hacia ella los fondos sobrantes de las partidas ministeriales. Por otra parte, las donaciones comenzaron a llegar en forma masiva, desorganizada, mediante cheques, giros, encomiendas conteniendo ropa, alimentos y los más diversos objetos que Evita entregaba a los necesitados. " La felicidad de un pueblo, en cuanto a sus medios de vida se refiere - decía -, se logra con una adecuada legislación en materia de Justicia Social ". Según el criterio que aplicaba a su obra, forjó un slogan que proponía: " Ayuda social sí, limosna no ".

La estructura de la disuelta Sociedad de Beneficencia pareció ridícula ante la celeridad y pujanza del nuevo organismo. Todo lo que fuera socorro social pasó a ser monopolio de la Fundación impulsada por el apoyo económico que le brindó el gobierno, previendo que a corto plazo podía convertirse en un instrumento de invalorable acción política.

Por su parte, Evita se lanzó a una intensa campaña en el orden nacional y los carteles anunciando obras y donaciones inundaron el país a lo largo y a lo ancho, a pesar que las críticas comenzaban a surgir a través de los opositores más resentidos.

El rápido florecimiento de la Fundación se debió, en gran parte, a la riqueza que Perón había logrado movilizar en apenas un año y medio de su gestión y volcar sobre los niveles que hasta entonces habían sido reprimidos por una economía con tendencia opresora. Miguel Miranda, economista y presidente del Banco Central de la República Argentina, logró producir una especie de milagro argentino. " Parece que tiene la varita mágica ", fue uno de los tantos elogios dispensados a su tarea, y Perón supo capitalizar con acierto el milagro.

El costo de la vida y los salarios habían roto el equilibrio angustioso de años atrás y por primera vez los últimos lograron ventajas. Tomando como base 100 para el año 1943, en 1948 el costo de vida ascendió a 180, pero el salario con la misma base trepó a 267.

El sueldo promedio de un obrero argentino en 1948 era de 468 pesos. El kilo de papas costaba 0,55; 1,63 el kilo de carne; 1,10 el kilo de azúcar; 0,50 el litro de leche; 0,30 el kilo de pan y 1,74 la docena de huevos.

El ahorro nacional también estaba en alza. Par 1943 podían contabilizarse 2.470.916 libretas que en 1949 ascendieron a 5.372.272. Los depósitos para los mismos años fueron de 900.000.000 y desde allí un salto a 3.000.000.000, respectivamente. Es decir, el promedio de ahorro por depositante era para 1943 de 82 pesos, mientras que en 1949 la cifra se estableció en 210 pesos.

Con el aumento del salario, el total de ventas efectuadas por los comerciantes minoristas se triplicó desde 1943 a 1949. El desenvolvimiento de los negocios tomando en este caso como base 1935, pasó de ganancias de 119.000.000 a 1.075.000.000 en 1946.

Con respecto a la recaudación de impuestos, los 252.000 contribuyentes de 1943 se transforman en 334.696 en 1948 que aportaron 1.066.000.000 de pesos contra los magros 258.000.000 de 1943. Era el índice más elocuente que Perón esgrimía para demostrar que los salarios estaban perfectamente desarrollados, ya que, como lo indicaba el importe de la recaudación, una inmensa mayoría había pasado los 300 pesos de ingresos mensuales, que era el mínimo no imponible.

Otro aspecto que daba el tono de la política practicada por Perón con la clase trabajadora fue el auge que le dio al Registro Nacional de Colocaciones. Desde décadas atrás funcionaban las agencias donde debían recurrir los que buscaban trabajo. El decreto número 35.188 del 30 de diciembre de 1944 canceló los permisos de funcionamiento de las agencias particulares e incrementó la tarea del Registro. Desde ese año hasta 1948, 683.000 personas recurrieron a él en busca de ocupación y 689.000 patrones en busca de personal. El resultado fue provechoso, ya que 613.000 personas lograron ocupación.

En el orden social, Perón logró la adhesión más importante con el otorgamiento masivo de jubilaciones, sobre todo entre los empleados de comercio. La Caja de Jubilaciones de ese sector nació el 22 de noviembre de 1944 y el 1º de enero del año siguiente comenzó la recepción de los importes. En junio de 1949 se habían inscripto 106.556 empleadores, con lo cual 900.000 personas veían de esa manera garantizado su futuro. Algo similar ocurrió con el régimen de Previsión para el personal de la Industria y Afines, nacida también en 1944 bajo el auspicio del decreto ley número 13.937, que en 1950 nucleaba a 88.107 patrones y 1.577.370 trabajadores. Los primeros debieron aportar el 11 % y el 8 % los obreros sobre sus sueldos o jornales, lo que permitió recaudar, por día hábil, casi 2.000.000 de pesos.

