DOCUMENTOS SOBRE EVA DUARTE DE PERON 


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María Eva Duarte de Perón / Evita. Argentina 1919-1952

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HISTORIAS, ANECDOTAS y TESTIMONIOS 

Evita en el Hogar de Tránsito Nº 2, hoy Museo Evita, Lafinur 2988, Buenos Aires

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De Roque Sanguinetti, investigador y escritor, en revista Rosario - Su historia y región, publicación declarada de interés cultural nacional y de interés educativo provincial, director Miguel Angel De Marco ( h ), Rosario, octubre de 2011:

En 1952, año en que falleció Eva Perón, el país estaba netamente dividido en peronistas y antiperonistas.

En mi casa eran fuertemente antiperonistas. Yo que tenía seis años, pese a que era tan niño sufría una confusión o una dualidad política, porque casi todos los días me llevaban a casa de mis abuelos y allí me malcriaba María, la mucama, que llegó a ser como una segunda madre para mí, y que era peronista y tenía por Evita una devoción casi tan grande como la que tenía por mi familia.

Así que yo recibía las dos influencias políticas, lo que le causaba problemas a mi padre. Como una vez durante un viaje a Córdoba, en el comedor de un gran hotel, me paré sobre una silla y grite ¡ Viva Perón ! delante de toda " la gente bien ", provocando que mi padre pasara lo que para él fue un gran papelón.

Cuando murió Eva Perón, María me hizo una carpeta donde a escondidas pegábamos fotos de Evita que recortábamos de revistas. Esta " carpetita de Evita " era un secreto que teníamos. Hasta que un buen o mal día mi padre descubrió la carpetita, que muy " didácticamente " redujo a papel picado en pocos segundos. Allí terminó mi militancia clandestina en el peronismo.

Iba al colegio de los Hermanos Maristas, cuyo " castillito " todavía se alza en el bulevar Oroño al 700. Un día de 1953 hubo una gran conmoción en el colegio y nos avisaron que saldríamos a la calle porque pasaría en auto nada menos que el Presidente, el general Perón. Me acuerdo de que los hermanos del colegio nos ubicaron sobre la parte central del bulevar, sobre la mano del este, ya que el Presidente vendría desde el sur por esa mano. Estábamos todos con nuestros guardapolvos blancos y a cada uno de los chicos nos dieron una banderita argentina para que la agitáramos. Y es que Perón todavía estaba en buenos términos con la Iglesia, antes de ese absurdo conflicto que el gobierno tuvo con la misma y que contribuyó mucho a su posterior caída. Pese a mis siete años recuerdo con nitidez el momento en que yo estaba paradito con mi bandera esperando con gran ansiedad ver a tan famoso como discutido personaje.

Hubo un revuelo de gente y aparecieron unas motos de la policía a las que seguían varios autos oscuros y parecidos, todos los que pasaron a una gran velocidad. Nadie lo había podido ver a Perón y ni siquiera sabíamos en cuál de esos autos había pasado. Años después mi padre me explicaría que eso había ocurrido porque " Perón era un miedoso y por eso se escondía de esa forma ". Me parece que cuando mi padre me hablaba así, al igual cuando destruyó la " carpetita de Evita ", de su cara brotaban largos pelos de " gorila " y sufría una transformación que lo convertía en un émulo del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

En 1959, Perón ya había sido derrocado y yo estaba en primer año del secundario. Y otra vez nos paramos con mis compañeros de colegio sobre el bulevar Oroño, esta vez sobre la mano oeste, ya que iba a pasar por allí en dirección norte sur el Gran Premio de Turismo de Carretera, en el tramo de " neutralización " que se hacía a baja velocidad para atravesar la ciudad. Hay que aclarar que en esa época el Turismo de Carretera era una pasión nacional tan importante como el fútbol, y era realmente " de carretera " porque se corría por caminos, hasta que eso se prohibió y se lo redujo a los autódromos, conservando impropiamente ese nombre hasta ahora. Y cerca de fin de año cuando se corría el Gran Premio de Turismo de Carretera que atravesaba varias provincias, el país vivía pendiente de su desarrollo, que se transmitía directamente por las radios. Recuerdo los títulos tamaño catástrofe de los tres diarios de la tarde de la ciudad de Rosario: " La Tribuna ", " Crónica " y " Rosario ", informando los resultados de cada etapa. También hay que aclarar que la división peronismo - antiperonismo había llegado al deporte, y así como en el boxeo los peronistas eran seguidores de José María Gatica y los antiperonistas de Alfredo Prada, algo parecido pasaba en el automovilismo.

Los ídolos del automovilismo nacional eran los hermanos Gálvez. Y el máximo ídolo era el mayor, Oscar, el legendario " Aguilucho ", simpático y extrovertido, ganador de carreras, campeonatos y Grandes Premios. Pero al que insólitamente otro corredor había logrado superarlo, si no en popularidad sí en número de éxitos: su hermano menor Juan, serio y callado. Los dos Gálvez eran peronistas y durante ese gobierno solían dedicar sus triunfos " al general Perón " con quien a veces aparecían en fotos abrazados por él. Hasta se decía que Evita había tenido a Oscar Gálvez como chofer particular. En consecuencia: los peronistas eran " hinchas " de los Gálvez y los antiperonistas de otros corredores. Yo, como ratificando la dualidad política antes contada, era " hincha " de Oscar Gálvez y también de Carlos Menditeguy, gran deportista y famoso bon vivant de la clase alta porteña.

Ese año, al llegar el Gran Premio a Rosario, tanto Oscar Gálvez como Carlos Menditeguy habían abandonado, y lo venía ganando " Rolo " de Alzaga, otro " niño bien " porteño cuyo nombre completo era Rodolfo de Alzaga Unzué Rodríguez Larreta. Juan Gálvez venía segundo. Al pasar frente al colegio, todos aplaudieron a Alzaga. Pero cuando la cupecita azul con el número uno apareció, los alumnos se desinflaron silbándolo a Gálvez, creo que con excepción de uno sólo: yo mismo, que lo aplaudí con la emoción de haberlo visto bien al ídolo, a un metro de distancia.

Alzaga ganó el Gran Premio y salió campeón. Gálvez segundo. Los Gálvez volvieron a ganar con los campeonatos y los Grandes Premios en 1960 y 1961, pero éste fue su último gran año. Un domingo de otoño de 1963 oíamos por radio con otros muchachos la transmisión de la Vuelta de Olavarría cuando nos enteramos con gran pena de que Juancito Gálvez se mataba en un accidente durante esa carrera. Creo que ese día terminó para siempre toda una etapa muy gloriosa de nuestro automovilismo y ya nunca más ese deporte alcanzó tanta popularidad.

Hace unos años, yendo por la costanera en Buenos Aires, veo una fila de cupés de Turismo de Carretera estacionadas. Me bajé del auto y ví que una era de color azul y llevaba el número uno. Me aseguraron que la cupé era la auténtica y la toqué con emoción.

Debo agregar algo, y es que sin ser cronometrista y en simple carácter de testigo presencial, tengo que decir que con ser Juan Gálvez el gran volante y campeón insuperable que fue, el general Perón hizo mucho más rápido que él el tramo del bulevar Oroño de Rosario. Y recordando eso pensé que por algo la marcha partidaria dice: " Perón, Perón, gran conductor ... ".

