DOCUMENTOS SOBRE EVA DUARTE DE PERON 


Eva Ibarguren EVA IBARGUREN EVA DUARTE EVA PERON EVA PERON EVA PERON EVA PERON

María Eva Duarte de Perón / Evita. Argentina 1919-1952

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HISTORIAS, ANECDOTAS y TESTIMONIOS 

Evita en el Hogar de Tránsito Nº 2, hoy Museo Evita, Lafinur 2988, Buenos Aires

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Del Foro de Generales Retirados del Ejército Argentino ( FGR ), asociación que agrupa a generales del Ejército Argentino, en situación de retiro, autores del interesante libro Las Fuerzas Armadas y la Crisis Militar, Edivern S.R.L., Buenos Aires, 167 páginas, año 2004:

La guerra provocada por el terrorismo subversivo en la década de los años 70 constituyó el acontecimiento más grave y trascendente que vivió la República Argentina en el siglo XX, así lo demuestra el nivel de violencia que adquirió, el costo de vidas que significó, la profunda herida social que generó y las consecuencias políticas que proyectó hacia el futuro.

En el año 1975 el gobierno constitucional empeñó las Fuerzas Armadas contra el terrorismo subversivo, a través de los siguientes decretos nacionales: Nº 261/75, Nº 2770/75, Nº 2771/75 y 2772/75.

Estas resoluciones político - estratégicas del entonces gobierno nacional, desató una guerra, definida doctrinariamente como " un enfrentamiento de violencia variable, entre la Nación Argentina y su agresor, constituído por grupos políticamente organizados ( PTR - PRT - Montoneros ) respaldados por las fuerzas ( ERP - Milicias Montoneras, FAP, FAR, etc.). El poder político empeñó a las Fuerzas Armadas para salvaguar la integridad republicana y su sistema de vida, del accionar terrorista subversivo cuyo objetivo era implantar un nuevo gobierno de neto corte izquierdista.

Esta responsabilidad impuesta en el marco de la ley, la asumieron con la convicción de preservar los valores y principios que dieron continuidad histórica a la Nación Argentina.

Combatieron en una guerra no clásica contra elementos irregulares integrados por compatriotas que, imbuidos de un ideologismo revolucionario, respondían a una conducción estratégica unificada a nivel internacional.

En efecto, los miembros de las organizaciones terroristas subversivas no pertenecieron a una juventud con necesidades sociales, sino que eran individuos de buen nivel intelectual, con conocimientos legales, de alto grado de concientización y fanáticos por la causa.

Desde 1969 y más concretamente desde el 29 de mayo de 1970, día en que se produjo el secuestro del Teniente General Pedro Eugenio Aramburu, las organizaciones terroristas subversivas " Ejército Revolucionario del Pueblo " ( ERP ), y " Montoneros "; completando el período de organización, reclutamiento e instrucción de sus cuadros en el país y en el extranjero, habían pasado a la acción violenta y abierta para imponer el terror, como paso previo a la toma del poder político.

Los distintos medios de comunicación social, informaban casi diariamente sobre asesinatos, secuestros, ataques armados, robo de bancos y financieras, copamientos de instalaciones policiales, radios y dependencias militares, robos de automotores, armas, explosivos, dinero, uniformes, medicamentos, formularios para confeccionar documentos de identidad, ocupaciones de fábricas y universidades, incitación a la violencia, sabotajes y campañas de ataque sistemático contra nuestro sistema de vida, sus instituciones y sus hombres más representativos.

En síntesis, el país se encontraba en una grave situación interna de guerra revolucionaria.

Durante el período que corre a partir de mediados de 1971, se enfrentó con éxito a la acción violenta de las organizaciones terroristas subversivas controladas ideológicamente por el marxismo - leninismo, mediante un extraordinario esfuerzo de las Fuerzas Policiales.

En aquellos años, la modalidad del accionar delictivo excedía las previsiones legales de fondo y los procedimientos tradicionales previstos para combatir la delincuencia común. La actuación simultánea de los terroristas subversivos en distintas provincias, motivaba conflictos jurisdiccionales al quedar bajo la competencia de varios jueces al mismo tiempo. Esta particular situación, dio origen a interminables " cuestiones de competencia ", que hacían prácticamente imposible la reunión de las pruebas necesarias para cada juicio.

La acción de la justicia resultaba tardía y en la mayoría de los casos insuficiente para enfrentar con éxito esta agresión, que encontró a la policía y jueces inicialmente sorprendidos, los primeros por haber sido educados e instruídos para prevenir y reprimir los delitos comunes y los segundos, por los sensibles vacíos que representaba la legislación vigente para penar con eficacia esta novedosa modalidad delictiva.

Ante estas circunstancias el Gobierno Nacional de entonces, creó por ley la Cámara Federal en lo Penal de la Nación, cuya actuación se basó en dos principios fundamentales: - Jurisdicción en todo el territorio nacional.

- Procedimiento oral y público muy expeditivo, de instancia única con tres jueces, uno de los cuales actuaba como instructor.

Conviene resaltar aquí que, en 22 meses de actuación, hasta mayo de 1973, la Cámara Federal en lo Penal de la Nación, dictó condenas contra más de 600 terroristas subversivos, estando detenidos en pleno proceso más de 2000 acusados. Al 25 de mayo de 1973, la casi totalidad de los dirigentes subversivos habían sido detenidos y sometidos a proceso judicial por haber cometido delitos, entre los que se encontraban crímenes incalificables, ejecutados indiscriminadamente contra todos los sectores de la sociedad argentina ( empresarios, intelectuales, políticos, dirigentes sindicales, policías, miembros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, etc.).

Aquellos que sostuvieron el argumento falso de la " resistencia a la opresión " para justificar la reacción violenta, decían en forma clara que el objetivo de su lucha no era la " solución electoral " sino cambiar el sistema democrático por otro de neto corte autoritario de raíz marxista.

Los objetivos del terrorismo subversivo eran evidentemente muy distintos a los de la mayoría de los partidos políticos y ello pudo comprobarse más tarde cuando, anunciado el llamado a elecciones generales y simultáneas en toda la República, la acción subversiva se incrementó y diversificó su acción violenta y homicida.

La posterior llegada al gobierno del Frente Justicialista de Liberación ( FREJULI ), sólo redujo momentáneamente las actividades del terrorismo subversivo, pues, superado un breve compás de espera empleado para ampliar la extraordinaria acción de infiltración y penetración en ministerios nacionales, gobiernos provinciales, universidades, medios culturales y artísticos, empresas nacionales, medios de comunicación social, etc., recrudeció violentamente su acción destructora y criminal.

Los compromisos adquiridos por la mayoría de los partidos políticos con anterioridad al acto eleccionario, tuvieron que cumplirlos una vez entregado el poder a quienes triunfaron en 1973 y, al día siguiente al 25 de mayo de dicho año, el Congreso Nacional, sancionó una amplia ley de amnistía, disolvió la Cámara Federal en lo Penal de la Nación y en días posteriores derogó todas las leyes que habían actualizado la legislación vigente para hacerla apta y eficaz en juzgamiento de los delicuentes terroristas subversivos.

La ley de amnistía permitió a los integrantes de las organizaciones terroristas subversivas actuar libremente, realizar conferencias de prensa, transitar por todo el país, aparecer ostensiblemente en actos públicos, y continuar la lucha armada por ellos iniciada.

Los acontecimientos posteriores a 1973, pusieron en evidencia la magnitud del error cometido por todos los partidos políticos argentinos.

En efecto, son reveladoras de esta afirmación, las expresiones de las dos organizaciones terroristas más importantes: el " Ejército Revolucionario del Pueblo " ( ERP ) brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores ( PRT ) y " Montoneros " aparato militar del Partido Justicialista.

Según una publicación del diario " La Nación " del 2 de junio de 1973, la primera de aquéllas decía: " continuaremos esta lucha hasta el triunfo final ... El ERP no atacará al gobierno ni a la policía que de él depende, pero continuará sin tregua sus operaciones contra las Fuerzas Armadas y contra las empresas explotadoras extranjeras o de capitales argentinos ".

" Montoneros " sostenía para ese entonces que " nuestra estrategia sigue siendo la guerra integral, es decir la que se hace en todas partes, en todos los momentos y por todos los medios ... hasta el uso de las armas ".

A las amenazas siguieron las acciones, y ante el recrudecimiento de la violencia en todo el país no existían medios legales para combatirla con eficacia.

En lo que se refiere a la justicia, cabe recordar que al asumir el poder el gobierno electo en 1973, la Corte Suprema de Justicia de la Nación estaba vacante porque sus miembros habían renunciado por jueces nombrados durante el gobierno militar de 1966 - 1973 y una gran proporción eran prestigiosos magistrados con gran experiencia que tenían acuerdo previo del Senado y que, en teoría, eran inamovibles.

El gobierno justicialista entendió que los jueces que tenían acuerdo del Senado, lo habían perdido por permanecer en el cargo durante el gobierno militar precedentemente mencionado y, para lograr su remplazo, recurrió a la sanción de una ley que estableció un régimen jubilatorio de excepción, aplicable a los magistrados que no reunían el mínimo de edad legal, en el cual se les concedían inusitadas facilidades y privilegios estableciendo un plazo para acogerse al mismo. Para aquellos que no optaran por ese beneficio en el plazo fijado, se les aplicaba el régimen ordinario para funcionarios públicos, muy desventajoso con respecto al establecido en la nueva ley.

Los magistrados jóvenes designados por el Gobierno Militar, que lógicamente no contaban con acuerdo en el Senado, se encontraron con la disyuntiva de jubilarse con el 80 % de sus haberes y el ejercicio libre de su profesión o la amenaza de destitución al no concedérseles el acuerdo del Senado.