Para el 30 de diciembre de 1949, el patrimonio de la Fundación ascendió a 122.000.000 de pesos. Esa multiplicación de aquellos 10.000 pesos depositados por Evita se debió, por sobre todas las cosas, a las donaciones que incesantemente recibía de todos los sectores.

En ese año, tomado como ejemplo deliberado, las donaciones llovieron sobre el organismo. Durante el mes de enero sus arcas engrosaron por donaciones como las del personal superior de la Secretaría de Industria y Comercio que depositó en las manos de Evita un cheque por valor de 122.150 pesos. El 10, el gobernador de Santa Fe hizo lo propio como una " colaboración a la obra de la Señora " donando en nombre de su provincia 663.440 pesos, para la construcción de un hospital de ancianos. Seis días más tarde 106.000 pesos, como complemento de otra donación anterior de 1.000.000 de pesos, fue la cantidad con que cotizaron los agentes transportadores, garagistas y personal de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Las donaciones se multiplicaron con asiduidad casi obsesiva. Todo el mundo quiso hacerse presente con dinero, objetos, especies. La Fundación se transformó sin sentirlo día tras día en un monstruoso aparato de transmutación que recibía millones de pesos y entregaba otro tanto en ayuda, no en beneficencia, una palabra que repugnaba a Evita. El 12 de febrero de 1949, dos pilotos italianos, Bonzi y Lualdi, arribaron a Buenos Aires en una pequeña avioneta con la que viajaron desde Roma para rogar a Evita ayuda para 15.000 niños mutilados, víctimas inocentes de la guerra. Sabían que ella tenía debilidad por las criaturas y obtuvieron una ayuda mucho mayor de la que imaginaron al partir.

En su crecimiento, la Fundación amenazó con instituir un Estado dentro de otro. Los bienes que en 1953 revelan un patrimonio de 2.400.000.000 de pesos ascenderán a 3.500.000.000 en 1955. Administrar ese capital requiere una organización inmensa . En el segundo semestre de 1952, según una prescripción de los Estatutos encaso de que la fundadora falleciera, quedó organizado el Consejo de Administración con cuatro organismos dependientes: Asistencia Médico Social; Educación; Construcciones y Abastecimiento. En vida de Evita esa estructura era innecesaria ya que de ella dependía todo el movimiento de su institución. Pero una vez desaparecida y acrecentada la realización de las obras se prefirió optar por tres organismos básicos: gobierno, administración y racionalización. Además, los estatutos eran claros con respecto al destino de los fondos una vez que el gobierno considerara disuelta la Fundación en caso del fallecimiento de su creadora. La Confederación General del Trabajo era la heredera natural, según disposición de Evita, y en última instancia el mismo Gobierno. Si éste decidía liquidarla, entonces todo el el valor de su patrimonio debía volver al pueblo por conducto de las cajas de jubilaciones afiliadas al Instituto de Previsión Social.

Las más importantes sumas que ingresaban en la Fundación provinieron de una disposición del Poder Ejecutivo por lo cual dos veces al año, el 1º de mayo y el 12 de octubre, debían efectuarse aportes obligatorios que los patrones descontaban por planilla del sueldo de sus obreros y empleados. Esa orden provocó no pocas resistencias en quienes veían una compulsión en los descuentos, como una prueba del estado totalitario. Pero con esos aportes se logró la financiación de la inmensa cantidad de las obras iniciadas que veían peligrar su concreción por el rápido agotamiento de los recursos.

En 1950 Eva Perón ya había transpuesto los umbrales de una mera figuración social, que trocó por una verdadera ambición política que acabaría el 22 de agosto de 1951 cuando debió resignar su candidatura a la vicepresidencia. Para ese entonces un decreto rebautizó el organismo de ayuda con una denominación más corta y efectiva: " Fundación Eva Perón ". Con ese nombre, a comienzos de 1951, una cadena de provedurías se estableció en Buenos Aires y en el interior. El celeste, color distintivo de la institución, fue el que exhibieron cientos de locales ubicados en todos los barrios donde la mercadería era vendida a precios bajos para atajar, de alguna manera, el aumento en el costo de vida que ya comenzaba a insinuarse. Para establecerlas había que elegir dos caminos: expropiación de un almacén o su compra. El primero no fue el más aconsejable ya que podría darle un tinte de violencia y coacción que no cuadraba con los fines perseguidos, optándose por la compra a nombre de una institución privada como la Fundación, para que los comerciantes no perdieran el valor de la llave de su negocio.

" Para los que acusan - escribía Evita en Democracia contestando a las críticas que las sociedades de beneficencia le hacían en 1948 - bueno es recordarles que la ayuda social que ahora se practica nada tiene de común con la de antes. No llega a manera de limosna como caso excepcional, ni tiene antifaz de pensión graciable. No se hace para cubrir los gastos de un lujoso departamento o el cuidado de un perrito de raza ".