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De Fernando Ferreira, corresponsal, docente, editor y escritor, autor del libro Una historia de la censura - Violencia y proscripción en la Argentina del siglo XX, colección Biografías y Documentos, editorial Norma, Buenos Aires, 430 páginas, año 2000:

El siglo XX en la Argentina fue sinónimo de prohibición en nombre de la libertad y de muerte amparada en la más cruel dictadura. La llamada Ley de Residencia, la Semana Roja, la Semana Trágica, las huelgas en la Patagonia, la Revolución " Libertadora " de 1955, los crímenes de José León Suárez, la Masacre de Trelew, los desaparecidos, los desocupados de la globalización, y más ...: el cine que no pudimos ver, el teatro prohibido, los libros quemados, la música no escuchada, el pensamiento único. Se tiene la impresión de espiar una realidad que se nos había escamoteado, una realidad que registra fechas y momentos y que, hecha sustancia de nosotros mismos, ya nos habíamos acostumbrados a ignorar.

La palabra " censura " provoca en cualquier individuo medianamente sensible, consciente de sus derechos y su libertad, un estremecimiento. Aunque tiene distintas acepciones, su connotación es tan fuerte que sólo asumimos parte de su significado, olvidando otros. En efecto, censurar es, en primer término, " formarse un juicio sobre una cosa, juzgar con sentido crítico ", y solamente en una segunda acepción implica corrección o reprobación de una cosa. La distancia que va de reprobar a prohibir fue salvada rápidamente en la historia de la humanidad, y se transformó en una de sus cargas mas pesadas.

La voz " censor " se relaciona etimológicamente con " censo " y ambas provienen del latín. En la Roma del siglo III, época de definiciones en el plano político, aparece el cargo de censor. Este magistrado estaba encargado del censo o inventario de los bienes sobre los cuales se aplicarían impuestos, y en consecuencia debía confeccionar una lista de los ciudadanos según su clase social. Los censores romanos también debían hacerse cargo de la ejecución de los trabajos públicos, establecían el presupuesto y finalmente podían tachar de infamia a los ciudadanos sospechosos de tener una moral dudosa. Teniendo en cuenta que sólo los ciudadanos de una cierta clase podían votar en asambleas, es fácil deducir que el censor de alguna manera eliminaba, fundado en principios éticos, a todo enemigo político. Claramente surge que, desde los albores, la censura está indefectiblemente ligada al poder político, a los intereses económicos de quienes detentan el poder y sólo en una tercera instancia involucra la reprobación  -  de hecho: prohibición  -  de lo considerado inmoral. Pero como la moral es sumamente elástica, ya que amplía o restringe sus límites según la época histórica, las prohibiciones tienen como rasgo característico la arbitrariedad más o menos furibunda de quien ejerce la censura.

El paralelo establecido entre el censor y el torturador no es caprichoso: en ambos prevalece el sadismo, ambos son en el fondo inseguros que frente a la propia limitación intentan destruir al otro.

En la historia de Argentina, desgraciadamente, periodismo y censura son sinónimos.

El primer estatuto que intentó reglamentar el ejercicio del periodismo data del 20 de abril de 1811, cuando un decreto de la Junta Grande copió textualmente el artículo primero de otro documento dictado por las Cortes Generales de España unos meses antes, por el que se abolió la censura previa para todos los temas, con excepción de los religiosos. A seis meses de constituido el Primer Triunvirato ratificaba esos lineamientos, a partir de una nueva ley: el Estatuto Profesional de 1815, que introdujo un elemento curioso: la creación de dos periódicos. El primero, con el nombre de El Censor, aunque financiado por el Cabildo tenía como función primordial criticar al gobierno. El segundo, La Gaceta, publicaba con lujo de detalles, aspectos de la actividad oficial y rebatía a El Censor.

En 1820, la anarquía reinante en el país marcó el retorno de la censura previa. Pero en 1828 el coronel Manuel Dorrego, gobernador de la provincia de Buenos Aires, restituyó la libertad de prensa por medio de una nueva ley. Fue reglamentada en 1832 por el brigadier general Juan Manuel de Rosas, el 15 de noviembre de 1852 se reunió en Santa Fe la Convención Constituyente de la Confederación Argentina. La comisión redactora de la Carta Magna incluyó el artículo 14, donde se enuncian derechos y libertades, con un párrafo en que se garantiza a todos los habitantes el derecho de " publicar sus ideas por la prensa sin censura previa ".

Los gobernantes de turno, civiles o militares, han sabido, por lo general, prolongar un estado de censura. Ya sin estado de sitio, pero con la dependencia intacta.

Desde el primer gobierno patrio hay en la Argentina ejemplos de censura y autocensura en el plano de las ideas. Los filósofos Rousseau y Voltaire fueron cuestionados por los hombres de Mayo, que se referían a ellos sin nombrarlos. Moreno, Castelli y Monteagudo hablan del " gran filósofo francés ", y cuando Moreno ordena la publicación de El contrato social de Rousseau en español, elimina los párrafos correspondientes a la religión.

La censura operó y opera en la Argentina como una forma de preservar valores fijos, estratificados en la sociedad o en los grupos dominantes, sean estos políticos, económicos o religiosos. El objetivo que persigue la censura es que esos valores no cambien, no se modifiquen, y que el orden impuesto persista. La censura que se propuso y se propone tiende a atomizar la identidad original, hasta llegar a la aberrante propuesta de aspirar a cambiar un pueblo por otro. Una ideología que parte de la misma mentalidad del conquistador: el nativo debe rendir su conciencia para subsistir.

El fraude, los golpes militares y la suspensión del ejercicio político han sido una constante de nuestra historia. Cambió la metodología, pero no el contenido. Los actos fundamentales de las " nuevas " Argentinas le agregaron matices al acto de censura, desde la " doctrina de seguridad nacional " aplicada por los militares para justificar un genocidio y la acumulación de poder económico que aún hoy persiste.

Quizás en la Argentina sea necesario descubrir no tanto " el por qué ", sino " el cómo " para modificar esta realidad de silencios cómplices e intolerancia.

La globalización, hoy, parece aniquilamiento. La defensa del idioma, del arte nacional, de la literatura, de los intereses autónomos, resulta para algunos inconcebible. El poder no está ya en los gobiernos nacionales sino en quienes poseen el poder económico. Está en manos de las organizaciones más totalitarias de la historia de la humanidad. Se trata de un poder supranacional que dicta políticas y programas por encima de los Estados nacionales.

Se ha dicho que el discurso de censura es un discurso que consiste, esencialmente, en amputar, suprimir, prohibir un cierto número o el conjunto de los hechos, ocultarlos, esconderlos. Razonar de esta forma es creer que, dada la abundancia de información, estamos en un universo donde los elementos son constantes. Pero hoy la censura no funciona mediante este principio. No se prohíbe a los periodistas decir lo que quieran; no se prohíbe a los periódicos en los países democráticos. La censura adopta otras modalidades de funcionamiento. Hoy la censura no funciona suprimiendo, amputando, prohibiendo, cortando; actúa por demasía, por acumulación. Hay demasiado para consumir y, por lo tanto, no se percibe lo que falta. Actúa además en la concentración del discurso. El monopolio de la información unifica el mensaje y permite una " globalización " de la censura. Lo cierto es que la censura no ha desaparecido. Tan sólo ha cambiado de apariencia.