Los efectos no se hicieron esperar y se produjo en el ámbito de la justicia un verdadero éxodo quedando prácticamente desmantelada, debiendo cubrir las bajas producidas el gobierno justicialista. La ruptura de la continuidad impidió la preparación de nuevos magistrados ya que evitó que una generación de excelentes jueces actuara como maestros de los nuevos.

Como resultado de esta particular situación de la Justicia de la Nación y que casi sin excepciones se repitió en todo el país, ésta prácticamente dejó de existir en la generalidad de los casos y especialmente en el juzgamiento de los terroristas subversivos, en el período comprendido entre el 25 de mayo de 1973 y el 24 de marzo de 1976, no se produjo ninguna condena por los numerosos delitos cometidos por los terroristas subversivos.

Además en 1974 la Justicia Federal y Nacional trabajó normalmente durante 54 días debido a las huelgas que paralizaron sus actividades y por la falta de medios materiales para cumplir su misión.

Los años 1973 y 1974 fueron utilizados por las organizaciones el terrorismo subversivo para completar y perfeccionar el adoctrinamiento realizado en las cárceles antes de la amnístia de 1973 y fuera de ellas después y en la preparación y ejecución de 27 sorpresivos y sangrientos copamientos de unidades policiales y militares, 265 secuestros, 168 asesinatos, 645 robos de armas, 768 detonaciones de artefactos explosivos y de otros delitos de características similares a los mencionados que, en total sumaron 5.255 hechos ilícitos.

La justicia volvió a evidenciar en su actuación, defectos crónicos que pusieron de manifiesto su impotencia para asegurar las respuestas rápidas y efectivas que el país requería, ante la particular y cada vez más novedosa modalidad del accionar del terrorismo subversivo, particularmente cuando lo hacía en forma simultánea en varios lugares de distintas provincias.

Esta impotencia judicial, posiblemente se hizo más aguda como consecuencia de la sostenida y eficaz acción psicológica desarrollada por el terrorismo subversivo y parte del periodismo contra los jueces, amenazas directas a la vida e integridad física de los mismos y en su momento, contra la ex - Cámara Federal en lo Penal de la Nación a la que atacaban alegando su inconstitucionalidad y llamándola peyorativamente " camarón " o " cámara del terror ". Por ello, tiene que haber resultado muy difícil recrearla a comienzos de 1974, después del sangriento ataque a los cuarteles de la Guarnición Militar de Azul en la provincia de Buenos Aires, pues, luego del posterior asesinato de un ex - juez de aquella cámara, resultaba muy difícil, por no decir imposible, encontrar profesionales, capaces y prestigiosos, para volver a integrar aquel tribunal, cuyos patrióticos servicios a la Nación aún no le ha sido debidamente reconocido.

El gobierno nacional de ese entonces, consciente de aquella grave situación, envió rápidamente al Congreso un proyecto de ley con modificaciones a la legislación vigente que volvían instaurar las disposiciones legales derogadas en los últimos días de mayo de 1973 y que fue sancionada como ley 20.642, sancionada en enero de 1974, seguida más tarde por la ley 20.840 de Seguridad Nacional, sancionada en setiembre de 1974.

A raíz de tal decisión, los diputados de la Juventud Peronista, brazo político de la organización terrorista subversiva " Montoneros ", argumentaron que se trataba de reprimir al pueblo y renunciaron ante el Presidente de Nación, Teniente General Juan Domingo Perón.

A fines de 1974, el gobierno justicialista resolvió reprimir al terrorismo subversivo cuando su accionar había acentuado notablemente la situación de conmoción interior que se planteara a partir de 1970, adquiriendo, más agravadas, las características de una guerra no clásica llamada revolucionaria. Su existencia fue reconocida por la Cámara Federal que juzgó a los Comandantes en Jefe del gobierno militar del Proceso de Reorganización Nacional en cuya síntesis del fallo que los condenó, el 9 de diciembre de 1985, expresó entre otras cosas: " se ha examinado la situación preexistente a marzo de 1976, signada por la presencia en la República del fenómeno del terrorismo que por su extensión, grado de ofensividad e intensidad, fue caracterizado como guerra revolucionaria ".

Aquella guerra revolucionaria, que no reconoció tregua ni concesiones, tuvo cruentas y atroces manifestaciones y su escenario fue la totalidad del territorio nacional.

Los hechos ocurridos demostraron que la República enfrentó al enemigo más adoctrinado y sangriento de cuantos había tenido hasta ese entonces. Un enemigo cada vez más audaz, provisto de abundantes medios técnicos, sin limitaciones financieras y convencido de la legitimidad de sus ideas, así como versátil en los más variados e inesperados procedimientos operativos.

Fue precisamente en el desarrollo de la guerra revolucionaria, cuando el terrorismo subversivo se hizo fuerte en una zona rural de la Provincia de Tucumán, como esfuerzo principal de su accionar, logrando sobrepasar el poder represivo de la policía provincial.

Producido este hecho cierto y ante la posibilidad de que las fuerzas irregulares actuantes en aquella región del país, lograran ocupar y controlar un espacio geográfico, llamado por ellas " zona liberada ; para intentar el posterior reconocimiento internacional e irradiar la acción terrorista subversiva hacia el noroeste argentino y sur de la República de Bolivia; la Presidente de Nación, María Estela Martínez de Perón, por Decreto Nº 261/75 resolvió el empleo del Ejército para ejecutar operaciones militares a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos terroristas subversivos que actuaban en la Provincia de Tucumán, campaña que más tarde se conoció como " Operación Independencia ".

Posteriormente el Presidente Provisional del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo, Dr. Italo Argentino Luder, firmó el 6 de octubre de 1975 los decretos 2770, 2771 y 2772 que reglaron la intervención de las Fuerzas Armadas en la ejecución de operaciones militares y de seguridad bajo el Comando Superior del Presidente de la Nación, ejercido a través del Consejo de Defensa, para aniquilar el accionar de los terroristas subversivos en todo el territorio subversivos en todo el territorio del país con centro de gravedad de la ofensiva en Tucumán, Córdoba, Santa Fe, Rosario, Capital Federal y La Plata.

Como consecuencia de la decisión del Dr. Luder, el Consejo de Defensa dictó el 15 de octubre de 1975 la Directiva Nº 1/75 y el Comandante General del ejército la Directiva Nº 404/75 para poner en ejecución lo dispuesto por el Consejo de Defensa, extendiendo la acción de las Fuerzas Armadas a todo el país porque las policías y la justicia habían sido prácticamente superadas, tornándose ineficaz el funcionamiento del sistema legal. Esta Directiva Nº 404/75 rigió durante los años 1975, 1976 y parte de 1977 hasta que fue reemplazada por la Nº 504/77, que no introdujo cambios en cuanto a la conducción de las operaciones.

El contenido de la Directiva Nº 1/75 ponía en evidencia que el enfrentamiento armado con la subversión fue una verdadera guerra pues:

- Puso en ejecución operaciones militares.

- Impuso la misión de ejecutar operaciones ofensivas para detectar y aniquilarlas en todo el territorio nacional el accionar de las organizaciones terroristas subversivas, a fin de preservar el orden y la seguridad de los bienes, las personas y del Estado.

- Asignó al Ejército establecer la vigilancia de fronteras, para lograr el aislamiento del terrorismo subversivo del apoyo exterior.

- Previó la constitución de una reserva estratégica militar con zonas de posible empleo, tiempo de alistamiento, etc.

En consecuencia, podemos afirmar que del análisis de la Directiva Nº 1/75, surge claramente que el Presidente Provisional del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo resolvió la ejecución de una típica operación militar a efectuarse en " tiempo de guerra "; aunque ésta, como ocurre y ha ocurrido en otros lugares del mundo, no haya sido declarada formalmente.

De esto se desprende que el Gobierno decidió el empleo del elemento militar apremiado por el estado de necesidad que provocaba el accionar terrorista subversivo.

En tal sentido, sólo se priorizó la urgencia de restablecer la paz interior, sin definir una posición político - doctrinaria que explicitara los principios y valores que se intentaban preservar con esta decisión, que garantizara así la justificación histórica del empleo de las Fuerzas Armadas en el marco interno y los efectos futuros de su empeñamiento.

Esta omisión, imprevisión o deliberado desinterés se convirtió con el transcurso del tiempo en una notoria vulnerabilidad, cuyos efectos perduran en la actual realidad que viven las Fuerzas Armadas, las que durante el lapso que ejercieron el poder político no lograron el explícito consenso de los argentinos para que asumieran como propia y con la misma convicción la causa justa que defendían.

Por otra parte, el debilitamiento de los grupos terroristas subversivos, como consecuencia de la acción militar, atemperó los temores y angustias de la población que, al no sentirse motivada o comprometida a participar, eligió el camino de la prescindencia.

Dicha indiferencia provocó el paulatino aislamiento de la sociedad, que se transformó en espectadora imparcial de un enfrentamiento entre militares y terroristas subversivos.

El accionar de las Fuerzas Armadas aniquiló el poder bélico del enemigo pero no anuló su decisión de lograr sus objetivos, ya que desde la clandestinidad adoptó como estrategia la bandera de los derechos humanos, impulsando una efectiva campaña ideológica hasta el 10 de diciembre de 1983.

Precisamente la Unión Cívica Radical partido que triunfó en las elecciones de octubre de 1983, estructuró su propaganda electoral con la bandera de los derechos humanos, a través de una mordaz crítica al gobierno del Proceso de Reorganización Nacional.

El 24 de marzo se cumple un nuevo aniversario de la última interrupción al orden constitucional en la República Argentina.

Grupos ideológicos infiltrados en diversos ámbitos del quehacer nacional agreden a las Fuerzas Armadas, reeditando el odio y la violencia que caracterizaron a la década del setenta y alimentando la discordia y la falsedad testimonial, basándose en una memoria parcial e interesada.

De la profunda propaganda desarrollada salta a la vista que los promotores, deliberada y tendenciosamente, confunden este acontecimiento con el accionar profesional del combate al terrorismo subversivo, en que las Fuerzas Armadas ya estaban empeñadas por decisión de un gobierno constitucional.