Era indudable la diferencia de funcionamiento entre las vetustas sociedades de beneficencia, administradas con un criterio que debía manejarse de acuerdo a las subvenciones que les otorgaba el gobierno y una institución con recursos infinitamente superiores, casi ilimitados. Para demostrar su acción se hicieron comparaciones de esta naturaleza: " Antes: la indiferencia oficial a las necesidades del pueblo conspiró contra el bienestar general. Ahora: la Ayuda Social distribuyó miles de muebles, máquinas de coser y otros elementos que llevaron comodidad a los necesitados "; " Niños y mayores, todos por la varita mágica del hada buena, transforman sus harapos en ropas que no son todas de un mismo color o hechura, sino de uso corriente y de buena calidad "; " Antes: las amas de casa de los hogares pobres luchaban con la falta de útiles de cocina para preparar sus modestas comidas. Ahora: la Ayuda Social ha enviado miles de artículos de menaje y cocina "; " Antes: nadie escuchaba el clamor de los desesperados. Ahora: la ayuda rápida y eficaz llegar para mitigar los efectos del infortunio ", o por último " Los ancianos eran víctimas de la indiferencia. Ahora sus derechos están incluídos en la Constitución Nacional ".

Las primeras manifestaciones de la ayuda consistieron en crear hogares de tránsito. Por intermedio de sus " células mínimas " ( grupos de censistas que recorrían el país para detectar los problemas de toda índole ), se organizaron decenas de estos hogares como los que funcionaban en Carlos Calvo 102, con 250 camas; en Lafinur 2988, con 500 y en Austria 2561 con 400, inaugurados en abril, junio y agosto de 1948, respectivamente. Uno de los planes más ambiciosos fue la construcción de 21 hospitales en todo el país, que dependerían directamente de la Fundación, con un total de 22.650 camas, algunos de los cuales llegaron a funcionar en el Gran Buenos Aires, y en las provincias del norte y litoral.

La creación del " Hogar de la Empleada " fue siempre una de sus realizaciones que más ponderó Evita. Ubicada en Avenida de Mayo 869, curiosamente no llevó el nombre de la titular de la Fundación, ni del presidente, ni de las efemérides más caras al peronismo, sino que se puso bajo la advocación del General San Martín. Tenía una capacidad para 500 camas y en su suntuoso comedor podían servirse hasta 1.500 cubiertos.

Tal vez la obra de mayor resonancia, que llegó hasta los más recónditos puntos del país, fueron los Campeonatos Infantiles. Es difícil percatarse hoy, después de transcurridas décadas de su primer torneo de la importancia que tuvo para los niños que por primera vez calzaron un par de zapatos o fueron revisados por el médico. Miles de millones de pesos fueron destinados a su organización que en las finales se convertían en verdaderas jornadas de fútbol con el despliegue y boato de los grandes encuentros profesionales.

" Las donaciones que recibe la Fundación - acusaba el diputado radical Atilio Cattáneo - no son todas espontáneas como puede suponerse ". Es posible que el legislador no estuviera muy apartado de la realidad, aunque si bien auscultaba el origen del dinero, no procedía de la misma manera para señalar su destino. Parte de esas donaciones fueron las que construyeron la Ciudad Infantil, la Ciudad Estudiantil y los Hogares de Ancianos.

En la primera, ubicada sobre cuatro manzanas en el Barrio de Belgrano, entre las calles Echeverría, Húsares, Cazadores y Juramento, inaugurada el 14 de julio de 1949, accedían los chicos de 2 a 6 años, como parte inicial de un proceso que pasaba a la segunda de las " ciudades ", de donde egresaban a los 17 años " capacitados para ser un elemento útil a la sociedad ". La Ciudad Estudiantil " Presidente Juan Perón " construida en una extensión de cinco manzanas, contaba con dormitorios, salas de estudios, comedor, salón de estar y bibliotecas, gimnasio, canchas de básquet y fútbol, salas de esgrima, pileta de natación y pistas de atletismo. Una réplica del despacho presidencial, hasta en sus menores detalles, daba a los jóvenes la extraña sensación de participar en los destinos políticos del país.