Aníbal Miguel Vinelli, crítico cinematográfico y periodista, testimonia que:

Tras escribir algunas notas aisladas en La Opinión, en 1974 conseguí un puesto en la sección Espectáculos y más tarde, en 1978, me nombraron jefe de la sección. No duré mucho tiempo como jefe, me fui muy pronto, ya no me gustaba el clima que había: el fundador Jacobo Timerman estaba detenido, el diario estaba intervenido militarmente y, aunque no había tenido mayores problemas, no me sentía cómodo. Era muy difícil escribir con la censura de ese momento en La Opinión, sobre todo por la intervención militar de la dictadura del Proceso ( 1976 - 1983 ). Se hablaba lateralmente del tema: por ejemplo, hacías una nota sobre Flash Gordon y recordabas que Federico Fellini había sido guionista de la historieta y aprovechabas así para tirar dardos sutiles contra el fascismo. Pero era muy difícil, sabías que te podían matar sólo por eso ...

Fue entonces cuando llegué a la revista Humor, una revista que alcanzó a vender 300.000 ejemplares. La censura se había puesto muy pesada y se me ocurrió escribir una nota que contara lo que estaba pasando. Tomé un artículo de la revista Variety, y escribí otro que tan sólo comparaba las duraciones originales de las películas con las de los films que pasaban en la Argentina. Simplemente fue un trabajo de suma y resta que mostró diferencias sorprendentes. Además, me fijé en lo que decía Variety acerca de las secuencias más llamativas de esas películas y me di cuenta de que esas partes faltaban en las películas que se exhibían en la Argentina. Ese fue mi primer acercamiento al trabajo sobre la censura. La idea del título fue de Aquiles Fábregat y de Tomás Sanz, le pusieron " Cortes y confesión ". Yo quería hacer sólo una nota pero ellos me pidieron que siguiera y, como tenía material, seguí. Llegué a escribir alrededor de setenta artículos sobre el tema que convirtieron a ese título de mi primera nota en el nombre de mi columna quincenal.

Durante todos esos años ( entre 1978 y 1983 ), me gustó mucho hacer ese trabajo, sobre todo porque empezó a hacer su efecto: la sección ya había empezado a calar en la gente que, en su mayoría, ya no iba al cine porque sabía que todo era un engaño público. El caso más llamativo de cortes ridículos es el de la película Superman II, dirigida por Richard Lester, año 1980, con Christopher Reeve y Margot Kidder, que tenía una secuencia en la que Superman levantaba en el aire un ómnibus de Broadway que tenía un cartel que decía " Evita " y que correspondía al anuncio del musical que entonces se daba allí y que todos los argentinos que viajaban a Nueva York iban a ver ... Esa escena la cortaron los censores del Proceso porque Evita estaba totalmente prohibida en la Argentina. Hubo cientos de casos como este y llegó un momento en el que era muy raro encontrar una película que no estuviese cortada.

Humor era una revista muy lanzada, muy jugada, muy valiente, que fue secuestrada varias veces, recibió bombas y le hicieron procedimientos de todo tipo. Lo que yo hacía no era tan bravo como las denuncias de la revista sobre negociados del Proceso, actitudes militares, Malvinas, etc. De vez en cuando me llamaban anónimamente, me amenazaban ... , hubo quienes pasaron angustias mucho peores que esa ... Yo no sentía que corría peligro porque, comparativamente, el costado del espectáculo siempre está en un escalón más abajo de peligro. Era mucho más difícil para los que hablaban de política. En algunos de nosotros no sé si hubo inconciencia pero sí una ganas grandes de no bajar los brazos. Algunos se tendrían que haber ido del país, como el periodista Enrique Raab, pero se quedaron, fueron secuestrados, torturados y murieron, como él.

Censura existió en toda la historia argentina. En el ámbito cinematográfico la primera forma organizada de censura se dio a partir del primer gobierno peronista, cuando no se filmaba nada que tuviera la menor crítica al gobierno. De ahí que todas las películas de entre el 46 y el 55 no hayan tenido ningún enfoque de crítica al gobierno. Incluso el film La aguas bajan turbias, hecho por un auténtico militante peronista como Hugo del Carril, tuvo muchos problemas porque se basaba en una novela de Alfredo Varela, que era un escritor comunista, y que mostraba una realidad cruel y dura. Cuando llegó la revolución del ´55, una de las primeras cosas que proclamó fue el Régimen de Auténtica Libertad Cinematográfica, pero no se podía filmar nada que tuviera que ver con el peronismo, que estaba proscripto. Así que la libertad fue relativa. A partir de 1958 y 1960, aun en gobiernos más o menos democráticos  -  y digo más o menos porque el peronismo estaba proscripto  -, ya había algunas comisiones funcionando de manera más o menos organizada. Pero fue a partir del régimen del general Juan Carlos Onganía, desde 1966, cuando las comisiones de censura comenzaron a establecerse seriamente. El nombre de Miguel Paulino Tato ( 1904 - 1986 ) es el nombre más notable en relación con la censura, pero no es el único, había un fiscal, Guillermo de la Riestra, y otros funcionarios que dirigían la censura y lo hacían con mucho fervor, probablemente creyendo en lo que hacían. El Ente de Calificación Cinematográfica funcionaba en la otra cuadra de donde está el Congreso Nacional, en calle Entre Ríos al 100, generalmente en épocas en las que el Congreso estaba clausurado. Todo eso siguió igual hasta fines del 83, cuando estaba por llegar la democracia e incluso el último secretario de Información Pública del presidente de facto general Reynaldo Benito Bignone, Pastor Oscar Magdalena, trató de liberar un poco la cosa, entonces se pudieron ver películas que habían estado prohibidas y la gente acudió a las salas de cine luego de muchos años de abstinencia.

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De Aníbal Cedrón, artista plástico y escritor:

Sin duda Evita es de los argentinos.

La figura de Evita siempre vuelve como la primavera, inmortal en las resurrecciones de lo nacional y lo popular. Sube como una musa inspiradora al cielo y baja por los arrabales del país, y así alumbra la irrupción de los trabajadores y de los excluidos en la historia. No es su martirizado cadáver lo que aseguró su permanencia a través de los años, sino porque retorna nueva y fresca en los distintos presentes de la patria y en las sucesivas ventanas abiertas hacia el futuro, como una mitra que recubre el imaginario colectivo, y es en esa íntima atmósfera, de cuando la Argentina vuelve a vivir, y entre las masas populares se siente el yo somos nosotros, que con un mismo estilo enlaza ímpetu juvenil y polvo de los años. En verdad, su figura parece tener pies de heráldicas alondras.

También en el plano de la ficción se modifica su comunión espiritual con lo plebeyo, con lo popular. Son una manifestación de ello sus constantes reencarnaciones en el cine, como las recientes películas Juan y Eva, de Paula de Luque, y Eva de la Argentina, de María Seoane, con dibujos animados de Francisco Solano López, y hasta su universalidad a través de las distintas versiones de óperas rock. Sin embargo, la imagen que persiste no es la de los manuales de Ivanisevich o del P. Benítez, o la de reina rubia con el cabello suelto en un rodete y vestida con un tapado de visón, sino la de joven compañera de Juan Perón, el creador del Estado de Bienestar y líder de las grandes transformaciones sociales de la segunda mitad del siglo XX, la que se funde a los trabajadores y a los desamparados en el 17 de octubre como su abanderada, la que enfrenta el embate de la oligarquía, acostumbrada a apropiarse del gobierno. Una imagen que volverá a reaparecer en los años setenta, tras dieciocho años de proscripción, asociada a los procesos de liberación nacional en todo el mundo, por un breve tiempo de primavera, para nuevamente sufrir durante la última dictadura, reaparecer en los ochenta y ocultarse otra vez bajo el menemismo. Ciertamente, hoy retorna victoriosa. Ese es el espíritu que anima la tinta de Omar Panosetti, bajo el título de Evita  -  para mí la más potente representación de ella  -  cuya silueta transparenta escenas del 17 de octubre y la sombra de los bombarderos del 16 de junio de 1955 en Plaza de Mayo.