Esto impone a los integrantes del Foro de Generales Retirados, la obligación de hacer conocer la vivencia que como profesionales militares tienen respecto del convulsionado período político que les tocó vivir en los últimos setenta años del siglo pasado.

En ese lapso, las Fuerzas Armadas participaron en cinco interrupciones al sistema de gobierno establecido por la Constitución Nacional: 6 de setiembre de 1930; 4 de junio de 1943; 16 de setiembre de 1955; 28 de junio de 1966 y 24 de marzo de 1976.

La génesis de estos golpes de estado o revoluciones fue siempre política y no militar. En las coyunturas en que se produjeron, las Fuerzas Armadas fueron estimuladas a adoptar un papel activo en la política.

En esos tiempos el partido que triunfaba electoralmente intentaba gobernar y el que perdía conspiraba. No todos los argentinos tenían paciencia para esperar las próximas elecciones ni la humildad suficiente para aceptar la derrota.

Es una realidad que las interrupciones al orden constitucional realizadas a lo largo de la Historia Argentina se han concretado con la activa participación de diversos sectores de nuestra sociedad.

Tengamos la grandeza de espíritu de admitir los propios errores y no pretendamos tranquilizar la conciencia colectiva mediante la simplificación que implica querer ver un sólo responsable.

Los estrechos límites de un cuartel y el rigor de la disciplina militar no es campo propicio para generar acontecimientos políticos. El campo fértil para el germen de la política es la civilidad donde, por su amplitud y diversidad, se hace necesaria y saludable para la efectiva vigencia de la democracia.

En cambio, cuando ese germen penetra en el ámbito del cuartel, se transforma en un peligroso virus para la salud de las instituciones militares, las que han asumido y pagado un alto precio por la cuota de responsabilidad que les cupo. Pero no se pretenda atribuirles todas las culpas. Siempre hubieron cómplices, instigadores e indiferentes, que usufructuaron desde las sombras esta situación de ilegalidad.

Recordemos que el partido decano de la política argentina nació a la historia protagonizando la Revolución de 1890; la Corte Suprema de Justicia de un gobierno constitucional avaló y tomó juramento al primer Presidente de Facto; el Partido Justicialista nace como consecuencia del movimiento del 4 de junio de 1943; la U.C.R., el Partido Socialista, el Partido Comunista, el Partido Conservador y otros, integraron la Junta Consultiva durante el Gobierno de Facto surgido en 1955, que dio su aval a la derogación de la Constitucional Nacional del año 1949 y la proscripción del Partido Justicialista.

Se debe asumir con madurez que nadie es totalmente inocente ni nadie es totalmente culpable por lo sucedido.

Los hombres y mujeres que integran el Ejército, están consagrados con sacrificio y privaciones al cumplimiento del deber militar, que es su vocación. Si alguno de sus integrantes se ha apartado de los principios éticos y morales, deberá asumir su responsabilidad y recibir la consecuente sanción.

Sólo el reconocimiento objetivo, desapasionado y completo de aquel pasado nos llevará por el camino de la reconciliación. Olvidar no es el camino, pero recordar parcialmente tampoco.

La difícil encrucijada en que se encuentra el país exige el concurso patriótico de todos sus hijos, civiles y militares, en pos del proyecto de grandeza definido por nuestros prohombres. Ello se logrará trabajando juntos por el futuro y no profundizando los desencuentros del pasado.

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De la Lic. Elsie Yankelevich, nieta de Jaime Yankelevich e hija de Samuel Yankelevich, pioneros de la radiofonía argentina, docente e investigadora, doctora en Letras, Lengua, Literatura y Civilización Española en la Universidad de Ginebra, Suiza, Master en Literatura Norteamericana e Inglesa en la Universidad de Bridgeport, Connecticut, Estados Unidos, premiada escritora:

Evita trabajó en Radio Belgrano y conoció a Perón en una fiesta de Radio Belgrano.

La historia oficial dice que ellos se conocieron en el Luna Park, durante un festival a beneficio de los damnificados del terremoto de San Juan, pero Evita y el coronel Perón se vieron por primera vez en Radio Belgrano, según me han contado. Era la época de oro del radioteatro.

Papá amaba la radio e hizo la primera transmisión de televisión. Siempre dijo que la radio era eterna.

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De Richard Gillespie, catedrático de Política en la Universidad de Liverpool, Inglaterra, autor del libro Soldados de Perón - Los Montoneros, editorial Grijalbo, Buenos Aires, 370 páginas, año 1991:

La operación Pindapoy, secuestro y ejecución del general Aramburu, fue en todo sentido una operación del tipo todo o nada, mediante la cual la organización guerrillera extremista Montoneros esperaba lograr tres objetivos:

El primero de ello consistía en dar a la organización el bautismo público proclamando la responsabilidad de una acción espectacular que tendría repercusiones en todo el país. El eco de que se produjese el día del primer aniversario del " Cordobazo " mientras los militares celebraban el día del Ejército ( 29 de mayo ) dio más fuerza al impacto y más relieve a la fecha.

El segundo lugar tenía un propósito punitorio. Después de unos procedimientos judiciales simulados, destinados a establecer la legitimidad de la operación, Aramburu, como símbolo principal del antiperonismo, fue sometido a " la justicia revolucionaria " por sus ignominiosos actos del pasado ( expatriación del cadáver de Eva Perón en 1956 y responsabilidad de la ejecución de 27 peronistas en junio del mismo año ).

Por paradójico que pueda parecer , la tercera razón que había fue la de que Aramburu había empezado a conspirar contra el régimen del presidente de facto Gral. Juan Carlos Onganía. Desde 1969, consciente de la alarmante inquietud social, había estado haciendo lo posible para deponer a Onganía y dar a la Argentina una solución electoral cuasi liberal. Aramburu al ser reporteado por el semanario católico Esquiú afirmó estar convencido de que volvería a ser el presidente de la Nación.

Nota: El ex presidente de facto de la Revolución Libertadora fue ejecutado a balazos por el montonero Fernando Abal Medina en la estancia La Celma de la localidad de Timote, partido de Carlos Tejedor, provincia de Buenos Aires, 1º de junio de 1970.

El 15 de octubre de 1974 los Montoneros secuestraron el cadáver de Aramburu con el objeto de presionar al gobierno de Isabel Perón para que retornara el cadáver de Evita a la Argentina que se encontraba en Puerta de Hierro, Madrid, España. El mismo día que trajeron al país el cadáver de Eva Perón ( 17 de noviembre de 1974 ) apareció el féretro con el cuerpo de Aramburu abandonado en una camioneta.

En una interesante nota periodística de Sebastián Riestra, corresponsal del diario La Capital, de Rosario, Decano de la prensa argentina, el politólogo, ensayista y filósofo José Pablo Feinmann expresa que:

Hay un gran error de la guerrilla argentina, sobre todo de Montoneros, ya que el ERP ( Ejército Revolucionario del Pueblo ) nunca contó con el pueblo peronista. Ellos creían que el pueblo era combativo e iba a acompañar la revolución. Pero el pueblo peronista es hijo del estado de bienestar, está acostumbrado a la protección estatal y no a la lucha. La única excepción es el período de la llamada Resistencia. La guerrilla, después de su distanciamiento con Perón, se aisló de las masas. Cuando la gente vió la violencia que se desató a partir de Ezeiza y después del asesinato de José Ignacio Rucci, se produjo un notorio reflujo de las masas.

Por principio, yo estoy contra la violencia. Estoy contra el hecho de matar. Estoy de acuerdo con el planteo de " Los justos ", la obra de teatro de Albert Camus. Y en mi novela " Timote ", uno de los personajes le dice al otro: " No hables mucho con Aramburu, porque después te va a ser difícil matarlo. Vos no vas a matar a un hombre, vos tenés que matar a una idea ". El asesinato político necesita olvidar que se mata a un ser humano. Yo no creo en el crimen como herramienta revolucionaria. Creo en la organización de las masas. Sin embargo, eso es muy difícil de hacer, ya que ese trabajo en la actualidad lo hacen los medios. Hoy llega más al pueblo Susana Giménez que cualquier ideólogo. La gente quiere gente que se le parezca. Evita tenía una imagen dura, pero vos la veías con un niño o un pobre y no sentías que estaba mintiendo o haciendo demagogia.

La inseguridad no está provocada por los pobres, los pobres han sido arrojados a la delincuencia. Como no hay trabajo y muchas empresas fueron vaciadas, hay mucha gente que ha sido marginada, excluída. Esa gente se ha llenado de odio, y odia al incluído. " Te odio a vos porque estás incluído. Y si vida no vale ¿ por qué va a valer la tuya ? Entonces te mato ". Ese es el delincuente, el que antes tenía trabajo y con un salario que valía la pena. Las cárceles deben servir para la reconstrucción de las personas, destruídas por nuestra sociedad que abandonó el trabajo por la especulación. Cuando había producción, había consumo. Nuestra sociedad cada vez excluye más, entonces la delincuencia crece. Los gobiernos que han defendido tanto a los derechos humanos no han logrado reducir la pobreza y por eso tampoco han bajado la delicuencia. También es cierto que no reprime, y eso es lo que se le pide al gobierno: que reprima.

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De Gustavo Caraballo, abogado, Jefe de Asesores en el Ministerio de Economía, Secretario Técnico durante el último gobierno de Juan Perón:

Una semana antes de su fallecimiento, el general Perón le transmitió a José López Rega que me llamara. Pero como López Rega tenía bloqueados todos los accesos, no pude verlo a Perón. El deseo de Perón me lo transmitió López Rega en presencia del coronel Carlos Corral, Jefe de la Casa Militar: " Perón está tan mal que quiere ponerlo a Ricardo Balbín en su lugar, se volvió loco ".