También los hogares de ancianos fueron surgiendo a medida que las arcas de la Fundación se abultaban. Uno de los más importantes, y el modelo sobre el que funcionarían los restantes, fue el denominado " Coronel Perón " erigido en Burzaco. " Realización de una utopía ", lo definió el famoso oftalmólogo Ramón Castroviejo, cuando, como parte de un programa de agasajos, lo pasearon durante medio día por las instalaciones de este hogar. Inaugurado el 17 de octubre de 1948 abarcaba una superficie de 32 hectáreas y daba albergue a un centenar de ancianos. Con él se hicieron experiencias en laborterapia. En sus talleres los pensionistas fabricaban escobas, cepillos o escobillones. El telar, con dos máquinas, surtió de trapos de piso y una máquina, apta únicamente para aquellos que conservaban la buena vista, produjo medias para el consumo interno y para la venta. Una pequeña imprenta sirvió para agotar los ocios de los armadores y linotipistas, y toda la producción se otorgaba en un 75 % para quienes habían trabajado. " La sola proclamación de los derechos de la ancianidad no llenaría nuestros objetivos y nuestras aspiraciones, todos ellos acordes con los principios solidarios y la política justiciera del coronel Perón - decía Evita en sus arengas -. Nuestras aspiraciones buscan realizarse más profundamente aún, abarcando no sólo a los ancianos desvalidos de nuestra sociedad, sino a todos los olvidados de la tierra. La justicia y la solidaridad no reconocen ni pueden reconocer fronteras ".

En 1953 dos nuevos hogares estaban prácticamente terminados para dar cabida a cientos de viejecitos. La superficie de cada uno ( " Presidente Perón " y hogar de ancianas " Fundación Eva Perón " en Recreo, provincia de Santa Fe ) era de 9.861 metros cuadrados a los que había que adicionarse otros 3.000 para las obras complementarias.

Finalmente, la ayuda social de carácter general estuvo dirigida al interior de país donde llenó las necesidades de la población de escasos recursos. Casi 3.000.000 de elementos fueron despachados incesantemente durante todo el año 1953 y parte de 1954.

Desde enero hasta diciembre del mismo año, la Fundación, que ya había traspuesto los límites del país, remitió ayuda a Perú, Chile ( en dos oportunidades ), Costa Rica, Paraguay, México y Ecuador, por sumas varias veces millonarias.

A grandes rasgos se ha intentado recomponer la historia de la Fundación Eva Perón y la función que le cupo dentro del contexto de la política justicialista en el orden social, porque, en realidad, resulta difícil comprender una sin el auxiliar. Primero porque el gobierno le facilitó los medios legales necesarios para emprender su cruzada, que al final, sirvió como sostén a una propaganda abrumadora. El " Perón cumple, Evita dignifica " sintetizó todo un sistema de servicios prestados en escala que hasta ese momento no había tenido parangón en la historia argentina. Se cometieron abusos, ubicando a la Fundación en un esquema de economía tradicional, como en el caso de los laboratorios Massone, clausurados tres años por resistirse a prestar apoyo a la obra de Evita, o el de los caramelos Mu - Mu, que dio motivos para la polémica durante largo tiempo.

Con el derrocamiento de Perón los bienes cuantiosos, según rezaban sus estatutos, debían volver al pueblo, de donde habían salido. En una entrevista concedida a la revista Primera Plana en 1966, Ramón Cereijo, que fuera administrador de la Fundación explicó que el gobierno de la Revolución Libertadora " no integró esos 3.500.000.000 de pesos ( capital de la entidad en setiembre de 1955 ) a las cajas ( de los cuales había 600.000.000 en efectvo ) reunidos con el aporte obrero ".

De todas maneras la Fundación Eva Perón había vivido siete años y medio, en el transcurso de los cuales alcanzó dimensiones insospechadas hasta para su misma fundadora. Con su liquidación se clausuró una época. En setiembre de 1955 los estudiantes tomaron por asalto el edificio de su sede, de arquitectura grecorromana, de Paseo Colón, y un mes después las gigantescas figuras que coronaban su frente fueron descendidas, sin reparar que tenían un significado más amplio que el meramente político.

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Del brigadier Jorge Rojas Silveyra, militar y embajador argentino en España durante la presidencia del Gral. Alejandro Agustín Lanusse:

En 1971 el presidente Lanusse me eligió para una misión muy especial, tomar contacto con Perón y entregarle el cuerpo de su esposa.

Recuerdo al respecto que recibí del presidente Lanusse una carta confidencial, fechada el 16 de agosto, que me llega recién el 18 o 20 de dicho mes. Esta carta me la entregó el coronel Héctor Eduardo Cabanillas, cuyo sobrenombre era " Lalo ", y era el inicio de los trámites para la devolución del cadáver de Eva Duarte de Perón. Empezamos a trabajar con el coronel Cabanillas, e hicimos una serie de claves para poder conversar sin que se enterara la gente, porque el señor Presidente me había dicho que quería entregar el cadáver con la mayor unción posible, dado que era una cosa familiar y personal.

Yo había arreglado ya con el gobierno español el relevo en la frontera. En la noche del jueves 2, tanto Perón como Franco sabían que Eva estaba en viaje. Desde La Junquera, trasladamos el cuerpo hasta Madrid en un camioneta que tenía inscripta la palabra Chocolates.