No se puede obviar a Daniel Santoro, el artista que tiene el mérito de rescatar las imágenes y símbolos peronistas pues, como él bien recuerda, en 1955 la dictadura cívico militar promulgó un decreto - ley que prohibía el uso o tenencia de cualquier imagen o símbolo que aludiera al gobierno depuesto, aunque su visión por momentos parece congelada en los símbolos que pueden cobijar al arco extenso del peronismo. Por eso, voy a limitarme a las representaciones de Evita, algunas de ellas recreaciones de los manuales escolares. En ellas, el país es representado como una casa, ordenada como una sagrada familia, en la cual Perón y Evita son los padres espirituales de los niños, como en Evita cuida del niño peronista. También aparece el contexto social posperonista y un espíritu nostálgico sobre un supuesto orden cerrado y armonioso, sin conflictos sociales, que se ha perdido. La más lograda es Eva Perón y la mamá de Juanito en su último paseo, con el fondo de la Pirámide de Mayo, la Casa Rosada y los bombardeos de los cruzados antiperonistas.

Y me quedo con la imagen renacentista de la Evita de Ricardo Carpani, con esa figura de dos pies heráldicos de alondras que eternamente llegan de nuestro ayer.

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De Martín Caparrós, escritor y periodista argentino, premios Herralde 2011, Planeta 2004 y Rey de España 1992:

La Argentina   -  cierta idea de la Argentina  -  se armó alejándose de España: lo hispano era lo arcaico, la inquisición, y dejarlo atrás nos permitiría ser un país moderno y próspero.

Nuestro maestro mayor, Domingo Faustino Sarmiento, construía una idea de la Argentina basada en que había que rechazar a esos " bárbaros " culpables de nuestros males. Y lo decía sin falsos pudores.

Los argentinos de pro, los dueños de la patria, renegaban de todo lo español, y la llegada de miles y miles de inmigrantes de esas tierras   -  algunos revoltosos y poco educados  -  les renovó los argumentos.

Las señoras de la alta sociedad argentina del Centenario de la Revolución de Mayo de 1810 se sorprendían porque incluso la Infanta Isabel de España " hablaba como una portera ": en español.

En esos años la Argentina rebosaba de dineros franceses e ingleses, y España era como un pariente pobre, de esos que tratamos de olvidar. Quisimos deshacernos de toda tradición hispana; quedaban, si acaso, por la fuerza del idioma, algunas excepciones: para los liberales, José Ortega y Gasset y su pequeño avatar Julián Marías; para los izquierdistas, la República y la Guerra Civil y sus poetas y canciones.

En 1947, María Eva Duarte de Perón, Evita, fue a visitar al Caudillo Francisco Franco  -  y al Papa Pío XII y al dictador portugués António de Oliveira Salazar, entre otros  -. La recepción de Evita en España fue entusiasta. Llevaba en bodegas toneladas de trigo, ayuda de un país próspero a otro donde el hambre se había vuelto una costumbre. Por ese entonces, para nosotros argentinos, España era una tierra oscurantista y desolada donde coger no era un pecado sino un milagro, donde se prohibían libros que nosotros sí podíamos leer, de donde intelectuales como mi abuelo Antonio debían escaparse.

Mi abuelo Antonio nunca pudo perdonar aquel viaje de Evita: murió creyendo de que no había sido para ayudar al pueblo español sino para ayudar a que el franquismo conservara el poder. En gratitud, el gobierno franquista dio asilo al mandatario argentino derrocado en 1955 y le hizo una estatua y una calle.

Años después  -  sus muertes mediante  -  España entró en Europa y la Argentina en su desastre: fue entonces cuando todo se dio vuelta.

   

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Del Dr. Juan Enrique Romero, médico veterinario, escritor y docente:

El caniche es un animal muy inteligente, un perro expresivo, longevo y vivaz. Muy longevo, 16 - 17 años, cómodo, con buena vejez.

Evita y Perón estimaban a los animales y se fotografiaban con sus mascotas. Perón tuvo caniches durante las tres presidencias y en el exilio. Evidentemente Perón amó a los animales, y entendió que el caniche es un can sumamente inteligente, porque como es pequeño se puede vincular sin problemas con los seres humanos.

Perón no sólo amaba a los caniches sino que desconfiaba de quienes no compartían ese afecto. Se comenta que un dirigente peronista vió desvanecer su ascenso político luego de haberle dado una fuerte patada a uno de esos caniches. El perrito se había ensañado con la botamanga de su pantalón y el hombre no aguantó el impulso de patearlo. Quedó sellado su futuro.

La llamada ley Sarmiento no existe. La Ley 2.786 fue sancionada en 1891, tres años después de la muerte de Sarmiento en el exilio en el Paraguay, y salvo que los poderes de Sarmiento hayan llegado a permitir que sancionaran la ley después de muerto esa ley no existe, pero tampoco la ley Sarmiento está vigente hoy día. La llamada ley Sarmiento debería llamarse ley Albarracín. El Dr. Ignacio Lucas Albarracín era sobrino de Sarmiento y aparecía en los medios de comunicación de la época, siempre relacionado con la cuestión del maltrato a los animales. Albarracín promocionó la sanción de la Ley 2.786, precursora del proteccionismo animal. El Dr. Antonio Juan Benítez, ministro de Justicia en la tercera presidencia de Perón, fue quien impulsó la Ley 14.346, ley de protección de los animales. Benítez era un abogado rosarino que llegó a presidente de la Cámara de Diputados en 1954. Benítez promulgó la ley vigente y fue Perón el que mandó esa ley al Congreso. Esta ley protege a los gorilas. Una ley peronista que protege a los gorilas.

Perón eligió como director del Jardín Zoológico de Buenos Aires a su hermano Mario Avelino que estimaba a los animales. Fue Director ad-honorem. Mario Avelino hizo una clasificación rigurosa, analizó y estudió las costumbres y las características de cada especie. Los animales estaban maravillosamente bien, empezaron a parir en cautiverio; los leones, los tigres y hasta el hipopótamo tuvieron crías. Había que verlo entrar en la jaula del gorila, un gorila negro y grandote, que se convertíó en su amigo. Sí, los Perón tuvieron un amigo gorila.

Nota:

Para ver imágenes de Evita con uno de sus famosos caniches, clickear, por favor, aquí.

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Del Dr. René Balestra, abogado, docente, político socialista y escritor:

El peronismo no puede ser desvinculado de Juan Domingo Perón. Perón le dio vida, lo alimentó y le transmitió las características que conserva.

Nada en la existencia humana es inexorable. Los motivos pueden estar. Si no está el personaje, simplemente perduran. El peronismo, en buen romance, es una criatura de un personaje que fue el padre, la madre, y el espíritu santo del movimiento. Pero como todo hacedor, realizó su obra aprovechando la coyuntura histórica que le tocó vivir.