A las 13.15 del lunes 1º de julio de 1974 fallecía Perón. María Estela Martínez de Perón se convertía en la primera mujer en acceder a la Primera Magistratura. Se iniciaría otro capítulo en la saga trágica de la República Argentina.

Muerto Perón, me parecía que debía guardar sobre todas las cosas la lealtad a ella y ser objetivo en las apreciaciones del Ministerio de Economía. Un día había una ley impositiva que tenía tratamiento parlamentario. Era el impuesto a la renta potencial de la tierra. La Comisión Presupuestaria, con la participación del radicalismo, redactó una alternativa y a mí me pareció que quien debía decidir era la Presidenta de la Nación y no el ministro de Economia. Mostré la situación a la Sra. Presidenta con la mayor transparencia. Mientras me miraba sin aparentar entender una palabra, me dice: " Doctor, yo no entiendo mucho de esto, esto será como cuando alguna vez, estando en Puerta de Hierro, llegó una boleta de impuestos y el General dijo que los impuestos estaban muy caros."

Ella fue todo lo contrario de Evita, sin lugar a dudas.

Nota: Gustavo Caraballo fue quien acusó a López Rega frente a Perón por malversaciones.

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De Eduardo Sartelli, licenciado en Historia, docente e investigador en la Universidad de La Plata, escritor, autor del libro La Plaza es nuestra - La lucha de clases en la Argentina del siglo XX, ediciones Ryr, Buenos Aires, 266 páginas, año 2007:

Entre los elementos de disputa en torno al 17 de octubre de 1945, figura el papel cumplido por Evita. La imagen corriente es la de una Eva recorriendo las barriadas y levantando a la población para ir al rescate de su líder. Nada más falso: Evita parece haber tratado de convencer a Perón de la conveniencia de abandonar todo y olvidar la vida política.

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De Gregorio Levenson, militante del Partido Comunista y Montonero en los años 70, escritor, autor del libro De los bolcheviques a la gesta montonera, editorial Colihue, Buenos Aires, 232 páginas, año 2000:

Evita se instaló en el Ministerio del Trabajo, del que era titular José María Freire. Pero su competencia era distinta. Nació allí la Fundación Eva Perón, un organismo para ayuda social a niños, hombres, mujeres y ancianos. Creó asilos, escuelas, clínicas y preventorios a los que el pueblo concurría sin ningún desembolso y sin ninguna presión moral. Vino a reemplazar a la vieja Sociedad de Beneficencia, que desde la época de Rivadavia regenteaban con un principio de caridad las famosas damas de la sociedad.

Perón advierte bien pronto que con aquella pasta extraordinaria podía modelarse un arquetipo de genuina luchadora social.

En varias oportunidades me entrevisté con Evita. Todas ellas fueron en función de nuestra actividad política. Su actitud era de gran humildad y de gran firmeza en sus propuestas. La última vez que la vimos fue durante una visita que le hicimos a su casa, una visita de cortesía y despedida. Nos recibió Atilio Renzi y pasamos a un saloncito, donde llegaban exclamaciones y risas casi infantiles. Vino Perón por un instante y nos dijo: " Pobre Evita, está viendo unas viejas películas de Chaplin ". La entrevista fue breve. Estaba muy desmejorada y a pesar del maquillaje se le notaba un profundo sufrimiento. Intentó mantener incólume su clásica sonrisa y nos abrazó uno a uno.

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De Julio Bárbaro, licenciado en Ciencias Políticas, diputado nacional, escritor, de notorio cuestionamiento a Montoneros y a otras organizaciones armadas, autor del libro Juicio a los 70, editorial Sudamericana, 232 páginas, año 2009:

Mis padres no eran peronistas. Un 26 de julio golpeo una puerta en Parque Patricios, me abre una mujer, y veo una foto de Evita con crespón negro y un puñado de flores. La mujer me terminó reclutando a mí. Yo era un adulto cuando comprendí que el peronismo es el fenómeno político más importante del siglo XX en nuestro país.

La cultura nacional, los intereses de los humildes y la producción tuvieron en esa etapa el momento de mayor reivindicación y mayores logros. No sólo terminó con la Década Infame conducida por los intereses agrarios y financieros, haciendo ingresar a nuestro país en el proceso de la revolución industrial y los derechos obreros: el peronismo constituyó sobre todo la defensa y los intereses de la Nación, y en ese sentido comprendió antes que nadie cuál era el problema de nuestra sociedad. La oligarquía sufrió este proceso como cualquier monarquía vive la llegada de la democracia, y de allí el rencor. Tanto construyó el peronismo que para destruir su obra debieron pasar décadas de políticos como las de José Alfredo Martínez de Hoz y Domingo Cavallo.

Durante el peronismo la gente de clase baja se convertía en gente de clase media. La producción era más importante que el sector financiero, la exportación una necesidad del desarrollo, la industria nacional un sueño que se iba volviendo realidad. El país crecía, la sociedad se integraba.

Exactamente al revés que ahora.

La democracia no puede seguir transcurriendo bajo la estabilidad de la pobreza.

El Estado necesita de un accionar activo para recuperar a los excluídos. Integrar a los marginales, educar a nuestros jóvenes, superar el hambre y el analfabetismo son tareas épicas y necesarias. Hoy la educación es gratuita y obligatoria, pero para los que quedaron afuera no hay más que piquete o droga, abandonados a la buena de Dios.

Pertenezco a una generación política que no quiere heredar el odio peronismo - antiperonismo de 1955 sino el abrazo de Perón - Balbín en 1973: una ética que se fija como objetivo final una sociedad justa, en unidad crítica y con un destino nacional.

Debemos comenzar por aceptar que los adoradores de la violencia, lejos de incorporar lo más rico del debate ideológico de los 70, lo clausuraron.

Nosotros, los peronistas, fuimos responsables porque no encontramos los caminos democráticos para impedir la candidatura de Isabel Perón o acortar su mandato luego de la muerte de Perón y porque no logramos reencauzar la fuerza revolucionaria en un camino de paz y progreso.

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De Arturo Umberto Illia, médico y ejemplar político argentino que ejerció el cargo de Presidente de la Nación Argentina, en el libro titulado Arturo Illia - Su vida, principios y doctrina, de Ricardo Illia, editorial Corregidor, ilustrado, 333 páginas, año 2003:

Ningún país que se precie de poseer un nivel cívico - jurídico aceptable ve en sus calles, periódicamente, soldados que salen de madre para derrocar gobiernos constituídos. Esto ocurrió en mi país, desgraciadamente, el 6 de septiembre de 1930; el 4 de junio de 1943; el 16 de septiembre de 1955; el 28 de junio de 1966 y el 24 de marzo de 1976. Podríamos agregar los golpes de palacio dados por las propias Fuerzas Armadas para el recambio.

Para el logro de la paz social es imprescindible impulsar una política de pleno empleo y procurar que las convenciones colectivas logren los más altos salarios posibles.

Paz social, pleno empleo, pacto social para el desarrollo y el progreso, participación creciente de los trabajadores en los planes de gobierno, una más justa distribución de la riqueza, independencia de los sindicatos, autodeterminación de los gremios y efectivo ejercicio de la democracia en sus organizaciones.

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De Luiz Inácio Lula da Silva, político brasileño, presidente de Brasil:

No entiendo mucho al peronismo, ví gente de derecha y ví gente de izquierda que era peronista. Es un milagro que solamente los argentinos pueden hacer.

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De John William Cooke, destacada figura de la izquierda peronista, abogado, escritor, en el libro Obras completas - Artículos periodísticos, reportajes, cartas y documentos, Tomo III, compilado por Eduardo Luis Duhalde, editorial Colihue, 288 páginas, año 2009:

Aramburu no pudo llegar, durante el peronismo, más que a director de Sanidad del Ejército, y eso que era de una lealtad de hierro al general Perón, según él lo repetía hasta el cansancio, y además era notoria su ejemplar devoción a la doctrina justicialista, y se preocupaba celosamente en que fuese difundida en las reparticiones a su cargo.

En 1956, si alguien hacía lo mismo que él había hecho durante tanto tiempo, en lugar de ascenderlo lo mandaba a la cárcel por seis años por violar el decreto 4161.

El decreto 4161/56 de la dictadura del general Pedro Eugenio Aramburu penaba con prisión la mención pública de Perón, Eva Perón, la utilización de los símbolos partidarios, la entonación de " Evita capitana " y " La marcha peronista ". Los periódicos comenzaron a utilizar eufemismos como " el tirano prófugo " o " la esposa del tirano prófugo ". El efecto fue inverso: miles de fotos, discos de pasta y altarcitos a la " Abanderada de los humildes ", a pesar de ser una expresión de lealtad doméstica, pasaron a formar parte de la " resistencia peronista ".

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De Ceferino Reato, escritor y periodista, licenciado en Ciencia Política, editor jefe en diario Perfil, asesor de prensa en la embajada argentina ante el Vaticano, autor del libro Operación Traviata - ¿ Quién mató a Rucci ?, editorial Sudamericana, 392 páginas, año 2009:

Cuando terminé de escribir la versión original de Operación Traviata, octubre de 2007, no tuve tiempo de sentirme muy satisfecho. Pensaba que era un buen libro, aunque no podía imaginar que al año siguiente alcanzaría tanta repercusión, a tal punto que se reabrió una causa judicial archivada desde hacía casi dos décadas. Más bien estaba preocupado por algo más urgente y concreto: conseguir una editorial para publicarlo. Es que había hecho las entrevistas, visitado diarios y bibliotecas y escrito el libro sin un contrato previo, sin el dinero del anticipo que suele pactarse con una editorial. Un colega, Daniel Guebel, leyó el original, lo llevó a la editorial Sudamericana y consiguió que lo publicaran. El libro tuvo una fuerte repercusión mediática, mientras los lectores agotaban una edición tras otra. Incluso, algunos días no hubo ejemplares en las librerías y ni siquiera en el depósito de la editorial. Fue una grata sorpresa.