Cuando el chofer me llamó por última vez, yo estaba en la residencia del embajador, comunicándome todo el tiempo por radio, advertí que la camioneta con el cuerpo llegaría a Puerta de Hierro justo a las 20.25, ¡ la misma hora que se inmovilizaron los relojes cuando murió Eva !. Ordené entonces que se detuviera unos 20 minutos. De modo que el cadáver ingresó en Puerta de Hierro a las 20.45.

El cadáver de la señora María Eva Duarte de Perón se entregó en la noche del 3 de setiembre de 1971, y firmaron la recepción de estos restos, el Sr. Juan Domingo Perón, yo, el coronel Cabanillas y el Sr. Jorge Paladino. También firmó José López Rega, custodio y secretario de Perón, y el sacerdote que facilitó al coronel Cabanillas la exhumación de los restos de María Maggi de Magistris, nombre con el que se encubrió la identidad de María Eva Duarte de Perón, en un cementerio próximo a Milán.

Perón era sumamente inteligente y con una elevada cuota de viveza, que lo hacía verdaderamente superior. Tenía un acabado conocimiento de la política argentina, sus males y remedios, y estaba convencido de que podía solucionar la grave crisis argentina. Hay algo que sin embargo no alcancé a entender nunca. Ante semejante personalidad, cómo era posible que un sujeto como López Rega estuviese a su lado e incluso dispusiera de una cuota de poder. O el caso de Isabel, un ser tan insignificante y de hecho tan alejada de la personalidad avasallante de una Eva Perón.

Fui enemigo de Perón, dejé de serlo para transformarme en adversario.

Perón me tomó del brazo y me llevó al jardín. Lo vi lagrimear. " Ah, Rojitas, ¡ Si usted supiera cuánto quise a esta mujer ! ", me dijo. Yo me quedé en silencio, y al cabo de unos minutos me despedí.

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De Roberto Galán, cantante de tangos, locutor, secretario privado de Perón en Venezuela, animador televisivo, creador de exitosos programas como " Remates musicales ", " Yo me quiero casar, ¿ y usted ? ", " Galanterías ", y " Si lo sabe, cante ":

Mi relación con Perón comenzó cuando lo visité en Caracas, Venezuela, donde él estaba refugiado. Fue el inicio de una amistad muy simpática. Con el General ocurría algo singular: no le gustaba estar a solas con una persona, siempre necesitaba un testigo. Tal vez por eso un día que estaba con el gordo John William Cooke no dejó que yo me retirara y me invitó a sentarme a su lado. El gordo Cooke era muy inteligente, muy capaz, pero Perón se dio cuenta que le estaba volcando el movimiento hacia el izquierdismo. Perón no le cortó la amistad, pero Cooke percibió que Perón ya no era el mismo con él y se apartó solo.

Estando al lado de Perón yo oía todo lo que se decía, incluso la planificación de su regreso y la orden de volcar el voto peronista a la candidatura de Arturo Frondizi. Más aún, tuve en mis manos los 14 puntos del pacto Perón - Frondizi. Allí, entre otras cosas, se acordaba el reconocimiento del partido peronista y de los bienes que Perón había dejado en la Argentina. Un tiempo después Perón me dijo: " Prepárese Roberto, deberá viajar a Buenos Aires para dedicarse a ese punto del pacto ".

No se recuperó nada porque todo se saqueó y se liquidó. La Revolución Libertadora a lo primero que se dedicó con frenesí fue a las cosas que había dejado Perón y a destruir la obra de Evita. Había mucho odio y rencor contra todo el peronismo.

Perón tenía poco dinero. En mis declaraciones cuando yo dije eso, la gente se reía. Me dijeron que yo era un tonto. Perón no se ocupó de tener un fondo de reserva en Suiza o en Estados Unidos. Hacía muchos años que él no pagaba nada, vivía de la ayuda de amigos y compañeros.

Perón extrañaba el cariño de su pueblo, no de su familia, porque Perón era un hombre casi sin familia. El extrañaba lo que al final, con el tiempo, consiguió reunir: llenar la Plaza de Mayo y mirar a la multitud desde el balcón; ésa fue su gran satisfacción. Claro que cuando lo pudo hacer ya estaba muy enfermo, muy decadente y se moría.

En cuanto al ministro José López Rega, yo creo que ese tipo fue un gran sinvergüenza, un delincuente, un sujeto que se aprovechó de la bondad del General, y confabulado con " Isabelita " logró luego realizar un zafarrancho ... con la Triple A ( Alianza Anticomunista Argentina ) se asesinó gente ... y todo terminó como terminó.