El estado de ánimo de la sociedad argentina anterior a la aparición del peronismo podría ser graficada alrededor del filósofo español José Ortega y Gasset. Nos visitó por primera vez en 1916. Se sintió fascinado por el impulso argentino. Dijo que no conocía en el mundo, en ese momento, una sociedad " con más sed de imperio ". Desde luego, no se trataba de una potencia en busca de colonias, como eran los imperios de la época, sino del fantástico envión vital del país que no sólo tenía confianza en su futuro sino que prácticamente quería devorarlo.

La segunda visita de Ortega y Gasset a la Argentina fue en 1928. En esa docena de años el filósofo advirtió un estado de ánimo colectivo absolutamente distinto. Dijo: " No sé que ha ocurrido, pero el argentino medio se ha vuelto un hombre a la defensiva ". Es bien sabido que un hombre a la defensiva es alguien que ha perdido confianza en sí mismo y, cuando eso ocurre, cree que los " otros " son los culpables de lo malo que le sucede. Es la contracara de esa admirable enseñanza de la filosofía china: " El hombre logrado es como el buen arquero, cuando comete un error gira sobre sí mismo y trata de encontrar dentro suyo la causa de la equivocación ".

Dos años antes del golpe de Estado de 1930, que quebró una continuidad constitucional de 70 años, Ortega y Gasset llamó la atención sobre esa falta de fe. La asonada militar fue una consecuencia de ese vacío. Cuando se deja de creer en la propia capacidad se empieza a creer en cualquiera.

La falta de autenticidad fue la matriz de una serie de errores y horrores. El fraude fue uno de ellos. En el plano internacional, el fascismo y el nazismo fascinaban por el remedo de impulso vital. Benito Mussolini hizo camino en la cabeza de muchos oficiales de nuestro Ejército. Juan Domingo Perón fue uno de ellos. No es un motivo aleatorio, sino absolutamente coherente, que haya participado en el golpe cívico de 1930. Todos los civiles que acompañaron con aplausos ese levantamiento fueron adoradores de la fuerza. Leopoldo Lugones había vaticinado poco antes " la hora de la espada " y ellos la festejaban en las calles y plazas de Buenos Aires.

Perón siempre fue autoritario y se comportó como tal. No fue y no quiso ser republicano. El cuartel, desde su niñez, fue su hogar y él permaneció fiel a su estirpe. Visceralmente, y por formación, odiaba el desorden. En todo esto no hay una gota de novedad. La novedad consiste en haberlo querido convertir en un revolucionario. El despropósito se pone de manifiesto cuando uno imagina que eso se hubiera pretendido con Alfredo Stroessner de Paraguay; con Anastasio Somoza de Nicaragua, con Marcos Pérez Jiménez de Venezuela o con Francisco Franco de España. La consecuencia con ellos fue tanta que el itinerario de su exilio  -  en 1955, cuando fue derrocado  -  marca los países de cada uno de esos amigos. El lugar de su exilio y sus amigos de siempre marcan, con precisión de brújula, su norte perfecto.

La Argentina era, en 1955, el país del peronismo. Ferrocarriles, teléfonos, gas, medios de comunicación, colegios primarios, secundarios y universitarios, bancos municipales, provinciales y nacionales que no aceptaban empleados que no acompañaran la solicitud con el carnet de afiliación del partido en el gobierno, el Jockey Club, la Casa Radical y las iglesias incendiadas. Era eso y más: la afiliación forzosa, los libros escolares abrumados de propaganda proselitista, el luto obligatorio ... la obsecuencia ante el fallecimiento de Eva Perón.

Perón y peronismo son una consecuencia de una realidad anterior. Canalizó el anhelo de millones por el reconocimiento y por la posibilidad de ser aceptados, que los sectores excluidos de  nuestra sociedad se integraran. Más allá y más acá de defectos y torceduras, el peronismo posibilitó una amalgama social que nuestro país posee y que no es la regla en países desde otros puntos de vista más evolucionados.

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De Esther Goris, actriz argentina de cine, teatro y televisión, que personificó a Eva Duarte de Perón en el filme Eva Perón de Juan Carlos Desanzo:

El desafío de interpretar a Eva Perón fue el desafío más grande que tuve. Casi no tuve tiempo de ensayar, ni de tener miedo. Rodé mi personaje en cuatro semanas. El desafío era enorme: Eva lloraría con mis lágrimas, se reiría con mi boca. No se trataba sólo de un mito, sino de una mujer que encarnó la historia del país, una de las más importantes del siglo XX.

Tenía temor de interpretar a la Evita pública porque cada argentino tiene para sí una imagen de ella. Me parecía muy complejo que mi interpretación coincidiera con la visión íntima de cada argentino, de cada persona que la ama.

La película Eva Perón marcó un hito en mi vida, profesional y personal, porque fue un personaje entrañable.

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De los Dres. Carlos Seara y Pedro Cossio, médicos que se ocuparon en 1973 del cuidado de la salud de Juan Domingo Perón, autores del libro titulado Perón - Testimonios médicos y vivencias ( 1973 - 1974 ), editorial Lumen, Buenos Aires, 176 páginas, año 2006:

Perón vivió sus últimos meses con miedo. Miedo de que lo asesinaran, miedo de que entraran a sangre y fuego. Perón pensaba que lo de la masacre de Ezeiza ( 20 de junio de 1973 ) había sido para él. Dormía armado, con una escopeta en una esquina de la habitación y un revólver al costado de la cama. Por eso no fue hasta la Quinta de Olivos de entrada y se quedaba en Gaspar Campos, porque consideraba que no estaban dadas las condiciones de seguridad necesarias. Por eso se construyó el murallón. Hasta ese momento el cerco de la Quinta de Olivos era un cerco vivo.

Perón falleció en el piso, como la mayoría de los seres humanos. ¿ Y saben por qué ? Porque la cama no era lo suficientemente grande. Perón era un hombre corpulento y para hacerle los masajes cardíacos y los trabajos necesarios, aunque inútiles, hubo que bajarlo de la cama. Tres horas trabajamos tratando de que no se muriera, pero ya no había nada que hacer.

Nota:

En vida de Evita, hubo intentos de asesinar a Perón y a su esposa. Y antes de que Perón regresara definitivamente, en 1973, a la Argentina, los médicos españoles le habían advertido a él sobre los inconvenientes del vuelo aéreo y de que la actividad en el poder drásticamente acortaría las expectivas de su vida.

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De Laura Novoa, actriz de televisión, cine y teatro, personificó a Eva Perón en el fime Ay, Juancito de Héctor Olivera:

Lo que más trabajé fue a Eva Perón como cuadro político. Leí diversos libros, pedí archivos sonoros de sus discursos, ví varios videos, especialmente el del Cabildo Abierto, que me parece un quiebre muy importante de ella como cuadro político y en la decisión de bajarse de la vicepresidencia, un momento de mucha desilución para Evita. Eligió pelear hasta el último momento por sus ideales. No se podía correr del lado político. De hecho, su última aparición pública es una imagen fortísima: cuando Perón asume la segunda presidencia ella, consumida por la enfermedad, quiere estar presente. Eso me parece impresionante en Eva Perón.

Evita cambió mucho en la historia argentina y habría podido hacer mucho más si hubiera seguido con vida.

 

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De Jorge " Cacho " Fontana ( Norberto Palese ), productor, director artístico, apreciado locutor de radio y televisión: 

Tuve la suerte de estar más de cuatro horas con Perón en España y mi recuerdo es muy emocionado.