Creo que la década del 70 sigue interesando a los lectores, siempre que los libros que surjan no sean meras repeticiones del paradigma oficial. Esto es así porque en esa década, que podríamos extender hasta el final de la dictadura, en 1983, fracasaron tres proyectos de país bien definidos: la " patria peronista ", la " patria socialista " y la " patria militar ".

Escribí Operación Traviata II, versión corregida y aumentada, para agregar nuevos datos sobre el asesinato de José Rucci, el secretario general de la CGT, realizado por la organización guerrillera Montoneros, el 25 de septiembre de 1973, apenas dos días después del tercer triunfo electoral de Perón de quien era un colaborador clave.

Los guerrilleros le disputaron a Perón la conducción del Movimiento y del país; luego, fueron aislándose de los sectores populares a los que se proponían redimir, y por último, terminaron derrotados por los militares, que tomaron el poder en 1976.

El Pacto Social firmado en 1973 tuvo logros durante un tiempo, pero la situación se deterioró a partir de la muerte de Perón, 1º de julio de 1974, hasta explotar al año siguiente, el 4 de junio de 1975, con el " Rodrigazo ", la estampida de precios que provocó el paquete del nuevo ministro de Economía, Celestino Rodrigo.

El " Rodrigazo " derivó en un vacío de poder del que el gobierno de Isabel Perón nunca se pudo recuperar.

Aquel fracaso de la patria peronista dejó a la fuerza política fundada por Perón con un problema de identidad, que todavía no ha sido resuelto y que se ha derramado a todo el sistema político argentino.

Luego de 1983, las dos experiencias de gobierno del peronismo surgidas de la urnas han intentado definir qué es o debe ser el partido al que las encuestas le asignan alrededor de un tercio de votos propios. Tiene el mayor caudal, pero no puede ganar elecciones sin el respaldo de otros sectores ubicados a sus flancos, como ocurrió primero con Carlos Saúl Menem y luego con Néstor Kirchner, que aglutinaron a públicos idéológicamente enfrentados.

Para el menemismo, el peronismo debía ocupar un espacio del centro a la derecha, sumando a los sectores que habían quedado huérfanos con el fracaso de la patria militar. Para el kirchnerismo, por el contrario, el peronismo debía vertebrar un movimiento que se moviera del centro a la izquierda, integrando a los sectores que habían soñado con la patria socialista.

Esa falta de identidad se refleja en la políticas adoptadas: en los ´90, el peronismo menemista privatizó empresas estatales, como Aerolíneas Argentinas, el Correo y Obras Sanitarias de la Nación, que en la década siguiente el kirchnerismo volvió a nacionalizar, apelando en ambos casos a una interpretación diferente de la doctrina del movimiento fundado por Perón.

Nota:

El periodista Ceferino Reato ha mencionado al ministro de Economía Celestino Rodrigo, es por ello destacar una interesantísima nota titulada Requeridos ministros de Economía, realizada por el conocido historiador Felipe Pigna, artículo publicado en el prestigioso diario CLARIN de Buenos Aires:

Los hubo estrellas, más importantes que los presidentes. Se los llegó a creer imprescindibles y a plantear que eran ellos o la oscuridad, el famoso caernos del mundo. Se les dieron superpoderes. Todos se declararon patriotas y muchos de ellos siervos del Señor cuando juraron públicamente por Dios y por la Patria desempeñar con lealtad y patriotismo su cargo.

Los ministros de Economía han sido protagónicos en las últimas décadas, vale la pena recordar que se creó tal ministerio durante la presidencia del Dr. Arturo Frondizi ( 1958 - 1962 ). Desde entonces hemos tenido decenas de ministros de Economía, claro que algunos repetidos. Alvaro Alsogaray, lo fue dos veces, con Frondizi y José María Guido. Dejando el imborrable recuerdo de su " Hay que pasar el invierno " que se hizo más duro y frío para los empleados públicos que cobraron sus sueldos con los tristemente célebres bonos " 9 de julio " que cotizaban al día siguiente de su emisión a la mitad de su valor nominal. Guido tuvo 5 ministros de Economía, todos del elenco estable del establishment.

Los sucedieron los radicales Eugenio Blanco y Juan Carlos Pugliese, que siguiendo los lineamientos del Dr. Arturo Illia intentaron dar un vuelco de la política liberal heredada a una más popular tendiente a fortalecer el rol del Estado y el mercado interno, incrementando notablemente la inversión en rubros como salud y educación. La experiencia no fue del agrado de los sectores económicos más poderosos de aquí y del Norte que retomaron el control del poder gracias al golpe perpetrado por el general Juan Carlos Onganía el 28 de junio de 1966. Tras un breve paso de Jorge Salimei, asumió Adalbert Krieger Vasena, que ya había sido ministro durante la " Libertadora ". Krieger Vasena era uno de los autodenominados liberales argentinos, en realidad estatistas recalcitrantes, pero claro, en un sentido opuesto a la intervención estatal promovida por peronistas, desarrollistas y radicales.

Para nuestros " liberales " el Estado debe intervenir activamente en defensa de los intereses de los grupos económicos más concentrados, nacionales y extranjeros, a través de la suba de impuestos al consumo de los sectores populares, de la rebaja de salarios vía inflación, de la baja del consumo nacional para incrementar los saldos exportables, de subsidios directos e indirectos y del acceso privilegiado a los créditos internacionales que se pedían con fines de utilidad pública y terminaban en las cuentas de los mismos de siempre y en el costado del debe del resto de los argentinos, aumentando nuestra dependencia de los llamados " organismos de crédito internacionales ".

El " Cordobazo " se llevó a Krieger Vasena y luego de ensayos llegó Aldo Ferrer, un notable economista que intentó lanzar un plan de impulso de la producción y el mercado interno con la Ley de Compre Nacional.

El peronismo instaló en 1973 en el ministerio al mejor representante de la llamada " burguesía nacional ", José Ber Gelbard, quien promovió el pacto social e intentó reeditar algunos de los planteos industrialistas y distribucionistas del primer peronismo. Pero la crisis del petróleo desatada a fines de 1973 disparó los precios internacionales y el pacto social, que congelaba precios y salarios teniendo en cuenta básicamente las variables locales, se vio desbordado y sólo se mantuvo, aún haciendo agua, gracias a la presencia de Perón.

Muerto el general Perón, Isabel y José López Rega se apresuraron a desplazar a Gelbard y tras el paso de dos ministros, terminaron nombrando a un hombre de su absoluta confianza lo que era una garantía de desconfianza para el resto de país. El " elegido " era portador de un apellido hispánico destinado a pasar a la historia no justamente de manera honrosa. Se llamaba Celestino Rodrigo y aplicó un salvaje plan de ajuste impuesto por el FMI ( Fondo Monetario Internacional ). Se decretó un aumento en el precio de las naftas, las tarifas del transporte y de los servicios públicos de un 160 % mientras se contemplaba un incremento salarial de sólo el 40 %. El anuncio provocó la primera huelga general contra un gobierno de origen peronista . Aquellas jornadas de julio de 1975, en la que las bases desbordaron a sus dirigentes y se llevaron puestas las cabezas de Rodrigo y López Rega, pasaron a la historia como los días del " Rodrigazo ".

Llegó el sangriento golpe del general Jorge Rafael Videla y sus seguidores locales e internacionales y el ministerio de Economía fue ocupado por otro " liberal " de apellido compuesto: José Alfredo Martínez de Hoz, que ya había sido ministro durante el gobierno de Guido. " Joe ", como lo llamaban sus distinguidas amistades, abrió la importación indiscriminadamente, clavó el dólar a través de una tablita mientras la inflación no se detenía y las tasas de dos dígitos mensuales hacían mucho más atractiva la especulación que la inversión productiva.

El cóctel explosivo terminó con la multiplicación de la deuda, fábricas cerradas y la pérdida del poder adquisitivo del salario. En medio de una aguda crisis, producto de la quiebra de grupos financieros que estafaron a miles de ahorristas, asumió la presidencia el general Roberto Eduardo Viola y en el ministerio de Economía el " liberal " Lorenzo Sigaut, quien frente a las corridas hacia hacia la divisa norteamericana dijo: " El que apueste al dólar pierde ". A los pocos meses los billetes verdes valían el triple que el día que Sigaut se fue de boca. Al dictador Viola lo reemplazó su colega Leopoldo Fortunato Galtieri quien nombró ministro al " liberal " Roberto Alemann, que ya lo había sido con Frondizi. Vino la debacle de Malvinas y dos ministros más y el " liberal " Domingo Cavallo como presidente del Banco Central.

La dictadura dejó un país destrozado y endeudado y Bernardo Grinspun, el primer ministro de Economía de Alfonsín intentó desandar lo hecho por sus predecesores, quiso fomentar el consumo, mejorar los salarios, renegociar la deuda, pero los factores de poder presionaron violentamente moviendo los resortes para desplazarlo del cargo.

Llegó Juan Vital Sourrouille y el plan Austral que luego fue plan Primavera y terminó en hiperinflación durante los ministerios de Juan Carlos Pugliese - autor de la frase " Les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo " - y Jesús Rodríguez. Llegó Carlos Saúl Menem y la inflación continuó bajo la administración de los hombres de Bunge y Born, Miguel Angel Roig y Néstor Rapanelli, y durante el ministerio de Erman González quien canjeó compulsivamente los depósitos a plazo fijo por bonos que cotizaron, otra vez, al 50 %. Menem pasó al ahora " neoliberal " Domingo Cavallo de la Cancillería al ministerio de Economía. A partir de allí fue el superministro, el hombre clave e intocable de aquel gobierno. Se privatizó con una extraordinaria y sospechosa desprolijidad, se multiplicó la deuda exponencialmente, se destruyó lo que quedaba de la industria nacional, nos quedamos sin trenes, sin petróleo, sin gas, sin seguridad social, sin salud y sin educación. Y a pesar de todo el mismo hombre con el mismo proyecto y los mismos socios " neoliberales " volverían por más con Fernando De la Rúa en el 2001 hasta no dejar piedra sobre piedra. Lo que sigue es historia reciente, conocida.