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De Andrés Amil, dirigente antiperonista y radical:

Con referencia a los hechos de octubre de 1945, Eva solamente tuvo una esporádica intervención, concurrió al estudio del Dr. Juan Atilio Bramuglia para intentar un recurso de hábeas corpus en favor del coronel Juan Domingo Perón, y enmudeció cuando en presencia de sindicalistas le preguntaron qué grado de parentesco podía invocar.

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De Claudio Díaz, profesor de Historia, periodista, escritor, autor del libro Manual del antiperonismo ilustrado, editorial Ciccus, 304 páginas, con ilustraciones color, Buenos Aires, Argentina, año 2007:

A poco de asumir el gobierno constitucional, Evita se instaló en una oficina del Correo Central, pero su traslado a la antigua Secretaría de Trabajo y Previsión, en setiembre de 1946, fue el comienzo de su proyección política.

En sus entrevistas cotidianas con los pobres y los trabajadores, con los ancianos y las mujeres humildes - que concluían siempre con la satisfacción de las demandas - fue adquiriendo una experiencia que consolidaba su personalidad política.

Sin ocupar cargos, tomó en sus manos la Ayuda Social, que complementaba a la Justicia Social. Su rol de " abanderada de los humildes " y de intermediaria entre Perón y los trabajadores la convirtió en la Compañera Evita.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial la postergación social y política de la mujer era la norma en la Argentina. Al no hallarse incorporada al aparato productivo, era vista como una carga en las familias modestas. La broma sarcástica " ¡ Qué desgracia, me nació chancleta ! ", expresaba seriamente una realidad. De ahí que la única salida posible fuera el matrimonio, es decir, la fortuna de encontrar un candidato que se hiciera cargo del problema.

Sólo algunas chicas de los sectores medios alcanzaban el status social de la maestra o de la profesora de piano. Entre las más humildes, el servicio doméstico, acompañado del desarraigo de la provinciana trasladada a la Capital a vivir en la casa de los patrones era la mejor perspectiva laboral. A esto se agregaba el drama de la madre soltera, y de los hijos abandonados.

Desde 1946 la política social se ocupó de la mujer, del niño y de la familia, con la construcción de hogares de tránsito, hogares para ancianos, ciudades estudiantiles y hogares para niños. Todo esto se canalizaría desde el 19 de junio de 1948, fecha en la que se creó la Fundación de Ayuda Social " María Eva Duarte de Perón ".

La lucha por los derechos cívicos se había iniciado casi con el siglo XX, pero sólo la provincia de San Juan, por la Constitución bloquista de 1927, había admitido a la mujer en los comicios.

En 1947 se concretó, mediante la ley 13.010, la vieja aspiración del sufragio femenino.

El mismo Perón, en julio de 1945, había puesto de manifiesto su disposición a concretarlo. En setiembre de 1946 Evita se hizo presente en el bloque peronista de diputados para impulsar el tema. El 27 de enero de 1947 habló por radio, y expresó: " La mujer argentina ha llegado a la madurez de sus sentimientos y sus voluntades. La mujer argentina debe ser escuchada, porque la mujer argentina supo ser aceptada en la acción ".

Este protagonismo personal, hizo que antiguas militantes del feminismo, como Victoria Ocampo, se expresaran contra la iniciativa aunque, más adelante, cambiarían de posición.

La actuación femenina en las elecciones de 1951, las primeras en que las mujeres votaban, fue masiva, no sólo en la emisión del sufragio, sino en la participación en las candidaturas. La renovación del Congreso incluyó a 6 senadoras y 23 diputadas, todas ellas del peronismo.

La memoria histórica de un pueblo es como la luz que penetra hasta los rincones más oscuros. De nada vale tapar el sol, porque, aunque no lo veamos, él siempre está.

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De Mónica Chama, licenciada en Psicología, miembro de la Red de Mujeres Políticas Latinoamericanas, escritora, autora del libro Las mujeres y el poder, editorial Ciudad Argentina, 192 páginas, Buenos Aires, Argentina, año 2001:

Mis abuelos paternos eran inmigrantes libaneses; los maternos, escocesa e italiano. Mi padre había sido educado en la idea de que " las mujeres un paso atrás y calladas ". Para 1938, mi madre era dactilógrafa en una importante empresa.

En los años 20 una socialista, Alicia Moreau de Justo, comenzaría una tarea que marcó nuestra historia, dedicando su vida a la defensa de los derechos civiles, en especial los de las mujeres.

Un legado histórico, en la década del 40, modificó para siempre la concepción de la participación política y su relación con el poder: la tarea inolvidable de María Eva Duarte de Perón, Evita, como la recordará siempre la historia.

Evita seguirá siendo referencia de hombres y mujeres de todo el mundo y de distintas ideologías políticas.

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De Andrés Bufali, licenciado en Ciencias de la Comunicación y escritor, autor del libro Secretos presidenciales, editorial Sud Extremo, 191 páginas, ilustrado, Buenos Aires, año 2005:

Historias ... anécdotas ...