Perón todavía vivía en la calle Arce 13, esto es previo a Puerta de Hierro, antes de que construyeran la quinta. Año 1962. Vivía él en el tercer piso y la actriz Ava Gardner en el cuarto piso.

Con Perón teníamos un amigo en común, Carlos Acuña, un cantante de tango muy peronista y que solía ir a España. Allá era un suceso enorme y era el juguete preciado de Perón porque con Carlitos Acuña iba " Mi Buenos Aires querido " y todos esos tangos.

En el primer viaje que hicimos con Pinky a Europa fuimos gracias a una invitación de Alfredo Capalbo, un empresario importante y un gran peronista. Llegamos con Pinky caminando por la Gran Vía de Madrid; estaban Capalbo y Acuña en la puerta del hotel y les digo: " ¿ Qué hacen ? ¿ Adónde van ? " No querían decirlo pero insistí. " Cacho, vamos a ver a Perón ", me respondieron. Y entonces les dije " Vamos ". Arce 13, yo toqué el timbre, abrió la puerta Perón.

Fue un hecho imborrable, muy fuerte, condicionado a nada, condicionado a estar con la historia, a vivirla y a disfrutar.

Mantuvimos una conversación prolongada. Entramos a las cinco y pico y eran las ocho y media y me dice: " Bueno, se quedan a comer algo ? ", y le digo: " La verdad que le agradecemos, General ", porque con Pinky y conmigo ya estaba cumplida la ceremonia. Porque fue eso, una ceremonia. Entonces salimos. Nosotros tomamos el ascensor y él dice: " Voy por la escalera ". Cuando llegamos con el ascensor ya Perón estaba abajo: " ¿ Tienen auto ? ¿ No ? Bueno, vamos a buscar un taxi ". Y salimos por la calle conversando. La calle daba a una plaza, la plaza República Argentina. No vivía porque sí en ningún lado.

Esas tres horas me dejaron una fuerte impresión. Fue el primer político que yo conocí. Perón fue algo más que un político, fue el fundador de una nueva conciencia, de una nueva manera de conocer la política, más allá de si uno puede estar cerca o lejos de las ideas, pero lo que pasa es que era tan diferente en la personalidad que aun sin haber hablado con políticos uno notaba que lo que estaba viviendo era diferente.

Fue un momento histórico que después en Buenos Aires me trajo serios problemas. Yo era el locutor oficial del presidente Arturo Frondizi.

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De Pablo Llonto, escritor y periodista:

Nos cuenta de ellos los archivos de los diarios con sus fotos color sepia. Nos hablan de un tiempo de miles de jóvenes compitiendo en estadios llenos y unos rostros aniñados y felices que no merecen el olvido.

Nacidos en 1949 como Campeonatos Infantiles de Fútbol que llevaba adelante la Fundación Eva Perón, con el tiempo tomarían de la mano a varias disciplinas deportivas y, para 1950, tendrían nombre y apellido: Campeonatos Evita.

Fundamental para aquellos momentos tener una marcha. Y la marcha de aquel Primer Campeonato de Fútbol repetía estrofas a tono con un país que parecía potencia: " A Evita le debemos nuestro club / por eso le guardamos gratitud / seremos deportistas de todo corazón / para formar la nueva y gran generación ... ". No había escuela donde los más pequeños no tarareasen: " Entramos a la cancha / para poder triunfar / si ganamos o perdemos / mantenemos la moral / si ganamos o perdemos / respetamos al rival ". Buena idea para un comercial que hoy, atento a los vientos que soplan, pretendiese lanzar una campaña para humanizar nuestras violentas tribunas.

Si algún coleccionista no lo advirtió, hay quien guarda la cinta magnética donde la voz de Eva Perón le pone espíritu  -  el 20 de agosto de 1950  -  a los Juegos que se convertirían en emblema del peronismo:

" Para mí no hay emoción más pura ni gloria más bella que ver mi nombre Evita presidiendo el Campeonato Infantil que el año pasado reunió en una fiesta jubilosa a 150.000 niños de toda la República ".

Víctor Pérez, que a los 14 años integraba el equipo Nahuel Pan de Chubut, entonces Territorio Nacional, guarda dos medallas logradas en la instancia provincial y nacional y una copa como campeón del Territorio de Chubut. El trofeo, con el sello del Senado, vale tanto como sus añoranzas de aquel diciembre de 1949: " Llegamos a Buenos Aires y nos alojaron en el Tigre. Nos quedamos hasta febrero. Estábamos muy felices, nos atendían como nunca y nos llevaron a conocer a los hermanos Juan y Oscar Gálvez, a Fangio, y fuimos a visitar los lugares más importantes de Buenos Aires. Y en la cancha de River saludamos al presidente Juan Domingo Perón y a Evita ".

Al comienzo, los Evita fueron exclusivos de varones. Acorde con las transformaciones revolucionarias de entonces, a partir de 1953 se agregaban las adolescentes y niñas deportistas. Repasar los Evita supone hablar de jóvenes y niños que competían primero en sus municipios, luego en sus provincias y los mejores asomaban al Obelisco. La memoria registrada habla de miles de chicos alojados en clubes o en la Villa Panamericana construida en 1951. De chiquilines desayunando y probando por primera vez en su vida el melón con jamón. De medallas, de visitas guiadas a los escenarios profesionales para ver jugar " a los grandes ".

La autodenominada Revolución Libertadora sepultó los Evita. Sus continuadores proscribieron los Juegos hasta que la primavera camporista de 1973 los resucitó. Del libro Yo soy el Diego, de Diego Maradona, editorial Planeta, Buenos Aires, 376 páginas, año 2006, se puede obtener lo siguiente: " Ya desde esa época me gustaba jugar contra River ... y ganarle. Recuerdo tres partidos: un 3 a 2, en un cuadrangular en el que también estuvieron Huracán y All Boys, un ¡ 7 a 1 ! Y, el mejor, un 5 a 4 por la final del Campeonato Evita 1973 ".

La guadaña sangrienta regresó desde el 24 de marzo de 1976 hasta 1983.

La democracia quería reconciliarse. Un rescate aparece en el siglo XXI. Actualmente la competencia se llama Juegos Evita, dirigida a chicos de 12 a 16 años también dió lugar como protagonistas a los adultos mayores de 60 años y a los discapacitados de todo el país. Los Juegos Evita incluyen pintura, fotografía, historieta, canto, danza y teatro.

La voz de Evita resuena en aquel discurso frente a los chicos que parecían aletear por una medalla. Decía ella:

" Estamos pagando así una vieja deuda que el pasado oligárquico había contraído con los niños de la Argentina y que el justicialismo peronista está cumpliendo ".

  

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De Flavia Palmiero, actriz y cantante argentina que interpretó a Eva Perón en el filme Evita - Quien quiera oír que oiga de Eduardo Mignona:

Tenía 17 años de edad y para mí era algo sorpresivo, fue mi primer casting y mi primer trabajo.

No conocía sobre Eva Perón porque estaba la dictadura militar. Filmamos en julio de 1983. Al poco tiempo hubo elecciones y para mí fue descubrir un ser especial más allá de la política: que una chica en esa época viniera de un pueblo y llegara tan lejos, sólo con su inteligencia y su esplendor. Me conmovió mucho, Evita fue la gran pionera de todo. Por muchos años estuvo prohibida y su historia fue única.