Como se ve fueron pocos, pero destacables, los que se desempeñaron con lealtad y patriotismo.

Nos queda la duda metódica de si al resto alguna vez les importó que Dios y la Patria algún día los demanden.

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De Angel Núñez, ensayista, profesor de Literatura Argentina en la Universidad Nacional de Rosario, poeta y crítico literario, autor del libro La encrucijada argentina - Verdad y mentira del sueño peronista, editorial Sudamericana, 221 páginas, año 2008:

Tres son, a mi juicio, los peronismos, y pienso que no es bueno confundirlos.

El peronismo fundador, claro está, es la doctrina formulada por Perón, y - tan importantes como la misma -, las realizaciones por él efectuadas. Evita, a su vez, " puso la cuota de amor y fanatismo que necesitan las grandes causas ", como dijo el mismo General. El complejo proceso peronista, con sus transformaciones profundas, y con la adhesión que obtuvo, modificó el país, y constituyó - y acaso constituye hoy, potencialmente - un proyecto nacional. La clase trabajadora, que adquirió protagonismo, conformó su columna vertebral, asociada con una burguesía nacional industrialista, mientras que todos los desheredados tuvieron, a través de Evita, voz y presencia. Síntesis y actualización de ese período fundador es el texto " Modelo argentino para el Proyecto Nacional ", verdadera herencia de Perón para sus continuadores, un documento no casualmente olvidado.

El segundo peronismo es el del sentimiento popular, el del recuerdo amoroso hacia el líder, el del disciplinado voto " del palo " a pesar de las traiciones y desvíos, que reúne millones de voluntades tantos años después de la muerte del general Perón. Sentimiento que se transmite en forma familiar y cultural - por el sindicato, por el periodismo - y que hace peronistas netos a hijos y nietos que no conocieron personalmente al fundador. Este es el peronismo que con su apoyo masivo posibilitó los avances, a pesar de la férrea oposición oligárquica; el que gestó la Resistencia y el que logró, con su lealtad y su lucha, el regreso. Es también, el peronismo de la esperanza: esperanza de realización nacional integral y de plena justicia social. Es un peronismo que apunta al futuro, y que merecería conducciones ajustadas a la doctrina y los anhelos populares.

El tercer peronismo lo constituyen las diversas burocracias: los dirigentes, jefes políticos, gobernantes u organizaciones de base originadas en el Movimiento, cuyas propuestas y políticas pueden acercarse mucho o poco, o traicionar incluso la doctrina y la esperanza del pueblo peronista. La traición la vivimos en forma integral con Menem, que desde adentro hizo política " liberal ", lamentablemente tolerada y hasta apoyada por gran parte de las burocracias partidarias.

Que el justicialismo sea un movimiento y no un partido, es lo que posibilita las diversas corrientes propias de un frente policlasista, necesario para fortalecer políticas que tocan grandes intereses nacionales y extranjeros. Es inútil apelar a elecciones internas del partido supuestamente unificador, porque un sector fuerte, si es desplazado, apelará - como ya ha ocurrido, exitosamente - a nuevas siglas, y requerirá el voto peronista desde diversa denominación.

El panorama de hoy es de enorme pobreza: no aparece un peronismo liberador.

El pueblo peronista observa y espera. Podría garantizar un determinante apoyo transformador si existiera el sector con el empeño de iniciar el proceso de liberación nacional y social que esperamos.

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Del Dr. Carlos Alberto Manfroni, abogado, consultor en temas de Derecho Público y Políticas Institucionales, conferencista internacional, escritor, autor del libro Soborno Transnacional, editorial Abeledo Perrot, 208 páginas, año 1998:

La gente supone que el costo de la corrupción coincide con la suma de todos los sobornos que los empresarios indecentes pagan a los funcionarios y después recargan en los precios de los bienes o de las obras que venden al Estado. Quienes así piensan creen que ese sobrecosto se diluye en la masa de contribuyentes y que, entonces, no hay gran daño en tolerar el latrocinio.

Pero ése es el costo mínimo de la corrupción.

Ante todo, quien paga un soborno procura que - ya que se ha ensuciado las manos - la operación sea también un excelente negocio para su empresa; con lo cual, no es sólo el costo del cohecho lo que soportan los contribuyentes.

El mayor de los costos económicos de la corrupción es inconmensurable. En un mundo en el que los capitales huyen de los países que no ofrecen seguridad jurídica, en el tiempo que demanda pulsar el botón de una computadora , el costo de la corrupción es no ser como Canadá, Australia o, incluso, como cualquier potencia europea. La corrupción es la causa de la pobreza.

Si computamos, por fin, la pérdida del liderazgo internacional que la Argentina tenía, advertimos que la corrupción es - sencillamente - criminal.

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Del Dr. Ideler Tonelli, abogado, secretario de Justicia y ministro de Trabajo durante el gobierno de Raúl Alfonsín, en nota periodísitica realizada por Fabián Bosoer, profesor de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en la Universidad de Buenos Aires, periodista y escritor, para la sección Zona de diario CLARIN de Buenos Aires:

En más de seis décadas de trayectoria política he visto pasar de todo, gobiernos civiles y militares, legítimos y fraudulentos, las luchas por la democracia y alcanzada ésta, las peleas más encarnizadas y conflictos sociales, económicos y políticos, juicios a los militares, ley de obediencia debida, hiperinflación ...

Creo que es notoria y objetiva la generalizada decadencia de la Argentina, desde lo material, que vemos cuando nos transportamos en ferrocarril, en ómnibus, cuando tenemos hijos en la escuela, la decadencia argentina tiene una generalización alarmante. Y entonces, no es arbitario sacar la conclusión de que los problemas que tiene el país son el producto de una clase dirigente declinante y sin aptitudes morales e intelectuales. La aptitud intelectual y moral de los dirigentes ha ido declinando. Y tambien se pone de manifiesto esta declinación en la desaprensión con que los dirigentes han participado de este proceso de destrucción del sistema políticio argentino.

No pude haber democracia en el mundo que no esté apoyada en una arquitectura política eficiente, y la arquitectura política eficiente se construye a partir de los sujetos fundamentales de la política que son los partidos políticos.

La renovación de la política y el surgimiento de nuevos liderazgos sólo puede ocurrir con partidos políticos fuertes que promuevan la participación ciudadana y la militancia cívica, además de la lucha por el poder.

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De Tomás Abraham, filósofo, escritor, autor del libro Historias de la Argentina deseada, editorial Debolsillo, Buenos Aires, 252 páginas, año 2008:

Dicen que sólo el peronismo puede gobernar a la Argentina. Hay pocos datos históricos para refutar esta afirmación. También se repite que nadie puede negar que el peronismo tiene vocación de poder, un argumento difícil de contradecir. Lo que en realidad es más difícil de explicar es que exista una agrupación política que rechace el poder, sin embargo, hay movimientos políticos que se definen por su voluntad de demolerlo, y otros que no saben qué hacer con él.

Una oligarquía se define por la posesión de resortes económicos que le dan acceso al uso de las influencias, extorsión y violencia, para lograr sus objetivos. La propiedad de capital no es el único atributo de este poder oligárquico sino la forma concentrada de su posesión y el control de la organización que lo sostiene.

El Ejército, el poder financiero, los sectores terratenientes, la Iglesia, fueron sectores de la oligarquía corporativa con la que los gobiernos representaron o contra los que lidiaron para conservar su poder.

Nuestro país fue un proveedor de materias primas y un receptor de capital financiero en un orden mundial que culminó en 1929. Esta dominación nos convirtió en un país cuya dirigencia prefirió siempre endeudarse a llevar a cabo una política fiscal solvente.

Con Juan Domingo Perón los sindicatos pasarán a formar parte de la distribución del poder en nuestro país, junto a sectores del mismo Estado con una burocracia conformada por una planta permanente de funcionarios.

Arturo Frondizi intentó crear un factor nuevo de poder mediante la industrialización con aportes de capital y tecnología extranjera que sustituyera la falta de financiamiento de infraestructura que había padecido y reconocido el segundo gobierno de Perón.

Raúl Alfonsín no resistió a los antiguos ejes del poder corporativo del Ejército que se sublevó, el financiero que vació los bancos, la Iglesia que se consideró atacada por un laicismo agnóstico dominante en la educación, y el sindical que vio en los radicales enemigos políticos.

En la década del ´90, Carlos Saúl Menem anuló el poder desestabilizador del Ejército derrotando al sector carapintada, encarcelando al coronel Mohamed Alí Seineldín, incorporando cuadros militares a la dirigencia justicialista y a los negocios del gobierno. Se alió al poder financiero y enriqueció al sector bancario mediante una política de endeudamiento internacional e interno con tasas de interés gravosas y un dólar fijo. Logró la adhesión gremial a la privatización de los servicios mediante un reparto prebendario.

Desde el 2001 el sostén del poder tiene otras caras visibles. Domingo Cavallo al destruir la red ferroviaria diseñó una economía basada en la circulación vial, red de comunicación vital dado el intercambio regional de mercaderías. Es decir que gracias a su política, el sindicato de camioneros es el eje del poder sindical. Paran los camioneros, para el país.

El otro poder gremial decisivo es el de la educación. Su poder reinvidicativo es importante y el conflicto con los gobiernos que se suceden no tienen fin.

El sector llamado de la seguridad es un poder encubierto con un rostro oficial uniformado. En él actúan mafias, servicios personales de custodia y una trama política que arma un red casi impune de criminalidad.

La Argentina es ingobernable porque oscila entre el centralismo oligárquico que asocia intereses sectoriales de entramados corporativos con los nuevos ricos del gobierno, y una idea de ciudadanía no clientelar que no es más que una diseminación de voluntades que no responde a la estructura de las organizaciones sociales.