Moori Koenig.

En la madrugada del 24 de noviembre de 1955, año en que fue derrocado Perón, con el país gobernado por los militares de la denominada Revolución Libertadora y el ex presidente de la Nación en el exilio, el coronel Carlos Eugenio Moori Koenig, jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército ( SIE ), llegó con cuatro camionetas y varios hombres al edificio de la CGT, en Buenos Aires. En el segundo piso, oyó como el anatomista español Dr. Pedro Ara ronroneaba al trabajar con el cadáver de Evita.

El militar se llevó el cadáver y lo retuvo en el quinto piso del SIE ( Servicio de Informaciones del Ejército ). En diciembre de 1956, Moori Koenig le mostró el cuerpo de Evita a María Luisa Bemberg, integrante de una familia de cerveceros millonarios y años después una destacada realizadora cinematográfica. Bemberg, horrorizada, le contó ese suceso al marino Francisco Manrique quien, a su vez, le informó lo que pasaba a Pedro Eugenio Aramburu, el presidente de facto. Este ordenó que el coronel Héctor Eduardo Cabanillas reemplazara en su cargo a Moori Koenig e hiciera una investigación acerca de lo que había hecho con la muerta. Cabanillas informó en un documento reservado: " El coronel Moori Koenig le hizo una marca al cuerpo en una oreja; también le cortó un dedo y lo quemó, para ver cómo reaccionaba un tejido embalsamado ante el fuego. Revisado el cadáver, hemos comprobado que ha sido profanado en prácticas necrofílicas y anticristianas ".

El 21 de julio de 1969, era tal el grado de deterioro mental de Moori Koenig que al ver por televisión a los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldwin cavando en el suelo lunar para obtener muestras, exclamó:

" ¡ La enterraron allá, la enterraron allá ... ! "

Convertido en una ruina, el desequilibrado individuo falleció unos meses después.

Evita.

En noviembre de 1974, con Juan Domingo Perón ya fallecido, por orden de López Rega sacaron el cadáver de Evita de la quinta de Puerta de Hierro, en Madrid, para enviarlo a Buenos Aires.

Al ser llevado dentro de un furgón con escolta, rumbo al Aeropuerto de Barajas, dos guardias civiles se pelearon por un " problema de faldas " y empezaron a los tiros al llegar al Real Automóvil Club de España. El furgón se estrelló y comenzó a incendiarse. Los dos guardias civiles murieron, y el ataúd con el cuerpo de Evita no sufrió daño alguno.

En octubre de 1976, el presidente de facto Jorge Rafael Videla ordenó que se enviara el cadáver de Juan Domingo Perón a la Chacarita y que el de Evita fuera puesto junto a los de sus familiares, en un panteón que está en el cementerio de la Recoleta, a pocos metros de donde se encuentra el de Pedro Eugenio Aramburu. Para hacer lo último destinaron una ambulancia del Hospital Militar con otros dos vehículos de escolta. En la ambulancia iban adelante dos suboficiales; y atrás, uno a cada lado del ataúd y con fusiles con bayonetas caladas dos soldados uniformados. El que manejaba era un sargento del Ejército que al llegar al 1800 de la Avenida del Libertador se infartó. El otro suboficial, desesperado, agarró el freno de mano y la ambulancia se detuvo de golpe. Los dos soldados que iban atrás, sorprendidos, se cayeron y se ensartaron las bayonetas en sus cuellos.

Alberto Teisaire.

Cuando se produjo el derrocamiento de Perón, en 1955, el ex vice presidente de la Nación, contralmirante Alberto Teisaire, cometió una bajeza, aceptó denunciar al ex presidente, el general Perón, por diversos cargos que le inventaron los de la Libertadora. El felón lo hizo cinematográficamente y las imágenes fueron pasadas en los cines. Era todo tan burdo que toda la gente se daba cuenta de la maniobra. Teisaire se ganó el mote de " El cantor de las cosas nuestras ", apodo que se usaba para presentar en el escenario al conocido folclorista argentino Antonio Tormo.

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Del Prof. Manuel Urriza, doctor en Ciencias Políticas, Master en Historia, Master en Sociología, docente universitario, escritor, autor del libro El Perón que conocí, editorial Continente - Peña Lillo, ilustrado, 127 páginas, Buenos Aires, Argentina, año 2004:

Puerta de Hierro es una zona de quintas, ubicada a unos 15 kilómetros de Madrid sobre la autopista que lleva a la Sierra de Guadarrama, y está separada de la ciudad por el inmenso " campus " de la Universidad Complutense que se inicia en el barrio de la Moncloa.