Creo en el talento de Eva Perón para ser ella misma y lograr entenderse con la gente, con su pueblo.

 

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EVITA

Enorme mural dedicado a Evita, ubicado a metros del Gran Cine Diana y del Sindicato Industria de la Carne de Rosario, en avenida Lituania y avenida del Rosario.


De Alfredo Monzón, técnico electromecánico, docente e historiador barrial:

A metros del monumento a Eva Perón y del gigantesco mural con la imagen de Evita del Sindicato Industria de la Carne de Rosario, se encuentra el Cine Diana, emblemática sala de barrio Saladillo.

El Cine Diana se construyó en el año 1944, año en que fueron aprobados los planos delineados por el ingeniero Farbmann. La construcción estuvo a cargo de Martín Balma, quien junto con el arquitecto Gatta, construyeron la mayoría de las casas del Saladillo, en aquellos años. Todavía hoy se puede observar en el frente de algunas propiedades la marca de construcción que dice: Gatta y Balma.

Volviendo al Cine Diana, debemos decir también que su propietario fue Samuel Linder, un inmigrante judío que se estableció en el Saladillo a fines de los años 30 y, junto con otro connacional, Aarón Braun, amasaron una importante fortuna con su fábrica de soda y reparto de bebidas en general ubicada en la esquina de Pasaje Saldías y Lituania, lo que les permitió adquirir muchas propiedades y terrenos en este sector, fundando una inmobiliaria que se llamó Roque Sáenz Peña. También fueron quienes construyeron una sinagoga en Avda. Lituania al lado del cine, que sirvió para contener y dar asistencia espiritual a los inmigrantes judíos.

Cuentan los viejos vecinos que, en los terrenos donde se construyó el Cine Diana, había una canchita de fútbol y también una calesita que funcionaba a tracción a sangre, o sea, que se la hacía girar empleando la fuerza de un caballo, donde jugaban los chicos del barrio en aquellos años.

El Cine Diana tomó este nombre de la avenida Diana ( actual avenida Lituania ) en cuya intersección con avenida del Rosario está ubicado.

De cientos de películas que se exbibieron en el Cine Diana, podemos recordar algunas: Los Diez Mandamientos con Charlton Heston; Trapecio con Gina Lollobrígida; Taras Bulba con Yul Brynner; El Alamo con John Wayne, La noche las narices frías de Walt Disney y tantas otras ...

El cine tenía una capacidad de 475 butacas, y el frente era totalmente vidriado, donde se exponían los afiches promocionando las películas que durante la semana se proyectarían.

En aquel entonces se proyectaban tres películas por función, matizado con un noticiero de actualidad que se llamaba Sucesos Argentinos.

Recordar al Cine Diana, es rescatar un espacio de nuestra historia barrial, con toda su carga de emociones y recuerdos que vienen a la memoria. En uno de los costados del hall de entrada, había una ventanilla por donde don Lucero, el vendedor de golosinas, bien peinado a la gomina y de chaquetilla blanca, vendía unos enormes emparedados de queso y mortadela que los chicos devoraban rápidamente mientras hacían cola frente a la boletería.

El Cine Diana cerró sus puertas allá por el año 1972. Después de varias décadas en que fue almacén, carnicería, bailable, cochera, rotisería, templo religioso evangélico ... en el año 2003 reabrió sus puertas, gracias al esfuerzo mancomunado de un grupo de vecinos del Saladillo. Hoy es nuevamente el Gran Cine Diana y Centro Cultural.

La madrina del Gran Cine Diana es la actriz María Fiorentino, y el cine ostenta el título de " 1º Espacio INCAA ( Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales ) solidario del interior del país ".

Nota:

Para ver imágenes del monumento a Evita, en Avda. del Rosario y Avda. Lituania, a metros del Gran Cine Diana, clickear, por favor, aquí

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De Octanacio Gamarra Oviedo, marinero paraguayo que prestó servicios en la cañonera " Paraguay " que alojó al general Perón en septiembre de 1955, al iniciar su exilio:

Aquí, en Paraguay, todos somos peronistas, de Perón y de Evita.

Tenía yo en ese momento 17 años, nací en 1937. Los hombres de la Marina de Paraguay, apenas arribó el General, estuvieron dispuesto a defenderlo, incluso a morir por la causa. Estaban armados y no dormían. El almirante Isaac Rojas, en conocimiento de esto, amenazó con bombardearlos.

Las cañoneras paraguayas fueron rodeadas de naves argentinas que las siguieron en todo el trayecto hasta la salida del Río de Plata y los aviones de la Fuerza Aérea de Argentina sobrevolaban bajo e intimidaban. Rojas quería agarrar a Perón, pero los marinos paraguayos no cedieron, demostrando que morirían por Perón.

Finalmente, la salida de Perón se produce en un hidroplano Catalina que lo llevó hasta Asunción del Paraguay. Del barco a un bote y del bote al avión. Perón saludó y agradeció a todos los integrantes de la tripulación.

En 1954, Paraguay lo nombró " General Honorífico del Ejército del Paraguay ". Nunca antes ni después un militar argentino recibió de parte de otra nación esta distinción.

Y ya Perón en Asunción, más de uno se sorprendió al ver que uno de los políticos más renombrados del continente estuviera caminando por la ciudad.

Nota:

El antiperonismo hablaba de que " el tirano prófugo había robado el Banco Central de la República Argentina tomando la suma de 600.000.000 de dólares ".

En sus memorias, Perón recordaría que tomó un retrato de Evita de su mesita de luz y un par de camisas que puso en su valija y que si hubiera tomado 600.000.000 de dólares no le hacen una revolución, que con 600.000.000 de dólares compraba a todos los traidores.

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De Olga Cosentino, profesora en Letras, periodista de investigación cultural, especialista en crítica teatral y escritora:

Para que un personaje histórico se convierta en mito basta con que haya protagonizado acontecimientos extraordinarios. Pero para que se proyecte como categoría poética, lo excepcional no alcanza, tiene que haber atravesado pruebas, dolores, contradicciones y transformaciones infrecuentes en la gente común. En el caso de Eva Perón, que en tanto personaje de ficción, viene ocupando en el último medio siglo incontables escenarios de la Argentina y del mundo. Su biografía acumula una cantidad y calidad de antagonismos dramáticos que le confieren una teatralidad comparable con la de Antígona o Juana de Arco.

Por algo la megaindustria del espectáculo londinense produjo en 1978 la ópera - rock Evita, de Rice y Webber, con un éxito que multiplicó montajes en el mundo, a pesar de sus señaladas arbitrariedades argumentales. Protagonizada a lo largo de décadas por figuras como Julie Covington, Patti Ann LuPone, Paloma San Basilio y la cantante y actriz argentina Elena Silvia Roger.

Estrenada con gran escándalo en París y en Londres, en 1970, la Eva Perón de Copi ( Raúl Damonte Taborda ) estaba protagonizada por un actor travesti y expresaba el antiperonismo de un sector de la sociedad que no le había perdonado a la Eva histórica su defensa de las mayorías más vulnerables.

El dramaturgo Pedro Orgambide y el músico Alberto Favero se asociaron, en 1986, para llevar a escena Eva, un musical que se propuso mayor fidelidad con la época, con Nacha Guevara como protagonista. Veintidós años después, con nueva puesta y canciones, y la misma Nacha al frente del elenco, el musical volvió con el título de Eva, el gran musical argentino. El género sumó Evitango, obra de danza y música que se presentó en giras internacionales, y el Oratorio de Eva Perón, de José Luis Castiñeira de Dios, obra dramático - musical inspirada en textos originales de Evita.