Democratizar a las organizaciones implica no sólo dispersar los centros de decisión, y consensuar puntos de vista, sino fijar normas para que no se paralicen las acciones por un permanente estado deliberativo.

Gobernar no es discutir todo, todo el tiempo. Un poder legislativo debe ser ejecutivo para no ser estéril, sin embargo sin un ejecutivo fuerte hay vacío de poder.

Las crisis son movimientos conflictivos cuyo desenlace no está asegurado. Hay crisis que desencadenan fuerzas de aceleración y otras que resisten los cambios. Pero es distinto cuando se habla de decadencia. No quiero decir crisis terminal para no ser patético y porque la palabra terminal no le corresponde decirla a un ser humano, y menos a un argentino.

Las decadencias son síntomas del fin de un ciclo, sólo que no podemos identificar un ciclo único para ilustrar lo que sucede en la Argentina. Escuchar que nuestro país no tiene importancia en el mundo, que es un estuche vacío que a nadie importa, que se lo conoce por ser un refugio para nazis, que se diga que los argentinos trabajan poco porque están todo el día en un diván psicoanalítico, que un argentino lo único que reconoce superior es su propio ego, que porque siempre nos creímos ricos hemos terminado por ser pobres, etcétera. Todos los estereotipos dicen una verdad, lo triste es cuando sólo queda el estereotipo.

La crisis y la decadencia argentina tienen décadas. Divido este proceso destructivo en sus partes, en 4 crisis. Es a partir de 1960 que en nuestro país se inicia un proceso de destrucción que fue gastando no sólo las reservas, sino también los amortiguadores. Todas las defensas tienen un punto más allá del cual ceden las paredes.

Primera crisis. De 1958 a 1962 gobernó a la Argentina el último presidente que tenía una idea. Cuando digo idea no quiero decir que se le ocurrió algo, porque, lamentablemente, la clase dirigente argentina está llena de ocurrencias, sino que tuvo una visión. Un gesto de estadista. Propuso y sentó las bases de la última modernización industrial. Atrajo inversiones de la más alta tecnología. Puso en movimiento una economía que se había detenido luego de que Perón se quedara sin recursos. El país desarrolló la siderurgia, la petroquímica, la primera industria de automotores. Frondizi decía que el país granero del mundo estaba terminado. Los capitales y la financiación no se obtendrían más del trigo y de la carne, debido a la caída de los precios relativos. Sostenía que las inversiones extranjeras debían participar del desarrollo económico. No eran factores necesariamente imperiales: podían ganar dinero y al mismo tiempo generar riqueza social. Pretendió que el peronismo participara de esta nueva etapa, que también lo hicieran los partidos políticos, la izquierda intelectual, la Iglesia, las Fuerzas Armadas, los sindicatos, todos. Bien, Frondizi fue uno de los presidentes más odiados de nuestra historia moderna. Se lo echó a patadas y fue encarcelado en una isla. Esto sucedió inmediatamente después que recibiera al Che Guevara en la Argentina. Todos estaban contra Frondizi. Argentina mostraba que era un país políticamente inviable. Dos años más tarde Brasil emprende una política igual a la de Frondizi, pero con una dictadura militar. Hoy es un país con una poderosa industria.

Segunda crisis. Es la de 1968. El acontecimiento que la corona se llama El Cordobazo, una gesta popular con el pueblo en las calles que da por terminado el gobierno del general Juan Carlos Onganía. Esta gesta es recordada como símbolo patriótico. No lo fue ni dejó de serlo. El gobierno de Onganía siguió ciertas líneas de fuerza que había iniciado el gobierno de Frondizi. El país seguía creciendo, pero había conflictos con los sindicatos, cuyos dirigentes se mataban entre sí. Onganía tenía una particularidad: estaba enamorado de Franco, quería ser como él. Parecía una pasión algo anacrónica, pero Argentina no había tenido su Franco, y las Fuerzas Armadas, con las altas y profusas capas de la dirigencia argentina, consideraron que era el momento para fabricarlo. Sus admiradores lo veían como el jefe del Escorial Rosado, por el color de la Casa de Gobierno. Era muy católico. Los cursos de cristiandad estaban de moda. La higiene espiritual y urbana se constituyó en cruzada. El Cordobazo fue el punto final de un gobierno que no encontraba una forma institucional apta para perpetuarse. La democracia era un veneno que restituía a la demagogia peronista, y un gobierno militar tampoco podía durar una eternidad, pues su ligitimidad era molesta, nacional e internacionalmente. Las oscilaciones eran permanentes. Una vez desencadenada la revuelta popular, un nuevo golpe de Estado puso en el trono a un nuevo general. Se llamó Alejando Agustín Lanusse. Quiso reconciliarse con el pueblo, es decir, autorizó el retorno de Perón, proscrito hacía más de diez años.

Tercera crisis. Tiene fecha entre 1975 y 1976. El líder popular argentino había vuelto al país. Millones de personas querían recibirlo. A la clase obrera, se le unía la clase media intelectual y profesional que quería formar parte de un gran movimiento popular. Todo el mundo parecía estar de acuerdo. " ¡ Viva Perón ! " era un solo grito. Pero el peronismo es un movimiento complicado. Es una olla en la que se mete de todo: la izquierda guerrillera, el populismo federal o regional, mitómanos, snobs que se sentían orgullosos de desfilar como proletarios, fascistas ... Perón era más selectivo. Le sonreía a todo el mundo, daba palmaditas a todas las espaldas, pero su círculo íntimo era compacto y cerrado. Y era el único que tenía un poder efectivo. Su esposa, Isabelita, tenía de padre espiritual al secretario de Perón, el siniestro astrólogo José López Rega. Bombas, secuestros y muertes arreciaban en aquellos años setenta. Un país burgués como la Argentina tenía sueños de Cuba. Los chicos de las universidades manejaban armas, militantes e intelectuales estimulaban el coraje de otros, sacerdotes y otros cristianos introducían la piedad y la culpa en los análisis políticos. Todo parecía posible, y lo fue, hasta lo imposible fue real. Pero no es que hubiera llegado la imaginación al poder, sino que llegó el sadismo más vengativo.

Muerto Perón, y ya desencadenado el terror, el golpe de Estado de 1976 lo institucionalizó. Comenzó el terrorismo de Estado. Una máquina de torturas se instaló en varios lugares del país. Se mató, se violó y secuestró durante años. Mientras tanto, la mayor parte de la sociedad civil realizó sus tareas cotidianas. Se ganó un Mundial de Fútbol. Muchos fueron al exilio, muchos más consideraron esta etapa como necesaria, y otros sientieron verguenza y temor.

La cuarta crisis. El retorno de la democracia luego de la guerra de Las Malvinas fue esperanzador. Esta ilusión duró tres años, de 1984 a 1987. Luego el gobierno de Raúl Alfonsín comenzó a desmoronarse. Las fuerzas militares que eran juzgadas por los tribunales iniciaron un movimiento sedicioso. El gobierno civil no lo pudo controlar. No hubo golpe de Estado, pero el poder oficial se desangró. El poder sindical salió a la calle en 12 huelgas generales, ninguna de ellas para defender la democracia amenazada por siniestros grupos militares. Dificultades financieras y un enorme déficit estatal interrumpieron el pago de los intereses de la deuda externa. Se sumaron factores de disgregación que tornaron al país ingobernable. Alfonsín dio por terminado su mandato antes de tiempo con una incontrolable hiperinflación. Entramos en la década de los ´90.

Llega Carlos Menem. Los primeros seis años de Menem fueron transformadores. Este cambio se hizo con audacia e irresponsabilidad. Se privatizaron las principales empresas públicas, que habían dejado de cumplir hacía años su rol integrador y estratégico para convertirse en nidos de corrupción.

Desde 1989 el mundo había cambiado. Se lo llamó Globalización. Los argentinos no entendieron su significado hasta 1995. La comprensión llegó por una crisis: el efecto tequila de México. No se entendía la razón por la cual un gobierno que había acatado las recetas del neoliberalismo veía caer su economía por los efectos del mismo modelo neoliberal. Luego el sudeste asiático, más tarde Rusia. Desde mediados de los ´90 los argentinos debimos tomar nota de que éramos parte de un nuevo grupo: los países emergentes.

A partir de 1997 se detuvo el importante crecimiento económico del país y se inició una crisis social aguda con una desocupación policlasista enorme. Los datos son confusos, pero superó el 20 %, con una subocupación del 15, y ningún seguro de desempleo. ¿ Por qué sucedió esto ? El reparto de culpas y responsabilidades está en permanente discusión. El crecimiento de la Argentina entre 1991 y 1995 fue el resultado de inversiones que compraron barato los bienes productivos públicos, y la entrada de capitales de corto plazo que aprovecharon las fuertes ganancias financieras de un país que había establecido una nueva moneda - el Plan de Convertibilidad - con el valor del peso equivalente al dólar, y una inercia inflacionaria de 50 % anual.

Una vez que la tasa de interés se equilibró, los capitales se retiraron, y una vez que cayeron los mercados emergentes de tres continentes, la atracción financiera por nuestro país se esfumó. El dinero vino, se fue y no volvió - por eso se llaman capitales golondrina. El golpe fue tremendo. Argentina había renegociado mediante el Plan Brady su deuda externa, hasta bajarla a 60.000.000.000 de dólares. Era el 20 % del producto bruto de aquel entonces. Hoy es el 50 %. Nuevamente, ¿ por qué ?.