Actualmente sólo se conserva de la quinta " 17 de Octubre " la parte del portón de lo que era la entrada principal que daba a la calle Navalmanzano. La casa la ocupó el General, y donde reposaron los restos de Evita después de 1972, fue demolida y sustituida por tres construcciones bajas de departamentos.

La casa era confortable pero sin lujos y estaba rodeada por un parque cercado con ligustrinas.

El General ocupaba la quinta con Isabel, López Rega y dos o tres personas de servicio.

José López Rega era un oscuro personaje que había pasado por la Policía Federal Argentina con el grado de cabo y que cultivaba con entusiasmo cultos esotéricos sobre los que, incluso había escrito algunos textos de insólito contenido. Su aparición en Puerta de Hierro se produjo alrededor de 1966, con posterioridad al viaje que Isabel había realizado a la Argentina en 1965, enviada por Perón. En el peronismo existen aún hoy las versiones más diversas sobre la razón de su ingreso en el entorno tan cercano a Perón, donde iba a cumplir supuestas funciones de secretario. Lo cierto es que, con el tiempo, acrecentó en forma notable su participación y terminó siendo ministro de Bienestar Social de la Nación desde 1973 hasta 1975, durante los gobiernos de Héctor Cámpora, del propio Perón y de Isabelita, sobre la que llegó a ejercer notoria influencia. Murió en Buenos Aires, en 1989, en prisión y antes de que hubiera sentencia en los juicios que se le seguían por sus vínculos con la Alianza Anticomunista Argentina ( " Triple A " ), con la logia masónica Propaganda Dos y por crímenes políticos y actos de corrupción producidos durante su gestión de funcionario.

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De los doctores Pedro Ramón Cossio y Carlos Seara, médicos. El Dr. Cossio es cardiólogo, docente extraordinario de la Facultad de Medicina de la Universidad del Salvador, consejero académico de la carrera de Especialización en Cardiología de la Pontificia Universidad Católica Argentina y miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología; el Dr. Seara es cardiólogo doctorado en la Universidad de Buenos Aires, Research Fellow en Cardiología en el Johns Hopkins Hospital de Baltimore, USA, y fundador del Comité de Cardiología Infantil de la Sociedad Argentina de Pediatría. Ambos profesionales asistieron al general Perón, fueron testigos presenciales de un sinnúmero de hechos, y son autores del libro Perón - Testimonios y Vivencias ( 1973 - 1974 ), editorial Lumen, documentado, 175 páginas, Buenos Aires, Argentina, año 2006:

El general Juan Domingo Perón falleció a los 79 años, el 1 de julio de 1974 a las 13.15, luego de casi tres horas de masaje cardíaco externo infructuoso.

Según consta en los partes de los doctores Flórez Tascón y Puigvert, ya antes de volver a la Argentina el general Perón sufría enfermedades: vascular del corazón, por el infarto diafragmático, padecido probablemente en 1972; de sus piernas, por la claudicación intermitente que desde hacía años tenía; de su vejiga, por el pólipo maligno en estadio inicial extraído; de su próstata, por la operación de adenoma ya realizada; de su metabolismo, por el ligero aumento de su azúcar, de su ácido úrico y de sus lípidos; y de su piel en la cara, enfermedad catalogada por el doctor Flórez Tascón como síndrome de Sturge - Weber mínimo.

Respecto a que el cambio en su estilo de vida y los impactos emocionales aceleraron la evolución de su enfermedad vascular cardíaca, no cabe la menor duda. Para fundamentar esta opinión, basta reseñar: el disgusto por los hechos de Ezeiza, en su retorno de 1973 - que desemboca en su segundo infarto con pleuropericarditis aguda inmediata ulterior -; los sucesos del 1 de mayo de 1974 - relativos al retiro de los montoneros de la plaza de Mayo - y del 12 de junio de 1974 - con su emotivo discurso -, que despiertan una angina de pecho progresiva que deviene en un letal tercer infarto.

El general Perón estuvo bien lúcido y fue coherente con sus ideas hasta último momento; siempre era él quien decidía y ordenaba en última instancia; sobre todo sentía y exteriorizaba a menudo un genuino orgullo de ser militar.

Es cierto que tanto José López Rega como María Estela Martínez de Perón eran consejeros muy próximos, pero era Perón el que tomaba las decisiones, y a López Rega le dejaba el rol de ejecutor. Lo que pudieron haber hecho luego del 1 de julio de 1974 es una historia diferente, pero hasta esa fecha fue así.

Por último: Perón manifestaba que su movimiento abarcaba todo el espectro político. Es cierto que lo hizo reiteradas veces, pero él sintió que debía llevar el péndulo de su partido hacia el centro y así evitar todo tipo de extremos. Tratar de ejecutar eso lo afectó, y mucho, ya que puso en juego su salud.


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Textos cortesía de Carlos Vitola Palermo de Rosario, Santa Fe, República Argentina.


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