Otro exitoso abordaje teatral de la figura de Eva Perón fue Eva y Victoria, de Mónica Ottino ( 1992 ), estructurado como un encuentro ficcional entre la abanderada de los humildes y Victoria Ocampo, la ilustrada representante de la elite antiperonista de la época. Dirigida por Oscar Barney Finn, con las actuaciones de Luisina Brando y China Zorrilla, la obra tuvo posteriormente varias versiones y reposiciones. Una de ellas presentada con adaptación y actuación de Graciela Dufau, junto a Andrea Del Boca y con dirección de Hugo Urquijo.

Con carácter de homenaje y potente lirismo, Eva Perón en la hoguera es un unipersonal de Leónidas Lamborghini que estrenó Cristina Banegas en 1994, con dirección de Iris Scaccheri, y que tuvo luego numerosas reposiciones.

La dupla autoral integrada por Patricia Suárez y Leonel Giacometto también encaró una investigación de las potencialidades dramáticas de Eva Perón a través de varias obras: Las 20 y 25, Puerta de hierro, La eterna, Santa Eulalia, Solitarios de balcón y Prima donna. Entre muchos otros títulos, cabe mencionar además Eva y la muerte, de Patricia Focaccio; Yo elegí ser Evita, de Marta Avellaneda; Inevitable: pasión y muerte de Eva Perón, de Carla Mitre; No trates de ser Eva, de Mariana Asseretto y Micaela Suárez, y Voto de luz en nuestras manos, de Numy Silva. La autora y actriz María Rosa Pfeiffer reconstruyó, en Eva a secas, la imagen de la protagonista a través de tres amigas de la infancia. Silvia Vladimivsky se rindió a la fascinación de Eva como personaje de su espectáculo de danza - teatro La Duarte, protagonizado por Eleonora Cassano. Y La patria fría, de Andrés Binetti, sobre Eva como mito popular y los cruces entre política y espectáculo.

Es cierto que Evita nunca dijo " Volveré y seré millones ". La tradición atribuye esas palabras al líder aymará Tupac Catari, y la confusión se origina en el encabezamiento de un poema que le dedicó el escritor José María Castiñeira de Dios. Pero a esta altura la frase es perfectamente aplicable al devenir de Eva Perón en tanto leyenda, metáfora y heroína dramática, por su contínuo regresar a escena.

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PERON Y AURELIA TIZON

Del Dr. Hipólito Barreiro, médico de Juan Domingo Perón, cirujano, embajador argentino en Liberia y escritor:

Mientras todos los camaradas de uniforme de Perón iban a pavonearse a los prostíbulos, Perón llevaba otra vida.

A Perón le gustaba tener una mujer joven, linda, por eso se casa con Aurelia " Potota " Tizón. El Teniente Coronel Bartolomé Descalzo, que era su mentor, le dijo: " El Ejército es una gran familia. Si usted no tiene una mujer, van a pensar y decir que es raro o puto. Tiene que tener una mujer ".

Entonces le buscaron a Aurelia Gabriela Tizón ( " Potota ", preciosa ), que era una chica buena, bonita, talentosa, docente, pintora y escritora. Y hay que ver la estampa que tenía Perón. Cuando se casó con " Potota " era capitán, alto y delgado. Año 1929. " Potota " falleció en 1938, de cáncer, como Evita.

A las señoritas de buena posición, las chicas de Recoleta y Barrio Norte, les gustaban los uniformes, y quienes estaban en el Ejército y la Marina tenían los mejores sueldos, casas y autos.

Nota:

En la foto, Juan Domingo Perón junto a Aurelia " Potota " Tizón.

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De Nélida Roca ( Nélida Mercedes Musso, 1929 - 1999 ), llamada " la Venus de la calle Corrientes ", famosa y escultural vedette de la revista porteña:

Creo que muy pocas mujeres recibieron tantos regalos como yo. Cantidades de bombones de la casa Lion D´Or, flores de las mejores florerías, incluso tarjetas de España. Tenía un admirador que era de Barcelona que me enviaba flores, y que vino a la Argentina para ver si me podía llevar con él, pero no. Siempre fui rebelde. Tenía un complejo: los hombres pensaban que, como era una vedette, todos se podían acostar conmigo. Nunca agradecía las flores, ni los bombones, ni las alhajas, ni las pieles, nada.

Juan Duarte, el hermano de Evita, anduvo detrás de mí. Creo que me conoció en el teatro. Me enviaba perfumes y flores. Era delgado, buen mozo, con las facciones de Evita, los mismos ojos y los mismos dientes que ella. Me fascinó por su conversación, su atención y porque era un hombre muy fino. Si hubiese querido le podría haber pedido de todo, jubilaciones para mis padres, propiedades. Pero no le pedí nada, porque nunca tuve un espíritu especulativo.

Se dijeron y escribieron muchas cosas de Juan Duarte. Conmigo fue todo un señor, un gentleman.

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De Roberto Alifano, poeta, narrador, secretario privado del escritor Jorge Luis Borges, ensayista y periodista:

A Evita, a Perón y a Borges los conocí siendo niño.

Mi papá era pariente de Arturo Jauretche y éste le pidió que administrara una de las tierras de su esposa. La familia de ella era muy pudiente. Mi padre administraba una quinta, una de esas propiedades, ubicada en Escobar, " la capital de las flor ", un bonito lugar llamado " El cazador ". Evita y Perón fueron de visita y con regalos, hecho que fue todo un acontecimiento. Evita ya estaba muy enferma, la enfermedad oncológica había hecho sus estragos. Varias veces, después del fallecimiento de Evita, Perón vino numerosas veces, y lo recuerdo vestido con ropa de montar y jugando como un niño más. Y a una bicicleta belga de las que se regalaban en esa época la recuerdo perfectamente. El trato familiar me hizo tenerle un gran afecto a Perón. Yo digo que aprecio a Perón, no a los peronistas.

Jorge Luis Borges detestaba al peronismo y a Perón. Motivos no le faltaban, durante el gobierno peronista, un funcionario lo había pasado de la Biblioteca Nacional al área de Inspección de aves de corral, de la alta cultura a inspeccionar huevos de gallina.

En el año 1973, Borges y yo fuimos un mediodía a almorzar a Pedemonte, en el microcentro porteño, y al salir del restaurante nos encontramos con una manifestación de las tantas que había en ese momento. Un manifestante lo reconoció a Borges y se vinieron entonces hacía nosotros. Lleno de temor, él se tomó de mi brazo.Y cuando pensaba que algo serio iba a suceder, los jóvenes manifestantes, lejos de agredirlo, empezaron a aplaudirlo y a cantar " Borges y Perón, un sólo corazón ". Entonces Borges me dice muy bajo al oído:

_ " Caramba ... caramba ... no son tan hostiles ".

_ " ¿ Vió que no ? ", le respondí.

Jorge Luis Borges odiaba a Perón y al peronismo. Creo que Perón y Borges se hubieran llevado muy bien, ambos eran dos viejos criollos astutos y ladinos que se habrían entendido entre ellos.

 

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Textos cortesía de Carlos Vitola Palermo de Rosario, Santa Fe, República Argentina.

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