La deuda externa y el pago de amortización e intereses volvieron prácticamente inviable cualquier proyecto de reactivación de la economía. ¿ En qué se usó el dinero ? Una buena parte en solventar el déficit de un Estado ineficiente y corrupto, y en nuevos préstamos pedidos a organismos internacionales y, absurdamente, a corporaciones recientemente fundadas que se llevaron los aportes jubilatorios que recaudaba el Estado. Debo seguir hablando de economía porque es en estos términos que se tejen los intereses de los poderes en nuestra era. No entraré en detalles, pero la deuda del pib ( Producto Interno Bruto ), que en un país de Europa es aceptable, no lo es en el nuestro. No somos un país exportador: las exportaciones constituyen menos del 10 % del pib. Nuestra moneda está sobrevaluada para evitar la fuga de divisas y la inflación. Los sueldos argentinos respecto de otros países emergentes son mucho más altos, el costo argentino por su régimen cambiario también lo es.

Por otra parte, Argentina es el único país del continente, además de Uruguay, que tiene una tradición de integración democrática y social que no ha existido en otros mercados emergentes. Las inmigraciones europeas y el peronismo popular de la década de los ´50 crearon instituciones y una conciencia democrática y social que no se ve en la cultura de castas de otros países de la región. Décadas con una enorme clase media con aspiraciones de bienestar educacional y económico, y una clase obrera con sindicatos fuertes que nunca han dejado de luchar por su cuota de poder, no hacen a la Argentina un país con la modestia necesaria para que las inversiones corporativas multinacionales tengan asgurada una rentabilidad diferencial respecto de sus países de origen.

Hoy estos antecedentes históricos de una Argentina más rica y feliz constituyen un obstáculo cultural que impide analizar la situación con el realismo necesario para salir del estancamiento y la pobreza. Hay una continua remisión a un pasado mejor, un ánimo resentido respecto al presente, el futuro no existe.

Argentina no tiene una tradición republicana a la manera de los países nórdicos y protestantes, o de otros países que no son tan nórdicos ni tan protestantes. La integración social se hizo por la vía de la hospitalidad de una población generosa, de las posibilidades de crecimiento de un país joven y rico en suelos, subsuelos y clima, y un aparato estatal y corporativo que tomó decisiones que una democracia parlamentaria soslayaba.

Argentina no es simplemente un país que recibió contingentes inmigratorios. Fue una situación más extrema. La intensidad del aluvión de extranjeros provocó un shock inmigratorio. Entre 1900 y 1920 cambiaron el idioma y el componente poblacional, de tal modo que en la ciudad de Buenos Aires, nuestra megalópolis, había más extranjeros que nativos. Es casi imposible que un sistema democrático republicano, con voto secreto e individual, más la participación ciudadana, pueda funcionar en forma irrestricta en un lapso que no sea el de varias generaciones. Los inmigrantes, como todo inmigrante no saben cuánto tiempo se han de quedar. Es así que el respeto por las minorías y por los derechos del individuo, por su singularidad y diferencia, no es una parte consistente de nuestra idiosincracia cultural. Se lo debemos a la fresca inmigración y a una oligarquía que de las aristocracias imitó fundamentalmente su parasitismo y su desprecio por lo que llamaban populacho. En cambio, sí es bastante consistente un cierto fascismo cultural que tuvo momentos de intensidad en varias ocasiones. No olvidemos que hace unos años volaron la sede de la AMIA ( Asociación Mutual Israelita Argentina ) y la embajada de Israel, con cien muertos, y esto no sucedió en medio de una consternación, sino más bien de una pasividad general. Corrientes nacionalistas y católicas hicieron de la Argentina la mejor amiga de Franco, y un país simpatizante del Eje. No tuvimos la suerte de España de disolver higiénicamente la tiranía en una sólida Europa. La noción de supresión ética corresponde específicamente a un período histórico, pero no queda acotado por él. La caza de " subversivos " fue la última fase de una cruzada moral que se intensificó en tiempos del general Onganía y se ejecutó en el Proceso de Reorganización Nacional.

La globalización se presenta en nuestro país como un destino. La Moira de los griegos quería decir lote: la unidad de una distribución de lugares para ser ocupdos por cada ser humano. A cada hombre le corresponde un lugar, y en cada lugar se teje una vida. Pasarse a otro lugar, ambicionar otro espacio, desencadena fuerzas imprevisibles y terminales. Este proceso es llevado a cabo por los dioses cuyos designios son inalcanzables. Así vivimos la globalización. La diferencia reside en que ya no hay dioses, y que la asignación de lugares depende de lo que llamamos " cosas ". Es un realismo trágico. Cuando, para citar un caso no tan antiguo, el financista George Soros se deshizo de la moneda malaya y provocó un derrumbe bursátil y monetario en Malasia, enunció un argumento interesante. Más allá de sus temores por la mala administración de los negocios en aquel país, contribuyó a su drástica decisión el hecho de que un país dictatorial, Birmania, fuera admitido en el bloque de los países de la península malaya. Soros, hombre democrático no desea estar presente con su dinero en sociedades totalitarias.

Por el nuevo efecto mariposa que trasmite la globalización, la caída de un mercado emergente - en este caso el malayo - provoca la debacle de los papeles argentinos, la desconfianza de los mercados, la retracción de la demanda y de los créditos, y la paralización de obras en la ciudad de Buenos Aires. En una empresa constructora de la Argentina, el obrero José Pérez es despedido por el jefe de personal, y se le explica que en nada se debe a fallas en el cumplimiento de su labor, sino a factores empresariales determinados por situaciones financieras cuya causa es ilegible - salvo que se aclare que su despido se debe a la convicción democrática de un señor húngaro que vive en Nueva York y que no tiene más confianza en la sociedad malaya -, y que además, por las nuevas leyes del capitalismo competitivo y bastante salvaje, su indemnización es casi nula. De un día al otro le sobrevienen la miseria y la desesperación, la vida de desocupado sin subsidios.

¿ Cuál es la relación entre José Pérez y George Soros ? Es la misma que existe entre Joseph K y el emisor de su orden de detención en El proceso de Franz Kafka. Este es el mundo de la globalización: no es un globo, es un nudo sin moño alrededor del cuello de mucha gente. Un mundo sin culpas, con pocas o ninguna responsabilidad, un mundo metonímico en el que las decisiones siempre se toman más allá, en otra oficina de otro pasillo que da a un nuevo corredor. Esto no hace a la gente inocente, aunque a muchos sí los hace víctimas, y a otros grandes maestros del azar.

Por supuesto que en un mundo así las formas de la práctica política se reducen a una serie de gestos teatrales, ya que la fuente de la política es la voluntad, es decir, la creencia en que por decisiones colectivas es posible cambiar la situación presente. En el mundo del realismo trágico y del efecto mariposa, las posibilidades de las agrupaciones de ciudadanos y sus representantes son escasas. Nadie puede decir nulas.

Este fenómeno no hace de nadie un angelito a la intemperie, y menos a la clase dirigente y a los grupos de poder de la Argentina. Es habitual en nuestro país manifestar el deseo de linchar al ministro de Economía, ya que de él es toda la culpa de los sinsabores colectivos. Hoy en día se le suma a esta pulsión declamatoria y mortuoria el ferviente deseo de una opinión pública tan bien armonizada por los medios de comunicación de hacer lo mismo con los políticos. Las encuestas siempre dicen alegremente que los más creíbles de la sociedad son los miembros de la Iglesia y los periodistas, siempre que aparezcan con frecuencia en la televisión. Gloria tienen los voceros de Dios y los del ágora electrónica.

En la Argentina se dice que los políticos tienen la culpa. Es la frase del día. Debo decir que es un lugar común de décadas. Antes la válvula de escape eran los golpes de Estado. Luego la culpa la tenían los militares. Pero se debe ser comprensivo con una población que ve desmoronarse lo que arduamente aún retiene, y con el ciudadano común que vive en una permanente inseguridad. Estimo que la culpa no es de los políticos. Esta afirmación es entendible de parte de quienes padecen situaciones que no controlan, pero es cinismo disfrazado cuando lo dicen quines también han participado de la república tal cual es y se ubican en el lugar del puro espectador. Es una actitud esteticista cubierta de moralina. La eterna victimización.

Hay un problema cultural en Argentina, quiero decir de ideosincracia. La zona de responsabilidad no está acotada a la corporación de los políticos profesionales, ni a los ministros de Economía. Las medidas económicas que se toman en la Argentina no son malas, ni buenas, ni nada. Toda medida económica se anuncia y aplica desde un poder político. Y la enorme creatividad de los economistas argentinos es una fuga hacia adelante impulsada por la presión de la insuficiencia. Por eso los fracasos no se acumulan porque las medidas estén equivocadas, sino para disimular el fracaso anterior. Los ministros de Economía han inventado la inflación cero, la tablita financiera, el plan Austral, la Convertibilidad, la Competitividad, el megacanje, el blindaje, el plan Bonex, la incautación de los depósitos y una serie de trompos de la fantasía. El problema - y es bueno que haya uno - es la política, no los políticos. Me refiero a las instituciones que tienen que ver con la autoridad. La ley. Nadie cree en nada en la Argentina, al tiempo que se piensa que todo es posible. Por otro lado la verdad no se disimula, se dice y se sabe. Nadie dice yo robo, pero se sonríe cuando se es interrogado por una denuncia de robo.

Son síntomas de lo que los pensadores de la política han llamado totalitarismo. Por un lado las instituciones se tambalean, pues nunca han sido demasiado sólidas en un país que desde 1930 ha vivido cincuenta años bajo regímenes militares o bajo tutela armada. Pero además hay un festival entre frívolo y macabro en desprestigiarlas aún más y bailar sobre sus escombros. Denigrar a la universidad, a la salud pública, a los jueces, a la policía, al presidente, a los diputados, a los estudiantes, un corre, ve y dile de resentimientos, envidias y degradaciones. Eso es malo. Es necesario rescatar lo bueno, salvar a los que luchan por mejorar la situación colectiva, apoyar lo que nace, acompañar lo que sigue. Otro espítitu. Al menos para los que aman nuestra tierra.


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Textos cortesía de Carlos Vitola Palermo de Rosario, Santa Fe, República Argentina.


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